Se define como una mujer periodista que vive en Buenos Aires y acaba de publicar en España, a través del sello Anagrama, una de las novelas más impactantes que se han escrito sobre la dictadura y las torturas y asesinatos sistemáticos que tuvieron lugar en su país de origen durante ese tiempo en el que se instaló el terror dentro de la sociedad.
Puede que se haya escrito mucho sobre el tema, pero La llamada tiene algo especial que la convierte en una obra que, como ha comentado Juan José Millás durante la presentación en Madrid, “provoca fiebre”. “La escritura de Leila es venenosa, así que el lector tiene asegurada una semana de gripe de carácter mental”.
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La autora conoció la historia de Silvia Labayru, protagonista involuntaria de esta obra, a través de un reportaje en el que contaba sus años en la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada que funcionaba como un centro de detención clandestino. Quedó impactada con el relato de esa mujer que fue secuestrada cuando estaba embarazada y tuvo que dar a luz en una mesa absolutamente desatendida.
Fue entonces cuando recibió el mensaje de un amigo, Dani Yako, fotógrafo que tuvo que exiliarse a España: “¿Leíste lo de mi amiga Silvia?”. A partir de ahí, nació todo, o lo que es lo mismo, el proceso de investigación exhaustiva por parte de la autora sobre todo lo que le ocurrió a esa mujer que sufrió lo inconcebible, sobrevivió y, tras su liberación, fue juzgada por su entorno precisamente porque no había muerto, cuando se suponía que ese debería haber sido su destino.
Una crónica personal y documentada sobre la historia íntima y la culpa histórica
La llamada es una crónica apasionante y pormenorizada no solo del relato de Silvia Labayru, sino también de la historia de Argentina como si se tratara, de alguna una forma, por parte de las nuevas generaciones, de exorcizar los fantasmas que marcaron su pasado.
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“Yo tenía 9 años cuando Silvia fue secuestrada, así que esto ha sido una forma para mí de enfrentarme a todo ese miedo y horror, pero lo que más me sorprendió fue el silencio que se seguía perpetuando”, ha comentado Leila Guerreiro durante el acto. “O lo que es lo mismo, las preguntas que nunca se hicieron”.
Leila hizo todas esas preguntas que se habían quedado por el camino. Investigó y ahondó en una cuestión sistemática que nos lleva a diferentes frentes: el activismo, la maternidad, el trauma, y el ser mujer dentro de toda esa maraña profundamente repulsiva y machista en la quese juzga y agrade, por pertenecer al género femenino. “Quería mirar de cerca y contar de lejos”, ha dicho. “Y que todo tuviera solidez”
Y es que, este apasionante relato, está contado desde la perspectiva de la propia Leila. “Es la mejor cronista que tenemos en la actualidad”, ha dicho Millás, que ha comparado su trabajo con algunos grandes hitos de la literatura como Crimen y castigo o A sangre fría.
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Silvia Labayru perteneció durante su juventud a los ‘montoneros’, una vertiente activista peronista que ejerció algunos atentados terroristas durante la Revolución Argentina para reivindicar la libertad del pueblo. Fue por esa razón por la que fue apresada y su vida se truncó para siempre. Y ese fue el principio de su calvario. Del centro de detención de la ESMA, entraron 5.000 personas y solo 200 salieron con vida, entre ellas, Labaryru.
Tuvo suerte dadas las circunstancia. La bebé que tuvo durante su cautiverio fue entregada a los abuelos. La mayoría de los niños que nacieron en esas circunstancias, casi todos por abusos y violaciones, fueron entregados a familias afines al régimen.
Silvia Labayru fue liberada en 1978 y se exilió a España, donde ha residido durante mucho tiempo hasta que se atrevió a volver a su país. Esta es su historia, contada a través de un apasionante relato en el que se entremezclan las voces, que fue escrito durante la época de la pandemia y que recoge el espíritu de resiliencia de toda una generación que luchó por sus derechos y por su libertad.
Pero como toda buena historia política, que también termina siendo íntima, la protagonista de esta historia tuvo que enfrentarse a todo un cúmulo de reveses por los que se la criticó y cuestionó. Se enfrentó al rechazo de sus compañeros, al repudio. Y de todo eso habla esta novela que es más que un testimonio, es una prueba irrefutable de las contradicciones de una época que supone mirar a la cara a una víctima y creer en su testimonio. Algo inaudito en nuestra era marcada por el individualismo y la hipocresía social que nos enfrenta a nuestros mayores miedos, el respeto ante lo inapelable.