Quién le iba a decir a Xavi a principio de temporada que se jugaría todo el curso y su futuro en una eliminatoria. La de Champions ante el Nápoles. Del resultado europeo depende su devenir como técnico azulgrana -si no está definido ya- y la última baza azulgrana para maquillar una temporada prácticamente finiquitada a finales de enero, el mes más trágico de los de Xavi. En apenas 14 días cayeron estrepitosamente ante el Real Madrid en la final de la Supercopa, el Athletic les dejó sin Copa del Rey y el Villarreal, después de endosar una manita en Montjuic, les deja a diez puntos de los de Carlo Ancelotti en Liga. En tres días, el Barça ha encajado nueve goles, se despide de dos competiciones y se aboca a un futuro incierto
“Una vergüenza, es una vergüenza”. Así, resignado y con un rostro sobrepasado por la situación, Xavi se dirigió a una cámara de televisión tras la revisión del VAR que anulaba el penalti señalado en primera instancia por mano de Comesaña. No hubo clic en Arabia, tampoco sucedió en Bilbao y cuando se vio 0-2 abajo tras el gol de Ilias, parecía que aún quedaba más fondo que tocar. No obstante, Montjuic entró combustión y el Barcelona mostró su versión más herida. Tenerlo todo en contra despertó su instinto de supervivencia y salieron como perros de presa en el segundo tiempo. Gündogan, Pedri y Bailly en propia revirtieron la situación.
Te puede interesar: Tchouaméni da la razón a Ancelotti y restituye al Real Madrid en el liderato de LaLiga
14 días nefastos
Parecía que los de Xavi salían del pozo, pero Guedes apareció para volver a empujarles hacia abajo y en el tramo final Sorloth y Morales pusieron la tapa al foso y la sellaron. El Barça remontó en 13 minutos un partido que perdía 0-2 a falta de media hora. Y después de hacer lo más difícil no fue capaz de aguantar el resultado y vio cómo el Villarreal le marcaba otros tres goles en los últimos minutos para el 3-5 final. La remontada blaugrana en el segundo tiempo anunciaba un nuevo despertar, un intento de reengancharse a una Liga que suena más a deseo de no quedarse en tierra de nadie que a convicción por poder acabar levantándola.
Ni los cambios que introdujo Xavi en su alineación, dando reposo a Pedri y Ferran tras el partido de San Mamés y dando entrada a Oriol Romeu, Joāo Félix y Christensen de salida, activó a un equipo que pareció darse por satisfecho con no encajar un gol antes del primer minuto. No obstante, cuando dos equipos tristes se encuentran siempre hay uno que se da cuenta de que el otro está peor. Y ese fue el Villarreal, que enseguida detectó que el Barcelona se sostenía con alfileres. Mejor dicho, con un único alfiler llamado Lamine Yamal, un chico de 16 años que asumió por la derecha del ataque barcelonista todo el protagonismo del juego.
Revolución en el descanso
Los de Marcelino sorprenden en un saque de banda en el que Sorloth gana la partida a Oriol Romeu y Gerard hace lo propio con Christensen para marcar de fuerte disparo el 0-1. Y así se llegó al descanso con pitos al equipo. Los pitos se transformaron en un triple cambio tras la reanudación. Salieron Cancelo, que reaparecía, Cubarsí y Pedri. No obstante, el Villarreal volvió a golpear con ADN La Masía, el que posee Ilias Akhomach y quedó demostrado tras dejar sentado a Iñaki Peña y definir a placer. Gündogan igualaba y botaba la falta que Bailly se marcó en propia para certificar la remontada azulgrana. El partido era otro.
El Villarreal parecía hundido y el Barça buscaba el cuarto. Lo que falló Vitor Roque lo transformó Guedes en un contragolpe de libro. A partir de ese momento, se desató la locura. En el minuto 89, Munuera Montero señaló penalti a favor del Barça por una mano de Comesaña que luego el VAR anuló provocando la reacción de Xavi con una protesta impropia de su posición, pero que refleja lo mal que lo está pasando. El Villarreal volvió a sentirse poderoso. Sorloth sacó petróleo de una indecisión de Peña y ya a lo loco, Morales acabó dinamitando al Barcelona cuyo futuro y el de su técnico se vuelve más incierto que nunca. Nápoles dictará sentencia.