Rayden, nombre artístico de David Martínez Álvarez (Alcalá de Henares, Madrid, 1985), se muestra sosegado al teléfono. Tiene claro lo que ha de responder y no da pie a la improvisación que nace de esos detalles que se engrandecen con la rabia y la incomprensión. El artista, que deja los escenarios en octubre, ha llevado la voz cantante en alguna que otra polémica que ha conjugado la cultura con la política.
La entrada de Vox en infinidad de Ayuntamientos a raíz de las pasadas elecciones municipales ha generado una ola de cancelaciones a obras, conciertos y espectáculos que exceden su presupuesto moral. La palabra censura se ha unido al gremio artístico, vetado de las alas que le caracterizan y que, además, generan pensamiento crítico. El músico ha sido protagonista de todo lo anterior, negándose a cantar el pasado verano en las fiestas patronales de su Alcalá natal como protesta por las imposiciones de la extrema derecha en la cultura.
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“Se está dando una situación nunca antes vista”, indica Rayden sobre la situación política actual, la cual califica de “entretenida”. “Ocupan asientos para ver quién dice la tontería más grande”, indica en una entrevista con Infobae España a raíz del lanzamiento de Votos en contra (Suma de letras), su segunda novela (que ya cuenta con una segunda edición en menos de una semana) tras El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo. En ella, el cantante se inspira en una historia real de Cerro Belmonte, un barrio madrileño que se independizó de España en los años 90 durante una semana.
“Es una historia que me pilla de cerca, literalmente”, dice a este medio, indicando que todos los días pasa por la zona que describe en su libro. El cantante considera que el relato habla de lo “dañada que está la memoria histórica” en España, pues la historia de Cerro Belmonte no transita por las hemerotecas de la comunidad autónoma. “Quería utilizarlo como como excusa para crear un un paralelismo con lo que ocurre hoy en día con tantos fondos buitre y con una burbuja inmobiliaria que parece que no pincha nunca”, explica.
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Música, concejales de Vox y valores
Rayden, o David, puesto que quiere desligarse del nombre que entona en los escenarios, se muestra más tímido de lo normal a la hora de responder las cuestiones político-culturales en las que se le ha visto involucrado en los últimos meses. La fuerza de la condena que emplea en X (antes Twitter), no resuena en las palabras que emplea en su entrevista con Infobae España, en la que no nombra ni a Vox ni a aquellos que le señalan con el dedo. Pese a todo, no se considera una persona polémica. “Me levanto todas las mañanas con una meditación y me acuesto con otra, lo que pasa es que tengo cierta especialidad en lo que digo”, indica.
No se enfanga demasiado en los ataques que ha recibido de Vox, el último siendo el del portavoz del partido en las Cortes de Castilla-La Mancha, Iván Sánchez. Se limita a explicar “que se retratan ellos solos al intentar que la gente mire el dedo en vez de lo que señalan”. En el momento en el que “el relato se escapa de sus manos”, haciendo referencia a las censuras culturales, “se ponen nerviosos”, explica. El intérprete cree que la cultura “crea conciencia y aviva las cosas que suceden con todas las sensibilidades”, de ahí que el control de los mandatarios más extremos se vuelva férreo.
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Pese a la insistencia de los gobiernos autonómicos de extrema derecha a reducir la programación cultural a los valores que imprimen en sus eslóganes políticos, Rayden fue uno de los pocos artistas que decidió posicionarse en contra a través de actos (y no palabras). “Duele”, dice sobre la idea de cancelar conciertos por ser fiel a un ideario moral. “Va a haber público que no entienda, porque lo que quieren es ver al artista y la política puede no tocarles de cerca, pero cuando me levanto a limpiarme las legañas y cuando me acuesto pensando qué tal ha ido el día, soy yo el que se tiene que ver la cara”, dice. “Prefiero estar orgulloso de mi honestidad y de mis actos que de pensar en cosas como el bolsillo cuando estaría blanqueando a un partido político que atenta contra mi público”, apostilla.
“Va a haber gente que no lo entienda, porque lo que quieren es ver al artista y la política puede no tocarles de cerca, pero cuando me levanto a limpiarme las legañas soy yo el que se tiene que ver la cara”
¿Cantar o escribir?
Aunque vaya a dejar los escenarios pronto, Rayden sigue hablando de la música y de la industria como si acabase de firmar su primer contrato discográfico. De momento, prefiere no ahondar en su adiós. “Creo que cuando tienes un momento de inspiración puedes hacer cuatro frases buenas, que a eso lo llames estribillo, que ese estribillo cale en muchas personas y que éstas sean capaces de comprar una entrada para ir a corear ese estribillo”, dice sobre la primera de sus carreras. Sin embargo, esa facilidad no la encuentra en la escritura, donde hay que “mantener cada página y cada capítulo para que la historia no se te caiga”. “Las historias sobreviven a los autores y con una canción es más difícil que se dé ese fenómeno”, añade.
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También se moja a la hora de hablar del impacto que ha tenido la inteligencia artificial (IA) en la industria musical después de que artistas como Bad Bunny denunciaran el empleo de la tecnología para calcar sus manierismos interpretativos ante el micrófono sin su consentimiento. “Es más creíble cuanto menos auténtico es el estilo de música”, dice Rayden en tono crítico. “El reggaetón ya tiene autotune, algo que desfigura los matices, y eso hace que sea más fácil replicarlo”, añade sobre el género que copa las listas de éxitos. “Hay cierta justicia poética en que lo más simulable sea lo que menos matices tiene”.
“Hay cierta justicia poética en que los géneros musicales más simulables sean los que menos matices tienen”
Rayden volverá al Benidorm Fest, esta vez como asesor musical del concurso. El cantante participó en la primera edición con el tema Calle de la llorería, y ahora regresa para dar su opinión desde la barrera. “Creo que esa edición mantiene la línea que se planteó con la primera y que una de las canciones que más destaquen sea de una mujer de más de 50 años con un valor de empoderamiento” es uno de los valores que definen la “pluralidad” del certamen para elegir representante de España en Eurovisión.