Martín tiene 25 años, lleva dos trabajando como consultor para una conocida multinacional y cobra cerca de 1.500 euros al mes. El alquiler del piso en el que vive con uno de sus mejores amigos supera los 1.200 euros mensuales. La vivienda, situada en uno de los distritos más céntricos de la capital, tiene dos dormitorios, cocina, salón y un cuarto de baño. El joven dedica más del 40% de su salario a pagar la renta correspondiente a una de las habitaciones. El porcentaje se multiplicaría por dos si tuviera que abonar el alquiler completo. Las asociaciones de consumidores y el Banco de España (BdE), mientras tanto, recomiendan gastar, como mucho, el 30% de la nómina en el arrendamiento.
La tasa de emancipación juvenil se situó durante el primer semestre del año pasado en torno al 16,3%, casi la mitad de la media europea (31,9%), según datos del último informe publicado por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud. El acceso de los jóvenes españoles al mercado inmobiliario es uno de los problemas que más preocupan a nivel nacional. Los bajos salarios, los contratos temporales y la poca capacidad de ahorro de las nuevas generaciones frustran cualquier mínima posibilidad de comprar, alquilar e incluso compartir una casa.
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El sueldo medio de los jóvenes españoles ronda los 12.062,59 euros netos al año, lo que supone un desembolso de 1.005,22 euros netos cada mes, según el citado estudio. La población con edades comprendidas entre los 16 y los 29 años representa, por tanto, el segundo grupo de edad con más riesgo de pobreza. El precio de los alquileres —la forma más habitual de emancipación— se ha disparado y ha crecido por encima de los salarios. El arrendamiento de una vivienda en España ha alcanzado entre enero y junio del año pasado los 944 euros mensuales, todo ello sin sumar los suministros y las facturas energéticas.
“Los jóvenes sufren ahora más que nunca las consecuencias de la temporalidad laboral y los bajos salarios. Es prácticamente imposible para ellos acceder al mercado de compra, porque no tienen 50.000 euros ahorrados para pagar la entrada de una hipoteca. Esto acentúa todavía más el fuerte desequilibrio que existe entre la oferta y la demanda y dispara los precios del alquiler”, explica Ferrán Font, director de Estudios de Pisos.com. El Observatorio de Emancipación señala que solo seis de cada diez personas de entre 16 y 29 años tienen un contrato indefinido, mientras que el 25,4% trabaja menos de 40 horas semanales.
Las exigencias de los propietarios para admitir inquilinos son cada vez más puntillosas y el proceso toma la forma de un casting, donde los avales bancarios, los contratos indefinidos y la solvencia económica tienen un protagonismo desmesurado. “El número de candidatos no deja de aumentar y los requisitos son cada vez más duros. Esto es como el pez que se muerde la cola. Los pisos compartidos eran, hasta hace poco, algo más relacionado con la etapa universitaria, pero ahora suponen una de las pocas alternativas para emanciparse”, continúa el portavoz de Pisos.com. Los 944 euros de media que paga un joven al mes por el arrendamiento de una vivienda lo dejan sin el 93,9% de su nómina, según el citado informe.
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El gasto recomendado: un tercio del salario
Martín no es el único que necesita disponer de la mitad de su nómina para pagar una habitación en la capital. Laura —nombre ficticio— tiene la misma edad y paga casi 1.300 euros por el piso que comparte con su hermana en el extrarradio de Madrid. La joven se deja el 46% de sus ingresos en la renta mensual. El Banco de España (BdE) recomienda no gastar más del 30% del salario en pagar el alquiler, pero la teoría es matemáticamente imposible. Las cuentas ni siquiera salen cuando hablamos de viviendas compartidas, donde el coste medio de la habitación ronda los 466 euros al mes, según el estudio Viviendas compartidas en España en 2023 elaborado por Fotocasa.
“La situación es paradigmática. Muchos jóvenes tienen que dedicar una parte importante de su salario a pagar por una habitación, que ni siquiera es un alquiler íntegro. Esto último es casi imposible, porque no tienen los 4.000 o 5.000 euros que cuesta normalmente la entrada”, sostiene Ferrán Font. La retribución media de los trabajadores de menos de 29 años asciende hasta los 1.005,22 euros mensuales, por lo que, según estos datos, necesitan reservar el 46,3% de la nómina para conseguir un dormitorio. “El problema es que hace falta una política de consenso que no cambie con el signo político del Gobierno, necesitamos una apuesta a largo plazo para regular el mercado del alquiler”, sentencia el experto.