El 2023 fue un año récord en solicitudes de protección internacional. La Oficina de Asilo y Refugio (OAR) del Ministerio del Interior registró un total de 163.218 peticiones, un 37% más que el año anterior y la mayor cifra desde la creación de la oficina en 1992. La imagen plausible de este notable incremento es el estado de colapso que viven las salas de asilo del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
El pasado 22 de diciembre, tres jueces de instrucción de Madrid pidieron la toma de medidas urgentes ante la situación de hacinamiento e insalubridad detectada en las salas de inadmitidos y asilados del aeropuerto internacional. El Ministerio del Interior reaccionó habilitando una nueva sala en la Terminal 2, donde se alojan mujeres y niños. Lejos de aliviar el colapso, un policía nacional que ha visitado esta semana las instalaciones describe el nuevo espacio como “un habitáculo sin ventilación” con “colchonetas llenas de chinches”.
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Jacobo Rodríguez, portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), comprobó de primera mano el precario escenario en el que conviven personas migrantes y agentes del Cuerpo. En una conversación con Infobae España, relata que las salas de inadmitidos, ubicadas en las terminales 1 y 4 del aeropuerto, continúan “sobrepasadas”. Cuando en un contexto de normalidad tienen un aforo de unas 50 personas, en las últimas semanas han registrado una media de 150 ocupantes entre inadmitidos y asilados.
Tras la advertencia de los tres jueces de Madrid, Interior abrió de forma provisional una nueva sala en la Terminal 2, donde principalmente se ha alojado a mujeres y menores. La sorpresa para este policía fue comprobar que el espacio “carece de las más elementales condiciones de habitabilidad y salubridad”. Asegura que, al no contar con ventanas al exterior, está iluminado con luz artificial durante todo el día. Además, tiene “un único baño para todas las mujeres y niños que allí se hacinan en colchonetas hinchables sin fumigar”.
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Hacinados entre basura
A ello se suma, según denuncia este policía, que Cruz Roja, responsable de la gestión de la limpieza en dicha sala “se niega a entrar aduciendo que en la zona había chinches y hay riesgo para la salud”. Así, ha subcontratado a empresas para que se se encarguen de ese servicio, mientras que “mujeres, niños y policías ven cómo pasan los días sin que se recoja la basura”. Otras dos salas, las reservadas para inadmitidos, también presentan “graves deficiencias” como falta de camas o condiciones higiénicas “inadecuadas”.
El SUP también señala a AENA por mezclar en las mismas salas a inadmitidos y asilados, que deberían estar en distintos espacios, y no habilitar otros de forma provisional. Este escenario provoca que las personas migrantes se encuentran sometidas a una “alarmante” falta de intimidad, todo pese a que no se encuentran privadas de libertad. Los policías destinados en el puesto fronterizo aseguran que la custodia de los solicitantes de asilo está siendo “compleja”.