Paula Vázquez apunta a revivir los éxitos del pasado de la mano de su nuevo proyecto, Bake Off: famosos al horno, el nuevo concurso de TVE en el que un grupo de 14 famosos se enfrentan a los fogones con el objetivo de lograr el postre más dulce. Un formato que ya conoce muy bien, pues presentó la anterior edición en Prime Video junto a Brays Efe.
Tras estrenarse el pasado jueves, la cadena pública ha decidido moverlo a la noche de los lunes, comienza a las 22:50 horas, después de unos datos bastante bajos de audiencia. Y aunque este punto es clave para conocer si un formato puede tener una segunda edición, para la gallega no es determinante y es que lo que más le gusta es que podrá verse a la carta en RTVE Play.
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Sobre esto ha charlado con diferentes medios entre los que se encontraba Infobae España, recalcando que también está contenta con cómo se están desarrollando los programas y, como no, con el gran casting de concursantes, entre los que tiene amigas como Rocío Carrasco.
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¿Te caíste de los debates de El conquistador por Bake Off?
Sí, así es.
¿Tienes buenos recuerdos de la edición de Prime Video?
Buenísimos. Y de este también. Tengo buenos recuerdos y aún no lo hemos terminado de grabar. Es un programa muy agradable. Es como los amores. Cuanto más tiempo pasa, más lo idealizo. Me doy cuenta de que hablo de él como si hubiera sido la hostia, y antes no lo hacía.
El casting del programa es muy potente.
La verdad es que sí. Hay una amalgama increíble, han dado mucho juego. Todos han evolucionado. Terelu, al principio creía que no llegaba, que lo de ella era el salado, y poquito a poquito se ha ido creciendo. Hacen unas cosas súper deliciosas hasta los futbolistas (Julio y Patxi Salinas)... Son como Zipi y Zape, uno es el equilibrado, estuvo con un pastelero dos semanas antes para practicar, y el otro es un caos.
¿Alguno ha sido un descubrimiento para ti?
Todos. Alba Carrillo me tiene enamorada, ¡qué tía más ágil, rápida, inteligente! Me gusta un montón. Y Rocío yo creo que es un descubrimiento para mucha gente aquí también, es un postre solo ella, una madre que está pendiente de todos. Es súper generosa, no tiene ningún tipo de centrismo ni de estrella.
En un programa como este, ¿es más importante que los concursantes sepan cocinar o que den juego?
Hay días que no abren la boca. Están tan concentrados en lo que están haciendo que yo misma peinso que luego no va a haber contenido porque no están hablando. Pero estoy relajada con la postproducción que hace Boxfish, porque sacan la punta de todo. Es verdad que tardamos dos días en hacer un capítulo, y hay veces que estás aquí y dices, ‘¡ay! Esto no hay quien se lo trae’. Pero luego tienes que verlo comprimido y reducido. No siempre se están quedando los personajes que más juego dan.
¿Te preocupan las audiencias?
Hace años que prefiero que no porque, de lo contrario, me deprimiría para seguir trabajando en algunas ocasiones. Otras veces es como un número falso porque el extremo siempre es más alto que el resto. Me gusta pensar como cuando lo hicimos para otra plataforma en la que nunca necesité pensar en la audiencia, porque en este caso también sigue colgado en RTVE Play, con lo cual la gente lo puede seguir viendo.
Lo bonito es que nuestra profesión ha cambiado tanto, antes el trabajo caducaba en el momento que decías ‘Adiós, buenas noches’. Así ha sido, para mí, durante 20 años. Y de golpe, ahora, sigue en la plataforma. Es como el cine. La gente que hacía cine, su trabajo seguía estando ahí. Yo hoy en día puedo hablar de que tengo cuatro formatos todavía en plataformas. A mí esto no me había pasado jamás. No sé si el día de la emisión la audiencia nos va a elegir o va a estar en otro momento por el horario, porque se acuesta más temprano.
¿En qué momento te encuentras en la profesión? ¿Cómo te guías para elegir los proyectos que te presentan?
