Dos meses después de que se estrellara el Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya donde pereció parte de la tripulación, después de pasar por un sin fin de penurias, falleció también Numa Turcatti. Solo once días más tarde, los supervivientes serían rescatados por un helicóptero, después de que Nando Parrado y Roberto Canessa, lograran abrirse paso entre la cordillera para encontrar algún indicio de civilización y dieran a las autoridades las coordenadas de sus compañeros.
Numa Turcatti fue el último en morir de los 45 hombres y mujeres que cogieron ese avión hacia Santiago de Chile y de los que solo quedaron con vida 16. No pertenecía al equipo de rugby Old Christians donde sí jugaban la mayor parte de los pasajeros. Él era militante estudiantil y pertenecía al San Ignacio de Loyola de fútbol.
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Conocía a Alfredo “Pancho” Delgado y Gastón Costemalle, y fueron ellos los que lo convencieron para unirse a esa expedición, así que prácticamente no conocía al resto de los integrantes. Por eso, cuando el avión se partió en dos en el primer impacto y uno de los primeros en fallecer fue Gastón Costenalle, se quedó sin uno de sus mejores amigos.
El alma de ‘la comunidad de la nieve’
Sin embargo, como bien han considerado la mayor parte de los supervivientes, Numa Turcatti fue el alma de esa “sociedad de la nieve”, ya que nunca se quejaba y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, razón por la que pronto se convirtió en imprescindible dentro del grupo.
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Junto con Gustavo Zerbino, lideró la primera de las expediciones y ambos estuvieron a un paso de morir por exponerse a las temperaturas glaciares. También fue fundamental en el episodio del alud (en el que fallecieron ocho personas más) ya que, gracias a él pudieron sobrevivir al abrir un boquete para quitar la nieve. Sin embargo, eso también le provocó que se hiciera una herida que poco a poco se fue infectando y, unido a la precariedad en la que se encontraba y al hecho de que se negó a comer la carne de sus compañeros, razones por las que quedó reducido a un esqueleto humano, terminó falleciendo.
La muerte de Numa fue el detonante para que, al día siguiente, algunos de sus compañeros no pudieran soportarlo más y se lanzaran a buscar ayuda. Además, Numa les entregó a los supervivientes un versículo de la Biblia que decía: “No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos”.
Todas esas particularidades fueron fundamentales para que J.A. Bayona lo eligiera para ser el protagonista de la película aunque, en realidad, se trate de un trabajo coral en el que cada uno de los personajes tiene su importancia fundamental en el relato, sin embargo, el trabajo de Enzo Vogrincic, que encarna a Numa, se ha convertido en uno de los más aplaudidos por su magnetismo y compromiso en el rodaje.
El director siempre ha dicho que quería honrar la memoria de aquellos que perdieron la vida por el camino en esta tragedia, así que nada mejor que contar la historia a través de uno de ellos.