El Madrid reacciona a tiempo contra el Almería en una segunda parte frenética: tres goles y tres revisiones en el VAR

Un gol de Carvajal en el 99 sentencia un partido que los blancos perdían 0-2 al descanso y que acabaron ganando gracias a una de sus características remontadas, a la par que con polémica arbitral (3-2)

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Jude Bellingham reacciona durante el partido (REUTERS/Isabel Infantes)
Jude Bellingham reacciona durante el partido (REUTERS/Isabel Infantes)

Fue la tarde de las remontadas, la enésima, en el Santiago Bernabéu. Pero también la del VAR. Pocas veces se ha visto una oda similar a la herramienta arbitral como en la segunda parte del Real Madrid - Almería de este domingo. Y, además, en tiempo récord: tres revisiones en apenas 23 minutos contra el colista, cuya expedición se va realmente enfadada de la capital por la polémica. “Alguien ha decidido que aquí no podíamos ganar”, llegó a decir Pubill nada más producirse el pitido final, con un tanto salvador de Carvajal en el 99 que ni mucho menos empañó las dificultades. Las del Madrid para hacerse con el encuentro y las del Almería para sobreponerse al videoarbitraje (3-2).

Muchos esperarían una goleada blanca. Pero nada más lejos de la realidad. Al contrario: hubo un duelo de poder a poder, en el que el Madrid fue de menos a más. Sufriendo muchísimo por el camino y con un rival que acarició la posibilidad de tumbar a los de Ancelotti. Pero el sueño se quedó por el camino. Hubo resurrección en una segunda mitad en la que no dejaron de pasar cosas. Con un protagonista claro: Francisco José Hernández Maeso. Las decisiones del colegiado, a quien susurraba al oído Hernández Hernández, marcaron el partido de forma inevitable, porque este viró por completo, desde el 0-2 que imperaba, a raíz de las mismas.

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Primero, señaló un penalti a favor del Real Madrid, tras considerarse que hubo mano del Almería dentro del área. Lo transformó Bellingham. La acción sancionada tuvo que ser escudriñada una y otra vez en la pantalla hasta que se vio merecedora de pena máxima. Prácticamente a continuación, Arribas marcaba el 1-3, pero la alegría le duró un visto y no visto: gol anulado a posteriori por un golpe de Lopy precisamente a Bellingham en la cara, que llevó al inglés al suelo durante la jugada que terminó en tanto visitante.

Tensión en el Real Madrid - Almería (REUTERS/Isabel Infantes)
Tensión en el Real Madrid - Almería (REUTERS/Isabel Infantes)

Más adelante, llegaría el 2-2. De nuevo, con suspense. Lo que primero se consideró una mano de Vinicius a la hora de marcar acabó resultando una maniobra legal, tras observar la moviola y rectificarse la percepción inicial. Todo esto en poco más de 20 minutos que van a dar mucho de qué hablar y que cambiaron el guion sin remedio. Desde los 11 de descuento, en los que el Madrid prosperó sobre la bocina, hasta la acumulación de amarillas, pasando por la roja al técnico del Almería, Gaizka Garitano. El vasco, quizá para evitar males mayores, decidió morderse la lengua sobre lo sucedido, una vez consumada la derrota.

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El Madrid sobrevive al descalabro de la primera parte

Desde el arranque, el Almería intentó la machada de pasar por encima al último campeón de la Supercopa y aguarle la celebración de ese título en su casa. Lo cierto es que se quedó a la orilla de conseguirlo, y motivos no le faltaron. A los 38 segundos del inicio, ya hubo drama en las filas blancas: pérdida de Nacho, robo de Arribas y pase de la muerte de Robertone a Ramazani. Por si fuera poco, Kepa reavivó el debate en la portería del Madrid, pues llegó a tocar la pelota que supuso el 0-1.

Por mucho que los blancos rondasen de continuo los dominios del Almería, no había manera de que la pegada habitual sobresaliera. Nada salía a derechas, con centros y pases largos perdiéndose por doquier. El trote de los últimos días hacía mella en el conjunto merengue, tan apagado como para conceder una nueva estocada. En este caso, de Edgar, capaz de colar un auténtico misil por la escuadra. Previo regalo, uno más, de Nacho.

El compromiso, al contrario de lo que apuntaba la previa, amenazaba con ser uno de esos que dan pie a ganar o perder una Liga. Si el Madrid no espabilaba, podía lamentarlo. La reacción la lideró un Bellingham que, ahí quedaron las pruebas, se echó al equipo a la espalda para revertir la situación. Visto lo visto, nada habría sido lo mismo sin su concurso. Y todavía pudo hacer más: le anularon por fuera de juego el que habría sido su segundo tanto y no llegó a convertir varias ocasiones de excepción, como una chilena que habría pasado a la posteridad de haberse colado en las redes.

Carvajal y sus compañeros celebran el gol decisivo del Madrid frente al Almería (REUTERS/Isabel Infantes)
Carvajal y sus compañeros celebran el gol decisivo del Madrid frente al Almería (REUTERS/Isabel Infantes)

En medio de la locura, y de las sentencias arbitrales, el Almería no le perdió la cara a un asunto que había dominado. Pudo mantener la compostura durante 99 minutos, con Maximiano disfrazándose de superhéroe delante de Vinicius. Sin embargo, la capa no se la quedó el meta portugués, sino Carvajal. Empujándola, previo centro de Brahim y toque trascendental de Bellingham (qué ejercicio de estrellato el suyo), dejó a los andaluces al borde de besar la lona. Aún pudieron resurgir, pero su verdugo lo fue igualmente en defensa y llegó al despeje definitivo. Esta historia de calvario que muta en euforia la hemos visto antes. Y hay, contra todos los elementos, un protagonista recurrente: el Real Madrid.

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