Hay decisiones que cambian la perspectiva de un pueblo. En Júzcar, hace doce años, todas las casas se pintaron de azul como en la canción de Domenico Modugno. No era un homenaje al cantante melódico italiano sino un acto promocional de la película Los pitufos 3d que consiguió colorear una población entera de la Serranía de Ronda.
La película pasó, como pasan todas, y la casas se quedaron igualmente pintadas de azul, sin que nadie las devolviese su original blanco, que es el color del encalado tradicional en la zona. La película se fue, pero los pitufos se quedaron. Al menos su color, lo que llevó a hacer de Júzcar un pueblo distinto a todos los demás. Diferenciarse como clave del márketing rural.
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El pueblo tiene 250 habitantes, está en el Alto Valle del Genal y solo en 2022 recibió unos 47.000 visitantes, con curiosidad por ver tan especial paraje que, además, está enclavado en un precioso entorno natural. Los visitantes pueden informarse de las maravillas de la zona en el punto de información turística del pueblo, un lugar que, como no podría ser de otra manera, es una enorme seta gigante que recibe al viajero al llegar al pueblo.
El encargado del turismo en la localidad es Alfredo Oballe, dinamizador del turismo y custodio de todos los datos que se pueden necesitar en el pueblo. Cualquier pregunta sobre Júzcar, si tiene respuesta, formará parte de su conocimiento. Desde estadística de visitantes hasta la distancia entre la localidad y cualquier otro municipio de alrededor.
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El mejor año turístico fue, precisamente, 2013, cuando los pitufos eran una cosa importante. El mundo entero celebraba la llegada de la segunda parte de la película de animación y de eso se benefició Júzcar, que recibió 59.815 turistas en sus calles. La mayor parte de los visitantes son españoles: andaluces, madrileños, catalanes y vascos, pero también hay extranjeros, se recuerdan viajeros de Turquía, Eslovaquia, Portugal, Francia, Bélgica y el Reino Unido.
Un referéndum
Y es que claro, ser el primer pueblo pitufo del mundo algo tenía que sumar. El cambio se dio gracias a Sony Pictures y en su momento fue toda una revolución. 175 inmuebles se pintaron de azul, 9.000 kilos de pintura fueron necesarios para remozar el pueblo entero. Y entero es entero, pues ni siquiera la iglesia se libró de las garras de la publicidad. Fue en 2011 y un año más tarde, para la segunda película de la serie, fue hasta Andrés Iniesta por el lugar.
El entonces alcalde de Júzcar, David Fernández, llegó a organizar un referéndum para preguntar a los vecinos si querían seguir siendo un pueblo azul una vez concluido el contrato con Sony y el ‘sí’ ganó por amplia mayoría. Y así se quedó, azul pitufo, distinto a los otros pueblos de la comarca. Hoy sigue igual, por supuesto, aunque la pintura no es la misma, se ha remozado un par de veces porque el color se desgasta. Es el propio ayuntamiento el que compra la pintura y los ciudadanos los que se esmeran en pintar sus casas.
Carmen es vecina del pueblo y muestra orgullosa a EFE su casa, que volvió a pintar de azul hace justo un mes. En primer lugar porque le gusta el color, pero también porque cree que así el pueblo se diferencia de los demás, atrae turismo y se crean puestos de trabajo.
Los vecinos no quieren desaprovechar el tirón que ha supuesto esta promoción cinematográfica, que ha dinamizado su economía y disparado el número de visitantes en la localidad, pese a que ello ha comportado la pérdida de la tranquilidad.
“Muchos fines de semana llegan hasta cinco autobuses llenos de turistas”, resalta Carmen, que vive en la entrada del pueblo, cuyas estrechas calles son ahora un trajín de visitantes que a diario llegan en moto, coche o autocar y que se han convertido en el sustento de la economía local.
Prueba de ello es que Júzcar ha pasado de contar con un solo bar a tener seis, y “con vistas a abrir dos más”, y han proliferado las casas rurales. Además, se ha disparado el interés por comprar o alquilar en el municipio, donde actualmente no hay ninguna propiedad disponible, afirma con rotundidad Alfredo Oballe.
Apuesta por el turismo de naturaleza
Júzcar ya no puede llamarse ‘pueblo pitufo’ por cuestiones de derechos de autor, así que ahora se promociona turísticamente como la ‘Aldea Azul’ y, más allá de la peculiaridad de su color, lo que quiere es ser también un referente para los amantes de la naturaleza y el turismo rural.
Tras la pandemia, indica Oballe, “lo que marca la diferencia es la sensación de contacto con la naturaleza, la sensación de control y la no masificación”, y eso es lo que ofrece Júzcar gracias a su ubicación en el Valle del Genal: actividades de senderismo, barranquismo, tirolinas y espeleología.
Por su parte, los fans de Los Pitufos, además de recorrer las peculiares calles del pueblo, donde hay numerosos grafitis y figuras de estos personajes, pueden también participar en talleres de confección de gorros, pintaúñas y pintacaras. El objetivo, subraya el alcalde, es que los visitantes se vayan de Júzcar “con buen sabor de boca” y ganas de volver.
(Con información de EFE)