Desde que se presentó en el pasado Festival de Cannes, la repercusión de Anatomía de una caída no ha parado de crecer a nivel internacional. En el certamen consiguió la Palma de Oro en un jurado presidido por Robert Östlund, convirtiéndose, su directora, Justine Triet en la tercera mujer que alcanzaba este galardón después de Jane Campion (El piano) y Julia Ducournau (Titane).
El efecto de Anatomía de una caída ha sido fulgurante, convirtiéndose en la película europea más importante del año y superando incluso a otra obra fundamental de la temporada con es La zona de interés, la adaptación de la novela de Martin Amis por parte de Jonathan Glazer que retrata el horror de los campos de exterminio desde el punto de vista de sus ejecutores nazis.
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A pesar del impacto de la nueva película de Justine Triet, dueña de una filmografía de lo más interesante que incluye títulos como La batalla de Solferino o Los casos de Victoria), la Academia de Cine Francesa decidió seleccionar para representar al país la película culinario de Tran Ahn Hung A fuego lento, protagonizada por Juliette Binoche y Benoît Magimel que, si bien es una auténtica delicia, no llega a la maestría de Anatomía de una caída, considerada de forma unánime com la gran revelación de la temporada.
¿El resultado? La Academia de Hollywood no ha seleccionado para los Oscar a la representante de Francia, A fuego lento, en categoría de mejor película internacional (entre las que se encuentra La sociedad de la nieve o La zona de interés), pero, sin embargo, Anatomía de una caída pero sí que está presente en los apartados más importantes, o lo que es lo mismo, en mejor película (compitiendo con las grandes producciones de Hollywood del año como Barbie, Oppenheimer o Los asesinos de la Luna), mejor dirección (junto a Martin Scorsese, Christopher Nolan, Yorgos Lanthimos y Jonathan Glazer), mejor guion (que firma la propia autora junto a su pareja y Arthur Harari) y, también, mejor actriz protagonista, Sandra Hüller.
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Así, Justine Triet, se convierte en la única mujer nominada en la categoría de mejor dirección, ya que se ha obviado la labor de Greta Gerwig al frente de Barbie, una de las películas que más repercusión han tenido dentro de la industria durante este año.
¿Qué tiene de particular ‘Anatomía de una caída’?
El planteamiento es simple: un hombre se despeña por la ventana de su casa, un lujoso chalet aislado en los Alpes. ¿Suicidio o asesinato? Lo que sigue ya no resulta tan sencillo, ya que nos adentra en una compleja y absorbente trama en la que todo serán incógnitas, al mismo tiempo que nos introducimos en el constante cuestionamiento del personaje femenino tanto en su esfera pública como privada.
A Justine Triet siempre le había interesado representar los problemas a los que tiene que hacer frente la mujer contemporánea, ya sea a través de la maternidad, los cuidados, los tabúes en torno a la sexualidad femenina y la forma en la que se la juzga de forma indiscriminada.
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Todos estos elementos se encuentran presentes en Anatomía de una caída, que se presenta como un drama doméstico para transformarse en un thriller judicial aunque, en el fondo, lata esa constante duda en torno a la mujer como la mala de la película, que precisamente Triet se encarga de analizar de manera meticulosa para, de alguna forma, desmontarlo y reflexionar en torno a la manera en la que se ha construido en el imaginario colectivo arraigado en el subconsciente colectivo de raigambre machista.
Triet, a través de un guion sólido y férreo (escrito junto a su pareja, Arthur Harari, también director de Onoda, 10.000 noches en la jungla) y repleto de sugerencias implícitas nos muestra el derrumbe de la imagen de la familia perfecta a través de la disección de su matrimonio, pero también de sus propias insatisfacciones más íntimas, al mismo tiempo que se pone de manifiesto los mecanismos perversos del sistema judicial, en el que el concepto de ‘verdad’ deja de tener sentido para convertirse en un circo de intereses, desmontando las convenciones del género y elevándolo a una categoría en la que late la ambigüedad y la reflexión moral.