Antropofagia, desafíos y solidaridad. Así fueron los más de dos meses de convivencia de los 16 supervivientes (de los 45 pasajeros totales, 19 de ellos, miembros del equipo de rugby Old Christians Club) del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló el 13 de octubre de 1972 en la Cordillera de los Andes y que J.A. Bayona retrata en La sociedad de la nieve, la cinta que representará a España en los Oscar.
La película ha hecho historia al estar preseleccionada en en cuatro categorías de los galardones más importantes de la industria cinematográfica, en concreto, ‘Mejor Película Internacional’, ‘Mejor Maquillaje y Peluquería’, ‘Mejor Banda Sonora’ y ‘Mejores Efectos Especiales’. En los Premios Goya, la cinta de Bayona opta a 13 galardones.
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La sociedad de la nieve no sólo se ha convertido en la película más vista en todo el mundo tras su estreno en Netflix el pasado 4 de enero, también ha abierto la veda de la conversación en torno a todo lo que rodea la película. Los espectadores han convertido la cinta en uno de los elementos culturales más comentados de las últimas semanas. No en vano, muchas preguntas asaltan a aquellos que han decidido redescubrir los elementos de la tragedia.
Una de ellas es por qué los supervivientes casi siempre tienen un cigarrillo a mano, cuáles han sido las dietas milagro que han llevado a sus actores a perder mucho peso en poco tiempo o por qué miccionaban un líquido negro en El valle de las lágrimas,un glaciar a 3.500 metros de altura que invita a la hostilidad más implacable.
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Basada en la novela de Pablo Vierci
El argumento de La sociedad de la nieve puede resultar familiar, pues ya se ha hecho una película basada en la tragedia de los Andes. Se trata de ¡Viven! (1993), la cinta dirigida por Frank Marshall y que protagonizaron Ethan Hawke o John Malkovich. El filme esta basado en la novela de Piers Paul Read, Alive: The Story of the Andes Survivors, mientras que la de Bayona toma como material de referencia La sociedad de la nieve de Pablo Vierci, escritor uruguayo que recogió durante años los testimonios de los supervivientes del desastre, formando un relato más fidedigno de los hechos.
Pablo Vierci consiguió, con La sociedad de nieve, reflejar el tratado emocional de los 16 supervivientes del accidente aéreo. Eso sí, partía con ventaja. La cercanía que mantuvo con ellos a raíz de la tragedia fue clave para registrar la cronología de los hechos y el abanico emocional que marcaría sus años posteriores. Un elemento esencial fue que Vierci fue compañero de colegio de algunos de los que consiguieron escapar con vida.
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Alumno del Stella Maris (un colegio católico uruguayo que nada tiene que ver con La mesías, serie de Los Javis), Vierci compartió pupitres y apuntes con la mayoría de los supervivientes y, además, comulga con ellos en varios elementos esenciales: el mismo sentido de familia, de país, de cultura y de valores. La cercanía fue clave para escapar de lo común y convertir su obra en un ente más pausado, más reposado y, sobre todo, más sentimental.
¿Qué no aparece en ‘La sociedad de la nieve’?
Más allá de la película, lo cierto es que se esconde otra gran historia, que no es otra que la que han vivido los supervivientes del accidente tiempo después y no sale en pantalla. De los 16 supervivientes, la mayoría jóvenes estudiantes e integrantes del club de rugby uruguayo Old Christians Club, tan solo dos han fallecido en todo este tiempo. El empresario de Montevideo Javier Methol murió en 2005 a consecuencia de un cáncer, mientras que José Luis ‘Coche’ Inciarte, uno de los líderes del grupo, falleció el pasado verano, si bien tuvo tiempo de asesorar en La sociedad de la nieve y pudo ver la película antes de fallecer. No obstante, a los catorce restantes se les ha podido ver en mayor o menor medida y seguir su historia, pues algunos de ellos incluso han accedido en muchas ocasiones a contar su propia experiencia de la tragedia.
Dejando a un lado el desenlace de la película pero sin olvidar que se trata de una historia real, uno de los encargados de organizar el rescate fue Roberto Canessa. El jugador de rugby y estudiante de medicina, que contaba con apenas 19 años, fue clave a la hora de buscar ayuda, pero también atendiendo a sus amigos y compañeros heridos gracias a sus estudios de medicina. Una experiencia que le llevaría a seguir con su formación y a posteriormente especializarse en cardiología infantil, por la que ha ganado hasta tres Premios Nacionales de Medicina en su país, además de conseguir formar una familia con su novia de toda la vida.
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Otra de las figuras más destacadas y recordadas del accidente es Carlos Miguel Páez Rodríguez, conocido popularmente como Carlitos Páez. El por entonces estudiante se acabó licenciando como técnico agropecuario y estuvo trabajando en ese campo durante varios años, para posteriormente dedicarse al mundo de las relaciones públicas a partir de abrir una consultoría de comunicación. Sin embargo, su labor más importante ha sido quizá la de conferenciante como narrador de su experiencia para millones de personas, llegando incluso a escribir dos libros al respecto: Después del día diez y Desde la cordillera del alma. Además, Páez ha sido otra figura indispensable dentro del rodaje de La sociedad de la nieve, ya que no solo ha ejercido como asesor sino que también ha participado de forma activa en la película, en la que interpreta a su propio padre.
De supervivientes a héroes
Otro miembro destacado de la expedición fue Roy Harley, quien se encargó de activar la radio y gracias al cual tenemos algunos de los documentos gráficos del suceso, ya que portaba con él una cámara fotográfica. En la actualidad es ingeniero y se dedica a dar charlas a lo largo de todo el mundo. Algo parecido a Pedro Algorta, quien inicialmente no se mostraba proclive a hablar de la tragedia pero quien finalmente lo hizo a través de su libro Las montañas siguen allí.
Antonio Vizintín, al que apodaban ‘Tintín’, fue otro de los miembros que optó por superar su tragedia a través de apariciones públicas, aunque por el camino sufrió varios reveses, pues se divorció y en 1991 se quedó viudo de su segunda esposa y con dos hijos a su cargo. Gustavo Zerbino, compañero de universidad de Canessa, fue otro miembro destacado de la expedición, pues se encargó de preservar buena parte de las pertenencias de la tripulación y de, llegado el momento, animar a los supervivientes a comer para seguir adelante. Además, Zerbino también se animó a dar charlas motivacionales al tiempo que dirige un negocio.
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El último de los supervivientes que ha estado en el foco público es Moncho Sabella, que además fue uno de los últimos en incorporarse al vuelo porque sus amigos Carlitos Páez y Roberto ‘Bobby’ François lo convencieron a última hora. Sabella es a día de hoy un empresario prestigioso, está casado y, aunque inicialmente prefería mantenerse al margen por respeto a las familias de las víctimas, finalmente accedió a dar charlas como muchos de sus compañeros.