Djokovic se seca el sudor de la frente mientras escucha, atento, las preguntas de los periodistas desplazados hasta Australia. Acaba de vencer a Etcheverry y todos los interrogantes giran en torno a su siguiente partido ante Shelton, con quien tuvo sus más y sus menos durante el pasado US Open por las celebraciones del estadounidense. El picante estaba servido hasta que el moderador informa que Shelton ha claudicado ante Mannarino y será el francés quien se enfrente a Novak en octavos de final. Sorpresa general. A sus 35 años se ha colado, por quinta vez en su carrera, en la cuarta ronda de un Grand Slam.
Mannarino es un semidesconocido para el público, pero se ha ganado un merecido reconocimiento dentro del circuito ATP por su particular forma de competir. “He empezado a beber tequila, te ayuda a no pensar”, bromea tras superar a Shelton y convertirse en el quinto jugador que, desde 1980, logra acceder a los octavos del major de las antípodas una vez alcanzada su edad. Solo Federer, Rafael Nadal, Gael Monfils y el propio Djokovic lo consiguieron previamente. “El tequila ayuda a no pensar demasiado, solo necesitas seguir adelante y, a veces, necesitas aclarar tu cerebro y dejar de pensar en el pasado y simplemente seguir adelante para mejorar”, concluye.
Te puede interesar: Carlos Alcaraz pisa fuerte contra Shang y ya está en la cuarta ronda del Open de Australia
Victorias maratonianas
Inventivo sobre la pista y de talento innato, el francés humaniza la explosión tardía del deportista a ritmo maratoniano. Sus tres victorias en Australia se traducen en 11 horas y 46 minutos de juego. Ante Wawrinka (3 horas y 36 minutos), Jaume Munar (3 horas y 24 minutos) y Shelton (4 horas y 4 horas y 46 minutos). Y todas ellas han necesitado de cinco sets para dirimir el triunfador. “Durante el último partido llegó un momento en el que pude desligar el cerebro de todo el dolor físico que sentía y me limité a correr de un lado a otro. La clave para mí es no pensar, y a eso ayuda el magnífico ambiente que se vivió en la cancha. Ayer salí a pista a hacer una sesión de entrenamiento con mi entrenador y a los 15 minutos le dije que nos fuéramos al hotel a descansar, que había tenido ya suficiente tenis los días anteriores. Ahora mismo, lo prioritario para mí es recuperarme bien de los esfuerzos”, asegura el francés.
Lejos de los focos, Mannarino prepara sus partidos sin conocer su rival. “No creo que necesite ninguna preparación especial antes de un partido. Eso me parece una tontería”, aseveró un Adrian Mannarino que establece una condición inviolable para todo aquel que quiere hablar con él durante un Grand Slam, como es la de no desvelar la identidad de su próximo rival. A veces lo consigue, pero también se dan situaciones curiosas en otras ocasiones.
Sin conocer su rival, sin sponsor y sin tensión
“Cuanto más tarde me entere de quién es mi contrincante, mejor para mí, porque así evito pensar en ello. Digamos que el promedio de tiempo en el que me entero de contra quién juego es de una hora. Supe que jugaba contra Shelton porque busqué en las pantallas del restaurante donde estaba tomando algo en qué pista jugaban mis amigos Mahut y Roger-Vasselin su partido de dobles, y de repente, vi mi nombre junto al de Ben”, dijo para risa de todos los presentes. “Cada día es distinto. Antes del partido de Munar, me enteré con más antelación de la prevista porque el conductor que me trajo al club, me deseó suerte en mi duelo contra Munar, desvelando su identidad”.
Mannarino desprende carisma y tenis del de antes. No cuenta con ningún sponsor en su indumentaria y utiliza la misma raqueta durante todo el año. Bajo la singularidad de sus preferencias. Con su golpeo busca ganar potencia, profundidad e imprimir mayor velocidad con menos esfuerzo. Por ello encorda su raqueta con una tensión muy baja, de entre 10 y 11 kilos, cuando la media en el circuito es de entre 22 y 24. Jugaba con una muy vintage, tanto que llegó a poner un anuncio en redes sociales para encontrar una, porque el modelo estaba descatalogado. Todas estas particularidades convergerán en la pista principal del Rod Laver Arena, donde espera Djokovic. No diga diferente, diga Mannarino.