El pacto de Estado es una práctica política que, en los últimos años, se ha convertido en más una excepción, que en una práctica habitual. Esta misma semana, todo el arco parlamentario, excepto Vox —la ultraderecha se abstuvo—, votó a favor de reformar la Constitución. A pesar de ser una reforma quirúrgica, —se ha eliminado el término disminuido para referirse a las personas con discapacidad—, demuestra que los pactos transversales son posibles.
Esta excepción, en principio, será la única que se produzca en la legislatura, a pesar de que la mayoría de los votantes de las principales fuerzas políticas apuestan por el consenso frente a la crispación y la polarización. “En España, las élites políticas son las que están polarizadas y, en los próximos años, presenciaremos, como esa polarización se va trasladando paulatinamente, a los ciudadanos”, explicaba hace unas semanas el investigador del CSIC Luis Miller.
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Según el último estudio sobre ‘Hábitos democráticos’ del Centro de Investigaciones Sociológicas, una gran mayoría de los electores reconoce la necesidad e importancia de pactos transversales. En concreto, el 59,4% de los encuestados. En todos los partidos el dato se sitúa por encima del 50%. Entre los votantes del Partido Popular esta opinión la comparten el 63,8%, entre los electores del PSOE, el dato es del 65,8%, en Vox el dato baja al 52,2% y entre los apoyos de Sumar, esta opinión es la mayoritaria, de un 72,1%.
Estos datos son completamente disonantes entre lo que ocurre en el Congreso de los Diputados y lo que estima la ciudadanía. Las razones también se observan en el barómetro, que pregunta sobre la crispación. Para los entrevistados, la sociedad y la clase política se encuentran inmersos en un escenario de “mucha crispación”. Piensa así el 61,9% de los encuestados.
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Más allá de la existencia de crispación, la ciudadanía muestra su preocupación ante este contexto. Entre los votantes de las principales fuerzas políticas, la preocupación abarca más del 40%. Los votantes del PP y Vox son los más intranquilos, se muestra así un 58,9% y un 55,2%, respectivamente. Los datos entre los votantes progresistas son algo más bajos, a un 43,1% de los votantes del PSOE y a un 45,3% de los electores de Sumar.
Ante tal preocupación, todos los votantes apuestan por adoptar fórmulas para reducir la crispación. En términos generales, apuestan por descongestionar la política un 93,5% de los encuestados. No obstante, los datos entre fuerzas políticas tampoco existen grandes diferencias, el consenso es claro. En el PP el apoyo se sitúa en el 97,6%, entre los electores del PSOE es del 92,3%, en Vox, del 97,3% y en Sumar, del 92,6%.
Pactos de Estado en justicia y violencia de género
A pesa de ser asuntos que han ocupado las principales batallas políticas de los últimos años, los ciudadanos se muestran sumamente a favor de alcanzar acuerdos de Estado tan importantes como en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, como en materia de violencia de género. En este último asunto, a pesar del elemento antifeminista de Vox, que vertebra a la formación, sus votantes también apoyan estos pactos.
España lleva cinco años con el Consejo General del Poder Judicial caducado. Todos los intentos impulsados por el PP y el PSOE para alcanzar algún tipo de acuerdo siempre han fracasado. Sin embargo, entre sus votantes, hay un 62,8% y un 74% de electores, del PP y el PSOE, respectivamente, que apoyarían un acuerdo en esta materia. Entre los votantes de la ultraderecha, también existe una amplia mayoría a favor del acuerdo, un 47,3%, dato que aumenta hasta el 78,3% entre los electores de Sumar.
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Con respecto a pactos que aborden asuntos relacionados con la violencia de género, también existe un gran consenso: un amplio 72,2% avala la alianza entre las diferentes formaciones. Por partidos, el 66,4% del PP lo considera “muy importante”, un 83,3% de los votantes del PSOE, un 41,8% de los de Vox y un 88,5% de los electores de Yolanda Díaz.
La democracia en España
En términos de calidad y eficiencia de la democracia en nuestro país, la derecha es mucho más pesimista que la izquierda. Los votantes del PP consideran en un 20,6% que el funcionamiento de la democracia es peor que hace 10 años. El dato sube hasta el 37,7% entre los electores de Santiago Abascal, unos electores que, en un 16%, prefieren un Estado totalitario.
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Otro de los datos interesantes que muestra el último estudio del CIS es el grado de implicación en la política. El Centro de Investigaciones Sociológicas pregunta sobre el nivel de interés en la política. Aunque la mayoría reconocen un alto interés por la materia —un 26,1% reconoce que tiene “mucho interés” y un 38,2% afirma tener “bastante interés”—, los datos cobran mayor interés desplegado por variables políticas. Los votantes que muestran una mayor politización son los de Sumar, un 77,4% se muestran o muy interesados, o bastante. Sin embargo, los que asumen los votos de los menos interesados son los partidos tradicionales.