Casi más de un mes después de su lanzamiento en Prime Video, Saltburn sigue siendo la abeja reina del protectorado de películas adoradas por la generación Z. Pasión, erotismo y una estética que oscilaba entre lo grunge, lo gótico y lo pijo. La cinta de Emerald Fennell (su segundo largometraje después de Una joven prometedora, estrenada en 2019), protagonizada por Barry Keoghan y Jacob Elordi, ahonda en la lujuria, el sexo y el sesgo de clase a través de dos personajes antagónicos: Oliver (Keoghan) y Felix (Elordi).
La película se ha interpretado como una versión contemporánea de El talento de Mr. Ripley, obra de Patricia Highsmith, en la que el personaje de Keoghan podría ser un trasunto del Tom Ripley creado por la autora. En este caso, sin embargo, el protagonista está becado en la Universidad de Oxford y se codea con la élite en un universo cerrado en el que predominan los nepo babies e hijos mimados e insolentes. Mientras, él pertenece a una familia humilde cuyo origen es un misterio.
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Las controvertidas escenas de Saltburn se convirtieron en lo más comentado en las redes sociales. Una de ellas, cuidado que vienen spoilers, es la de la bañera. Oliver está obsesionado con Felix. Tras presenciar cómo se masturba en la bañera de su palacio, al que ha sido invitado para pasar una temporada, Ollie espera a que su amigo se vaya para beberse el agua que contiene su semen. “Yo estaba en plan, ‘Gracias a Dios, es mío’”, dijo Elordi a Variety sobre dicha escena gráfica. “Estaba muy orgulloso de tener a Barry engulléndolo así”, añadió cómico sobre su clímax cinematográfico.
Pues bien, tras muchas dudas y conclusiones, la directora de producción de la cinta, Suzie Davies, ha especificado a Business Insider qué ingredientes llevaba la “supuesta agua” que Keoghan se bebió en dicha escena. “Yogur, un poco de leche y un poco de agua”, ha declarado Davies. “Lo hizo cuatro veces y fue a por todas. Cada vez que lo hacía absorbía el agua de forma diferente”, ha añadido.
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De la pantalla a la tienda
Entre la sorpresa y el disgusto, muchos de los espectadores han considerado la ya mencionada escena de la bañera como uno de los tramos más grotescos del filme. Para sorpresa de nadie, el agua que Keoghan ingiere en Saltburn se ha convertido en una vela. ‘Jacob Elordi’s Bath Water’, el agua de la ducha de Jacob Elordi, ya es el accesorio más solicitado de aquellos que han vibrado con la cinta de Fennell. Se puede comprar en Amazon por 36 dólares y en Etsy por 26, tal y como indica el medio Variety. Después del frenesí colectivo que se produjo con el lanzamiento de la vela que olía como el orgasmo de Gwyneth Paltrow (literalmente, la vela se llama ‘This Smells Like My Orgarsm’ y es de la marca de la celebridad, Goop), un nuevo sheriff ha llegado a la ciudad.
Saltburn pretende, precisamente, explorar temas como el deseo y la lujuria. Qué mejor cierre para la película que la creación de una vela que refleja ese ímpetu desmedido de consumo de cuerpos que tan bien refleja el largometraje. Además, Elordi es uno de los caramelitos de la industria. Ya lo dijo Sofia Coppola antes de pedirle que fuera su Elvis en Priscilla. “Todas las chicas de la sala se giraron hacia él, gravitaron”, dijo la directora en una entrevista con The Hollywood Reporter. “Me dije: ‘Sí, tiene el carisma que imagino que tenía Elvis’”, añadió.
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Improvisó una de las escenas más impactantes
Tras el estreno de Saltburn hemos podido saber que uno de los pasajes más comentados, además del de la bañera, no estaba preparado y fue una idea del propio Keoghan, que quiso ver hasta dónde podía llegar la obsesión de Oliver hacia Felix. Se trata de la perturbadora escena del cementerio. “Para mí, no se trataba de follarme la tumba, sino más bien de que no sé qué hacer con esta obsesión, me está confundiendo y me está volviendo poco humano en cierto modo”, ha comentado el actor irlandés a Entertainment Weekly. “Creo que fue un descubrimiento total para él. Y fue triste. Fue muy, muy triste”, explicó Fennell al mismo medio.
Inicialmente, el guion sólo preveía que Oliver tocara y besara la tumba recién cavada de su amado Felix, pero en el día del rodaje, Fennell cambió de opinión. “Hablé con Barry por la mañana y le dije: ‘No sé, Barry. Creo que... se bajaría la cremallera’”, recuerda con una sonrisa diabólica. “Y Barry dijo: ‘Sí’”.
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