Mabel Lozano es directora de cine, actriz y escritora, además de una comprometida activista en defensa de los derechos de las mujeres. Lleva años alertando de los peligros de la pornografía en los jóvenes, que a solo a un click, recuerda, tienen acceso a un contenido “tremendamente violento” en internet, y eso puede generar una visión distorsionada de la sexualidad. Si bien celebra que el Gobierno vaya a poner en marcha en los próximos meses un sistema de verificación de edad en internet para proteger a los menores del porno en internet y una ley integral, también considera clave el papel de las familias.
“Por supuesto que hay que legislar para proteger a los menores de algo que les va a hacer daño, pero es necesario que la gente se aplique el cuento en sus casas. Doy muchas charlas en institutos de educación Secundaria y, cada vez que pregunto a los adolescentes si sus padres les hablan sobre sexualidad, la respuesta es no”, dice Lozano a Infobae España. La también autora de la serie documental PornoXplotación, donde muestra cómo la pornografía se ha convertido en una industria “asequible, accesible y anónimamente aceptaba”, lamenta que la sociedad española sea “la más recatada y pudorosa con el tema de la sexualidad”.
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“Estamos ante una sociedad donde las familias, padres y madres, siguen sin hablar a sus hijos de algo tan importante como es la sexualidad”, critica la activista. Es más, añade, muchas veces cuando hay una película con un alto contenido sexual, “los padres mandan a la cama a sus hijos” en vez de hablar con ellos, mientras que eso no ocurre cuando hay escenas de violencia. “En España todavía tenemos esa moral católica que considera que hablar de sexo es pecado”, resume.
Los adolescentes, como nativos digitales que son, “es lógico que busquen información en internet cuando su sexualidad se está construyendo”, pero muchas veces se encuentran con páginas web porno que promueven la violencia sexual y apenas tienen 12 años, tal y como recoge un informe de la ONG Save the Children, que indica que casi 7 de cada 10 (el 68%) accede a estos contenidos sexuales de forma frecuente. Y estos no son los únicos datos preocupantes, ya que un reciente estudio de la Fundación Fad Juventud también señala que el 62,5% de los jóvenes en España consumen pornografía -un 72,1% en el caso de los chicos- y, de estos, casi la mitad admite que ve demasiado y que ha intentado reducirlo pero no ha podido (45,7%).
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Aumento de la violencia sexual
De hecho, Lozano tiene claro que la pornografía está relacionada con el aumento de la violencia sexual en España, donde los delitos contra la libertad sexual subieron un 12% entre enero y septiembre de 2023, al registrarse 15.051 en comparación con los 13.437 del mismo periodo en 2022, según los últimos datos del balance de criminalidad del Ministerio del interior.
“Cuando un menor está viendo pornografía desde que tiene 11 o 12 años, está normalizando un comportamiento porque nadie le ha dicho que eso está mal. Son una hoja en blanco y nadie les ha dicho que la sexualidad tiene que ver con la empatía, con el deseo compartido y, si lo primero que ven es una violación grupal de una chica en un bosque en un vídeo que acumula miles de visitas, pueden pensar que eso es lo que les gusta a las chicas”, lamenta.
Por todo ello, aparte del papel clave de las familias, Lozano también considera fundamental que en los centros escolares se hable de sexualidad, porque de lo contrario abordar los problemas que puede generar la pornografía “será mucho más complicado”. Y es que los efectos de la pornografía son mayores en los adolescentes porque su cerebro aún no está desarrollado del todo.
Según el Instituto de Neurociencias Aplicadas, la industria pornográfica se comporta como una droga, pues a diferencia del placer que la práctica sexual puede suponer, el placer otorgado por la pornografía puede llegar a generar un comportamiento adictivo debido a la mayor cantidad de dopamina que desencadena. Al percibir una mayor descarga de dopamina mediante el consumo del porno, se incentiva la repetición de la conducta, haciendo que la persona pierda la capacidad de controlar sus propias sensaciones y voluntad y, por tanto, se consumirá una mayor cantidad de esos contenidos sexuales.
Mujeres explotadas sexualmente
En una reciente investigación que Lozano ha llevado a cabo con asociaciones con las que trabaja, ha podido constatar que están llegando a España muchas mujeres jóvenes, procedentes sobre todo de Colombia, “para ser explotadas como modelos camgirls”, que realizan vídeos sexuales en tiempo real. “Es la pornografía en directo y no podemos olvidar que genera mucha violencia. Está hecha, en su gran mayoría, por hombres y para hombres y eso está generando una generación de chavales violentos y misóginos”, sostiene.
Esa generación de chicos, añade, “se está acostumbrando a tener un supermercado de cuerpos porque es lo que están viendo en el porno, al que puede acceder 24 horas los siete días de semana, pero “la vida no es un supermercado de cuerpos y luego quieren conseguirlos en la prostitución”. De hecho, Lozano asegura que la pornografía, la prostitución y la trata sexual conforman el “triángulo de las Bermudas”.