Desde 2021, Carlos Alcaraz y Alexander Zverev se han visto las caras en una pista de tenis hasta en siete ocasiones. La de este miércoles en cuartos de final del Abierto de Australia será la octava, con el alemán convirtiéndose en el adversario más recurrente del español en la ATP. El cara a cara marcha ligeramente a favor de Sascha (4-3). Las sensaciones, en este caso y también por la mínima, favorecen a Carlitos. Todo puede ocurrir en un partido entre el número dos y el seis del mundo, pero quien llega con algo más de paso firme lo tiene claro: “Espero tomarme venganza”.
En las últimas horas, Alcaraz ha verbalizado su deseo de poder llevarse el título en Melbourne. Para ello, deberá evitar a toda costa que se repita lo ocurrido en el precedente más inmediato contra Zverev. Ese que todavía le atormenta y obsesiona, que quiere quitarse de una vez de la cabeza dentro de unas horas. Es así porque le recuerda su momento más bajo de 2023, el fondo que llegó a tocar. Sucedió en Turín, al arrancar la fase de grupos de las ATP Finals.
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Las dudas del murciano alcanzaron su punto álgido en el debut en la pasada Copa de Maestros. El rendimiento de Alcaraz había caído en picado en la segunda mitad del año, sin acabar de volver a encontrarse cómodo del todo una vez conquistado Wimbledon. Las cosas no empezaron a remontar hasta que Zverev agudizó al máximo la crisis. El colmillo para no desaprovechar los momentos decisivos había desaparecido. Y ni siquiera le ayudó empezar ganando.
Aquel día, el saque del de Hamburgo fue inabordable. Tanto es así que Zverev salvó el 83% de puntos de break de los que dispuso Alcaraz. Aprovechar sólo una oportunidad de rotura de seis posibles resultó fatal para sus aspiraciones, viéndose totalmente superado tras el 7-6 (3) que se apuntó en el primer set: Sascha no dio opción, 6-3 y 6-4, en las dos mangas siguientes. Con 15 errores no forzados y apenas un 6% de juegos ganados al resto, a Carlitos le fue imposible evitar la remontada.
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“Yo creo que hoy, a nivel de saque, puedo mejorar bastante. Direcciones, porcentaje, velocidad… Puedo mejorar”, comentó Alcaraz tras alcanzar su techo histórico en el Open australiano. Puede que todavía se acuerde de lo bien que lo hizo Zverev al servicio en el Pala Alpitour italiano, allá por noviembre. La intención es que la cruz de entonces sea cara ahora. Como ocurrió en el pasado US Open.
“No estoy exhausto, como en Nueva York”
La última ronda de cuartos de final que Alcaraz y Zverev disputaron fue en septiembre. Un duelo al que el jugador de El Palmar, como en la actualidad, llegaba mucho más fresco que el germano. Al igual que en esta edición de Australia, lo máximo que le había durado un encuentro eran cuatro sets. Al contrario que a su rival, que venía de disputar dos choques consecutivos de cuatro sets y uno mortal de cinco. Los dos tenistas a los que tuvo que batir antes de vérselas con Carlitos fueron de aúpa: Grigor Dimitrov y, sobre todo, Jannik Sinner.
Pasarse cuatro horas y 41 minutos batallando contra el italiano, para un global de tiempo de juego realmente equiparable al que arrastra en Australia, dejó prácticamente destrozado a Zverev. Desaprovechar la coyuntura hubiese sido sangrante, así que Alcaraz no perdonó y avanzó a semifinales por la vía rápida (6-3, 6-2, 6-4). Aquella jornada no hubo color en territorio neoyorquino: el repaso de Carlitos fue total.
Alcaraz no perdió el saque en ningún momento. Tampoco falló restando cuando pudo ahondar en la herida: 4/4 puntos de break convertidos. En la red, ganó el 80% de sus puntos, frente al 43% de Zverev. Algo que le vendría muy bien de repetirse en la actualidad. Cuajar una actuación por lo menos parecida en la Rod Laver Arena sería sinónimo de victoria. De hecho, la historia del mayor y menor desgaste se repite. Zverev era quien más tiempo de juego presentaba entre los ocho supervivientes (14:03 horas) antes de iniciarse los cuartos. Alcaraz, el que menos (08:48 horas).
“Él ya lleva dos quintos sets muy duros. Creo que en el US Open pasó prácticamente lo mismo. Él llegó con muchas horas en la espalda, grandes partidos, y al final le pasó factura. No sé cómo va a ser aquí, pero quizás también le pasen factura las horas que acumula. Yo no llevo tantas horas en pista y cada vez me he ido sintiendo mejor, así que vamos a ver qué pasa. Puede ser una ventaja, claro”, reconoce Alcaraz.
Zverev no niega una realidad palpable, pero intenta quitarle hierro a la misma: “Sí, seguro que será una ventaja para él haber estado menos horas en la cancha que yo. Si juegas menos, estás más fresco. En todo caso, yo me siento bien, no como en el US Open, donde estaba completamente muerto y me sentía físicamente agotado. No puedo negar que llego con cansancio por haber disputado dos partidos a cinco sets, pero no estoy exhausto, como sí ocurrió en Nueva York”.
Habrá que comprobar si es verdad que tener que estirar al máximo los triunfos ante Lukas Klein, en segunda ronda, y Cameron Norrie, en octavos, no le resta fuerzas a un Zverev que, además, jugó cuatro sets con su compatriota Dominik Koepfer en el debut. “Estamos en un nivel muy alto de confianza y de nivel tenístico”, avisa Alcaraz. Lorenzo Sonego ha sido el único capaz de arrebatarle un set en tierras australianas. Si quiere que su 2024 continúe siendo de dulce, Carlitos tendrá que provocarle todo un déjà vu a Sascha. Conseguirlo o no dependerá de que su hambre se mantenga intacta.