Lo que me pone cachonda es que me den formatos que no se han estrenado, o que al menos el gran público no conoce y que sea la primera edición. Si además es un programa blanco, yendo a colocarme de un lado de famosos y en el que no tengamos que usar su vida privada, me gusta mucho. Ese respeto es complicado, pero de momento con Boxfish, en El puente de las mentiras y en Bake Off, lo estamos persiguiendo. Eso me gusta mucho.
Ahora se están recuperando programas del pasado. ¿Tienes claro qué tipo de formatos nunca presentarías?
Siempre lo he tenido claro.
¿Te verías en Supervivientes otra vez?
¿Por qué no? No lo sé. Son formatos que a mí me han aportado mucho, que me molan. Pero tiene lógica que haya una nueva generación de presentadoras más jóvenes que estén ahí. Cuando yo lo hacía, para mí, el reto era que no había habido ninguna mujer presentándolo antes. Hasta entonces, todos los programas habían estado presentados por hombres, como por ejemplo La isla de los famosos, Supervivientes o Pekín Express, la referencia que yo tenía en vídeo para ver era un tío vestido de militar diciendo: ‘Survivor!’. Conseguir hacerte un hueco en un personaje que tiene que tener autoridad, en bikini, me pareció entonces un reto.
Siempre has sido muy clara a la hora de dar declaraciones sobre cualquier asunto, ¿crees que eso te ha perjudicado y te ha cerrado puertas profesionales?
Sí, he pagado un precio en muchas ocasiones por opinar. Quizás no tanto de la tele, sino por emitir opinión en Twitter. No me arrepiento de nada. De hecho, renunciaba a formatos en su momento, o a hacer un magacín por las tardes en Telecinco, porque no me veía preparada con 23 años para hablar de política. Mucho menos quería hacer corazón, por ejemplo. No era una época en la que económicamente estuviera tan boyante, pero siempre he creído en el entretenimiento. Yo crecí con Chicho Ibáñez Serrador y Jesús Hermida, fueron mis maestros. Ellos me hicieron entender lo que es el entretenimiento, donde da igual tu vida privada. No la necesito.
Quizás ese sea el motivo por el que el público te siga respetando y apreciando...
Yo siempre vi esta profesión como una carrera de fondo. Con 15 años vi la moda como un mundo muy efímero, y la tele todo lo contrario, era trabajar en equipo. Lo que hacías tenía sentido, porque eres una pieza de un engranaje que tenía que funcionar bien, pues el mérito no es tuyo, pero tampoco el desastre. Y desde ese momento dije, ‘yo me quiero quedar’. Y analicé un poco y dije, ‘¿quién quiere trabajar con gente como Sara Montiel?’, y te dabas cuenta de que la carrera era otra cosa. Si quieres hacer un sprint final, sirve a cualquier precio. Yo decía, ‘no, yo quiero estar muchos años’. Me fijé en la gente que me gustaba. Me di cuenta de que tenía un denominador común y es que me caían bien. Tenían en común, que
me caían bien, porque eran buena gente. Así que, con los años, lo que procuras es intentar no convertirte en una mala persona, y para eso hace falta mucha terapia.
Todo el mundo habla bien de ti. ¿Es por el hecho de haber sobrevivido en este mundo que a veces es tan de tiburones?
No lo sé. En muchas ocasiones me he mantenido en un perfil bajo, donde otras personas hubieran aprovechado para intentar destacar. Yo, en mi carrera, siempre he creído que el presentador de entretenimiento es un hilo conductor de lo que está pasando. En este programa, los protagonistas son los concursantes y los jueces. Si yo quisiese destacar más, tendría que pasar por encima de, y a mí lo que me interesa es que se luzcan ellos, porque si ellos se lucen, mi programa brilla, y eso es lo que va a hacer que yo vuelva. Así lo he entendido siempre. Luego también me mola mucho venir a trabajar con buen ambiente, no valgo para estar mal con alguien. A veces me hubiera venido mejor tener un carácter más agrio, pero no sería tan feliz.