El etiquetado vehicular de la Dirección General de Tráfico (DGT), si bien reconoce y favorece a los vehículos más eficientes ambientalmente con beneficios fiscales y permisos en zonas de baja emisión, también reserva una distinción especial para aquellos automóviles que, superando los treinta años de existencia, puedan catalogarse como históricos. Estos coches no solo se convierten en valiosas piezas de colección sino que también ofrecen experiencias únicas de conducción, a menudo superiores en cuanto a sensaciones al volante respecto a los modelos más recientes.
Una vez catalogados como vehículos históricos, estos automóviles podrán disfrutar de ciertos privilegios, como la circulación -aunque de forma esporádica- por zonas de bajas emisiones, una medida que empieza a ser cada vez más común en urbes con poblaciones de más de 50.000 habitantes. Dentro de este contexto, hay varios deportivos emblemáticos de finales del siglo XX que están a punto de alcanzar la venerada marca de las tres décadas, convirtiéndose así en objetos de deseo para aficionados y coleccionistas ávidos de nostalgia y prestaciones auténticas.
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El Audi TT lanzó su primer modelo, el TT Coupé, en 1998, rápidamente estableciéndose como un símbolo de innovación y diseño dentro de la marca de los cuatro aros. Destacaba por su amplia gama de motores, incluyendo opciones turbo de cuatro cilindros y un potente V6, además de una excepcional oferta de equipamiento y colores exclusivos. Estos autos se fabricaban en Hungría.
El resto de vehículos
Por otro lado, el BMW Z3, introducido en 1996, se distinguió por ser el primer modelo de BMW ensamblado fuera de Alemania, específicamente en Estados Unidos. Disponible en versiones coupé y roadster, su diseño destacaba por proporcciones ágiles y una posición de conducción retrasada, elementos que le conferían un carácter único y muy deseado en el mercado.
El Honda S2000, presentado en el año 2000, revolucionó el segmento roadster con su motor atmosférico VTEC de 240 CV, capaz de alcanzar hasta 9.000 rpm, lo cual ofrecía una experiencia de conducción incomparable. A pesar de su diseño más sobrio en comparación con otros competidores, el S2000 se ha convertido en un modelo altamente valorado por sus capacidades y manejo.
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El Mercedes-Benz SLK, que hizo su debut en el Salón de Turín de 1996, buscaba ofrecer un deportivo más compacto dentro de la gama de Mercedes, siendo conocido por su innovador sistema de techo retráctil electrohidráulico. Este modelo llegó al mercado con dos configuraciones de motorización de cuatro cilindros, y posteriormente, versiones V6 que alcanzaban hasta 354 CV.
Finalmente, el Porsche Boxster, con su primera generación (986) iniciada en 1996, se convirtió rápidamente en un referente gracias a su motor bóxer de tecnología avanzada y disposición central. Destacaba por su diseño, con un largo voladizo delantero y rear end compacto, así como por sus prestaciones mecánicas, comenzando con un motor 2.5 de 204 CV y ofreciendo posteriormente versiones de mayor potencia.
Todos estos modelos, al convertirse en vehículos históricos, no solo representan una inversión para coleccionistas y aficionados al automovilismo, sino que también ofrecen la posibilidad de disfrutar de la conducción de clásicos con el aval para circular en zonas restringidas por regulaciones ambientales, manteniendo viva la pasión por los automóviles con historias y características únicas.