Puede que los más jóvenes no la hayan visto o siquiera sepan de su existencia, pero lo cierto es que la serie Heidi fue clave en la infancia de millones de españoles y hoy día muchas generaciones la recuerdan con cariño. Aunque la serie era originalmente japonesa, Heidi llegó a nuestro país en los 70 de la mano de BRB Internacional, la productora de Claudio Biern Boyd, junto a otras como D’Artacán y los tres mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fog o David el gnomo. Con el tiempo las aventuras de esta niña en las montañas suizas se convirtieron en las favoritas de todos los niños, e hicieron de ella una serie tan popular que ni el mismísimo fallecimiento de Franco impedió que muchos espectadores quisieran ver un nuevo capítulo.
Aunque el encagado de traer la serie a nuestro país fuera Biern Boyd, lo cierto es que la mente pensante detrás de la serie no era otro que Isao Takahata, uno de los directores más importantes en la historia de la animación y quien, junto a Hayao Miyazaki, fundaría en los años 80 el Studio Ghibli, bajo el que haría una de sus mejores películas, La tumba de las luciérnagas. Pero antes de narrar la trágica historia de dos hermanos durante la Segunda Guerra Mundial, Takahata viajó a Suiza para encontrarse con el agreste paisaje helvético. Un viaje en el que quedó fascinado por las vastas praderas que más tarde trasladaría a la pantalla.
La inspiración del cineasta japonés fueron los verdes campos helvéticos, pero el material de partida era la novela de Heidi, escrita por Johanna Spyri, quien publicó Heidi en el año 1880 y no tardó en convertirse en todo un éxito no solo en Suiza, sino en el resto de países a los que se adaptó, haciendo de ella una de las obras más universales del país los Alpes. Spyri era una escritora de cuentos infantiles que llevaba varios años dando forma a la historia de Heidi, para la que se había basado en gran medida en su propia experiencia como niña, de ahí paralelismos evidentes como el lugar en el que crecían ambas, la pasión por la naturaleza y los animales, especialmente las aves o sobre todo la crisis al mudarse del campo a la ciudad, en el caso de Heidi para vivir junto a su amiga Clara. Sin embargo, en su momento se denunció que no todo procedía de la vida de la autora, sino que quizá estaba sacado también de otra obra, pudiendo incurrir en plagio.
Las acusaciones de plagio
Porque cincuenta años antes de la publicación de Heidi, en Alemania se había escrito Adelaida, la niña de los Alpes, un cuento a cargo dele scritor Hermann Adam von Trapp. Fue el historiador experto en literatura germánica Peter Büttner el primero en señalar las más que evidentes similitudes entre ambas obras, dejando entrever la posibilidad de que Spyri hubiese leído Adelaida antes de escribir Heidi.
“Me di cuenta inmediatamente de que se trataba de la misma estructura narrativa: una niña que vive en los Alpes con su abuelo y que es llevada a otra país, donde no le agrada el entorno. Entonces regresa a las montañas y vuelve a ser feliz”, explica Buettner, quien da más detalles: “el nombre de Heidi viene también de Adelaida o Adelheid, el vocabulario de ambas obras es muy parecido; Adelaida recoge violetas y Heidi flores que el libro no especifica; y los mofletes de Adelaida son de un rojo brillante, muy parecidos a los de Heidi”. En definitiva, pruebas suficientes aunque no concluyentes para dilucidad si uno de los grandes clásicos de la literatura infantil y de la televisión era en realidad un plagio.