El consumo de pornografía entre la población joven, que se ha disparado en los últimos años, tiene un impacto tanto en sus relaciones como en su desarrollo y, según un informe de Save the Children, casi 7 de cada 10 (el 68%) accede a estos contenidos sexuales de forma frecuente y la edad de inicio ha descendido hasta los 12 años. Los datos son tan preocupantes que el pasado domingo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en una entrevista con El País que se va a aprobar una ley integral para proteger a los menores del porno en Internet.
Que los menores puedan acceder de forma ilimitada a múltiples contenidos pornográficos cuando aún se están desarrollando dificulta que diferencien entre realidad y ficción, explica a Infobae España Lydia Delicado, doctora en Ciencias Humanas y de la Educación. “La mayor parte de la pornografía digital a la que se accede de forma gratuita, sin filtros y sin obstáculos, es una pornografía viral con contenidos que son problemáticos a cualquier edad, pero lo son más aún cuando se accede a una edad en la que tu cosmovisión no puede entender ese contenido explícitamente violento y extremo”, señala la experta en género y profesora en la Universidad pública de Navarra. Independientemente de si estás registrado en plataformas de pornografía, “ese contenido viral violento” es el que sugiere Internet y llega a los menores, advierte.
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Uno de los contenidos más buscados y consumidos están relacionados con prácticas de sexo grupales como el “gang bang y otras específicamente violentas como la multi penetración” de dos o más hombres a una mujer al mismo tiempo, lo que provoca efectos en la salud de manera inmediata, asegura Delicado. De esa forma, añade la también secretaria de la Red Académica Internacional de Estudios de Prostitución y Pornografía, se genera una serie de expectativas sobre la sexualidad que “siempre tienen que ver con formas violentas como tirar fuertemente del pelo, asfixiar con una bolsa o tapar la nariz mientras se produce una felación”.
A veces ni siquiera hay una curiosidad sexual por parte de los menores, pues en muchas ocasiones acceden con facilidad a ese contenido pornográfico con sus móviles a través de ventanas emergentes que les llevan a una imagen o vídeo agresivo y cosificante, pues “no existe ningún filtro y es gratuito”
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La pornografía, además, no solo busca consumidores en Internet a través de ventanas emergentes, correo spam o avisos. Desde que se digitalizó hace dos décadas “ha tenido una enorme capacidad para influir en todas las industrias culturales” y actualmente está presente “en todos los escenarios de la vida cotidiana, ya sea de manera metafórica o de forma más explícita”, asegura Delicado.
La ley propuesta por el Gobierno para proteger a los menores de la pornografía en Internet, un documento que podría ser aprobado este martes en el Consejo de Ministros, también contempla “una estrategia multidisciplinar desde el ámbito de la educación, de las competencias digitales, también en el ámbito de la igualdad”, según indicó Sánchez, además de la creación de dispositivos que impidan el acceso a contenidos pornográficos a los menores.
La pornografía tiene un impacto en la sociedad en su conjunto
En ese sentido, Delicado cree que además de una educación sexual en las aulas, también es fundamental que el personal docente de todas las etapas pueda conocer en profundidad cuáles son las problemáticas asociadas a la pornografía, porque “hay dimensiones sociales y culturales, dimensiones políticas relacionadas con el poder, la dominación, la subordinación y la violencia”. Si bien considera que la nueva ley es un primer paso porque la protección de los menores “es prioritaria”, también cree que hay que tener en cuenta los impactos que este tipo de contenido genera en la sociedad en su conjunto. “Esto es una fuente viral de misoginia permanente que crea significados sobre las mujeres y los hombres y que obstaculiza la construcción de una sexualidad libre”.
Y además de esos impactos, advierte, es necesario regular la propia producción pornográfica, pues las mujeres que participan en estas películas sufren una violencia específica. “Cuando se está asfixiando a las mujeres se las está asfixiando de verdad o cuando se las arrastra del cabello o cuando se les introduce la cabeza en una bañera para impedir que respiren. Es violencia sobre la que tampoco hay ningún tipo de regulación”, critica. “Todos estos comportamientos generan deseos, imaginarios y fantasías y muchos jóvenes se los solicitan a sus parejas”, añade Delicado, por lo que el problema no solo se acota a lo que pueda suceder en cuanto a los menores, sino que “esto es un problema social global”, insiste.
La industria del porno es tan poderosa que en internet ya recibe más visitas que Netflix, Amazon y Twitter juntos mensualmente.