Se ha convertido en la protagonista de la temporada cinematográfica por encabezar el reparto de dos de las películas europeas más importantes del año: Anatomía de una caída, de Justine Triet (ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes) y La zona de interés, de Jonathan Glazer.
Por ambas películas podría estar nominada a los Oscar, ya que su interpretación es de las que dejan huella. En Anatomía de una caída encarna a una escritora de éxito que basa sus novelas en su propia experiencia y que se enfrentará a la justicia después de que su marido fallezca al despeñarse por una ventana. Ella se convertirá en la principal sospechosa y nos adentraremos en una trama tanto criminal como psicológica en la que se irán diseccionando todos los ángulos de su vida privada.
En La zona de interés, basada en la novela de Martin Amis, la actriz se convierte en la esposa de un nazi responsable del campo de concentración de Auschwitz. Ella vive feliz en el entorno idílico que se ha creado en una casa repleta de comodidades que se encuentra justo al lado de ese lugar de horror que nunca veremos, pero sí sentiremos a través de elementos sonoros y visuales, como esa chimenea que expulsa las cenizas de los presos asesinados.
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Una actriz con personalidad que imprime su carácter en cada papel
Aunque se trata de dos papeles muy diferentes entre sí, Sandra Hüller les imprime su personalidad, a través de una especie de máscara impenetrable, como si nunca fuéramos capaces de adivinar lo que ocurre en su interior, dotando a sus criaturas de un aura tan fría como repleta de extrañeza. En el caso de la película de Glazer, resulta especialmente perturbadora por su capacidad manipuladora y su falta de sentimientos.
En España la conocimos gracias a Réquiem (El exorcismo de Micaela), película de Hans-Christian Schmid que ganó en el Festival de Sitges y que se basaba en el caso real de una joven universitaria, Annaliese Michel que aseguraba estar poseída por seis demonios diferentes, entre ellos Hitler y que terminó falleciendo a causa de desnutrición. Scott Derrickson realizaría su propia versión de esta historia en El exorcismo de Emily Rose.
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Poco a poco, Sandra Hüller se fue haciendo un hueco dentro del cine alemán hasta que consiguió su gran hit, Toni Erdmann, inclasificable y magnífica película de Maren Ade, en la que encarnaba a una ejecutiva que volvía a retomar la relación con su padre, un hombre excéntrico que pondrá su ordenada vida patas arriba y, a pesar de sus reticencias, terminará salvándola y enseñándole qué es lo verdaderamente importante en la vida.
Su primer encuentro con Justine Triet fue en El reflejo de Sybil, en la que interpretaba un pequeño papel, y continuó trabajando con directoras, como Alice Winocour, en la película de ciencia ficción intimista Próxima, o con Maria Schrader en El hombre perfecto.
La revista The Hollywood Reporter la ha considerado la actriz del año, y su repercusión no para de crecer, aunque ella se considera una persona normal, a la que le gusta hacer la compra y pasear con su perro y que, por eso, no tiene alma de estrella, porque prefiere el anonimato a las cámaras.