El último informe del Consejo de la Juventud sitúa la edad media de emancipación en España en los 30,3 años. Es la tercera más dentro de la Unión Europea, solo por detrás de Grecia e Italia. La tasa de emancipación juvenil parece haber subido en 2023 hasta el 16,3 %, pero los datos siguen muy por debajo de los de nuestros vecinos europeos. El retraso en la emancipación se debe sobre todo a la precariedad laboral y a los altos precios tanto del alquiler como de la compra de vivienda, a los que hasta las personas de 30 o 40 años les cuesta acceder.
Esta situación es especialmente acusada en la capital, donde el metro cuadrado se paga ya a más de 4.800 euros. Así, si los jóvenes parecen condenados a vivir para siempre de alquiler, los precios actuales hacen que no puedan permitirse ni siquiera pagar una renta. Muchos acaban renunciando a emanciparse o se lanzan a compartir piso, aunque el sueldo a veces no les alcanza ni para eso.
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Este drama lo ha denunciado en su cuenta de TikTok el influencer Diego Nister (@diegxnister), indignado con su búsqueda de piso en Madrid.
@diegxnister Encima gente joven no quieren, pues vamos apañados.
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El testimonio de Diego ante el mercado inmobiliario madrileño
El relato de Diego comienza con la indignación ante los precios de la capital. Se tiene que mudar de piso y se ha sorprendido ante los anuncios que encuentra en el mercado. “No sabía que estaban tan disparados los precios”. El joven, natural de Ibiza, asegura que “ya sabía que la cosa estaba cara”, pues tiene experiencia de otras ciudades con los mismos problemas. Pero los índices de la capital no se acercan a los de otras comunidades.
“Por 20 metros cuadrados, por un pasillo que no llega ni a ser pasillo te están clavando 1.500 ñapos (euros)”, exclama, indignado, mientras pasea por la calle. Con un SMI fijado en 1.134 euros, parece imposible para los que empiezan a independizarse con sus primeros trabajos permitirse pagar estos alojamientos. Ya no son solo los precios, sino también el estado de la vivienda, que no se ajusta a lo caras que son. “Si tú me dices que por lo menos los pisos son bonitos y que tienen algún tipo de iluminación divina, pero es que ni eso”.
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Adelantándose a las críticas, descarta la idea de compartir piso por el escaso espacio disponible. “El problema del piso no es que sea pequeño, es que en dos minutos ya te has zumbado todas las partes del piso: cocina, salón, baño, ya está. No hay más”. “Encima gente joven no quieren, pues vamos apañados”, termina el influencer, pues muchos propietarios son prejuiciosos con quien dejan entrar en sus pisos, lo que suele ir en la contra de este grupo.