En la era de los petrodólares vinculados al fútbol, las compraventas multimillonarias de clubes y los estadios con nombre de empresas, Unionistas de Salamanca afronta su partido de Copa del Rey ante el FC Barcelona presentándose en sociedad como el último resquicio de fútbol modesto y popular. Una filosofía de gestión alejada de los grandes propietarios y basada en el micromecenazgo. La cotidianidad frente el elitismo futbolístico. David contra Goliat. A priori los azulgranas parten con el cartel de favorito, pero para Unionistas es una oportunidad histórica. “Creo que cuando jugamos contra el Real Madrid en 2020, hace cuatro años ya, también fue muy significativo. Es verdad que era dieciseisavos de final y ahora son octavos. Entonces, a nivel de competición, es el año que más lejos hemos llegado y en consecuencia el más importante a nivel deportivo”, explica a Infobae España Miguel Ampuero, vicepresidente del club salmantino.
Durante el verano de 2013 falleció la Unión Deportiva Salamanca y dejó huérfana de fútbol de élite a la ciudad. Murió el club, pero no su sentimiento, que sigue vivo en Unionistas. “El club se funda en 2013, tras la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca debido a la mala gestión. Un grupo de aficionados decide emprender un nuevo proyecto que consiste en fundar un nuevo club que sirva como homenaje al la UDS y también esté sustentado por los valores o los principios de fútbol popular. Para también huir de lo que pasaba con la Unión Deportiva Salamanca con la mala gestión en la que el aficionado no tiene ni voz ni voto. Unionistas se funda con esos dos principales principios. Por un lado, rendir homenaje a la Unión Deportiva Salamanca y velar que no haya ningún otro club que intente hacer uso de sus símbolos y, por otro lado, dar importancia a los socios para no depender de inversores”, sostiene Ampuero.
Te puede interesar: La medida de Unionistas de Salamanca para evitar foráneos en la grada ante el Barça en Copa del Rey: “Será tipo discoteca”
Un socio, un voto
El actual Unionistas guarda señas de identidad de la extinta Unión Deportiva Salamanca. Su escudo luce la frase In Memoriam UDS, la equipación es blanquinegra, cada minuto 23 de partido los aficionados cantan el histórico himno de la UDS -fundado en 1923- e, incluso, durante sus primeros partidos los jugadores se reunían tras marcar gol para hacer un corrillo y apuntar al cielo, como si un familiar o amigo hubiera fallecido, pero refiriéndose a la Unión. “Nuestro lema cuando nos fundamos era sencillo. Un socio, un voto. El club se rige por asambleas, solemos tener dos al año. Una que suele ser más económica en la que se aprueba el cierre del ejercicio económico y aprueban presupuestos para la próxima temporada. Y otra en la que se votan otros asuntos como el escudo, himno, manera de vestir, estilo de la camiseta y a nosotros. La directiva estamos elegidos por los socios, ellos mandan. La toma de decisiones está dirigida por la directiva, pero actuamos como representantes de los socios”, asegura Ampuero.
Un modelo no exento de dificultades. “El año de la pandemia fue muy complicado para muchos clubes. Se jugaba prácticamente a puerta cerrada y claro, teníamos un dilema. Si la gente no se hace socio no generamos ingresos. Aquel año sacamos un lema que es un poco el de Unionista. ‘Llegaremos hasta donde los socios quieran’. Si quieren contribuir más, tendremos más presupuesto. Competimos contra transatlánticos diariamente y todos los años acabamos en mitad de tabla o cerca de los playoffs. No tenemos un inversor, pero hace diez años estábamos jugando en el barro. Aún hay crecimiento más allá del punto en el que estamos”.
Los socios al rescate
Unionistas recibe al Barcelona en su estadio, el Reina Sofía. No lo hace en las Pistas del Helmántico, donde se enfrentó al Real Madrid precisamente antes de la pandemia. Una situación que pudo no haber tenido dicho desenlace. La temporada pasada la Federación exigía cambiar el césped artificial por hierba natural. Un cambio cuyo coste ascendía a 300.000 euros que fueron asumidos por socios y simpatizantes del club. “El club se vio en una situación en la que estuvimos dos o tres semanas con la posibilidad de desaparecer. No podíamos pedir un préstamo porque, siguiendo la ideología del fútbol popular, no queremos endeudarnos. Somos deuda cero y los directivos si endeudamos el club o generamos pérdidas, asumiríamos personalmente esas pérdidas para que el club siempre estuviese saneado”.
Te puede interesar: El plan de Unionistas de Salamanca para evitar otro apagón en Copa del Rey: “Debería caer una bomba nuclear para que no funcione”
“Al no poder pedir préstamos, se nos ocurrió que los socios pagasen un carnet de 5 a 10 años para anticipar así la cuota y poder asumir el cambio. El césped sobre le que jugará el Barcelona es pagado por los socios”. Además de su gente, Unionistas cuenta con más de 100 pequeños patrocinadores que sustentan el club. Basta con darse una vuelta por el Reina Sofía para darse cuenta de ello. No se repite ninguna marca en las lonas publicitarias de todo el estadio debido al alto número existente. “Hay mucha gente que en Salamanca que tiene su pequeño bar, comercio, academia de formación y quieren colaborar con nosotros. Intentamos dar retorno a esa iniciativa. Yendo con el equipos de categorías inferiores a cenar a los restaurantes y demás”, sostiene Ampuero.
Doble trabajo
Una pasión que convierte en realidad la vocación. “Los directivos no cobramos nada ni tenemos ningún tipo de privilegio ni nos pagamos gastos. Todos tenemos nuestro trabajo de lunes a viernes o cuando sea nuestros horarios. En mi caso yo trabajo en Madrid y por ejemplo, este fin de semana vine a ver el partido de Liga y el peaje y la gasolina corren de mi cuenta. Soy ingeniero por las mañanas y vicepresidente por las tardes. Cierro un ordenador y abro otro. Sacrifico días de vacaciones, de estar con amigos, familia e incluso hacer deporte”, manifiesta Ampuero.
Salamanca en general y Unionistas en particular, se preparan para escribir otra página dorada de la corta historia del club en la que el Barcelona es el invitado VIP. Aunque no el protagonista, ese papel está reservado para Unionistas, más que un club.