El 25 de abril de 2022, Paula Badosa se convertía en número dos de la WTA. Alcanzaba así el culmen de su carrera deportiva, que prometía grandes cosas de un tiempo a esa parte: primer título señalado en el circuito femenino en Belgrado, cuartos de final de Roland Garros 2021 y de los Juegos Olímpicos de Tokio, victoria en Indian Wells 2021 y Sídney 2022… Sin embargo, todo se torció a partir de ese punto álgido, sin que la tenista española haya sabido descifrar aún, a día de hoy, el porqué. Lo único que está claro, dada la frialdad de los números, es que vuelve a un gran escenario en este Abierto de Australia. Y lo hace muy alejada de las alturas en las que estuvo capacitada para instalarse: cierra el Top 100 tras medio 2023 sin poder competir.
Desde el mayor hito clasificatorio de su carrera, la jugadora nacida en Nueva York ha vivido una dolorosa caída libre debido a los problemas físicos. En 2022, tuvo que decir adiós a París, el segundo grande de la temporada, en tercera ronda, por una lesión en la pantorrilla. En Toronto, también se vio obligada a retirarse, en este caso en segunda ronda y por calambres. Este fue su techo en los siguientes torneos de esa campaña, incluido el US Open. Como muy lejos, llegó hasta cuartos de final en San Diego, y sufrió una nueva retirada en Guadalajara. Otra vez, en segunda ronda.
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Si terminar ese curso cediendo ocho de sus últimos 10 partidos no fue calvario suficiente, 2023 elevó el nivel de decepción hasta cotas mayúsculas. Para empezar, tuvo que faltar al Open de Australia que ahora vuelve a acogerle, debido a una lesión muscular en el muslo derecho que le llevó a retirarse de Adelaida en semifinales. Esta baja le supuso desaparecer del Top 20 mundial femenino. Al reaparecer, la suerte siguió sin sonreírle. Cuando parecía que volvía a hacerlo en Roma, hubo que lamentar un nuevo disgusto. Ya de forma fatal.
“He estado siete meses en un sofá”
En la tierra batida de la capital italiana, Badosa alcanzó los cuartos de final, generando esperanzas de poder protagonizar una buena actuación en Roland Garros. Sin embargo, no pudo ser de la partida en Francia: una fractura en una vértebra por estrés se lo impidió. Aunque pudo disputar Wimbledon, su vuelta a las pistas fue un visto y no visto debido al dolor que atenazaba su espalda. No tuvo más remedio que abandonar, en una de esas segundas rondas que se han vuelto tan aciagas para ella.
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A partir de entonces y hasta este lunes, los grandes escenarios tenísticos le habían sido vetados por su lesión. No pudo afrontar ni un solo encuentro más el año pasado, cuando llegó a ser más noticia por su relación sentimental con otro tenista reconocido, el griego Stefanos Tsitsipas, que por su concurso deportivo. “He estado siete meses en un sofá, todo necesita su tiempo. Sé que es un proceso que llevará su tiempo, pero me siento preparada”, valoraba antes de debutar en Melbourne, con la estadounidense Taylor Townsend (73 del ranking) como rival.
El choque en el que regresó fue hace apenas una semana, en Adelaida. Allí no pudo con otra norteamericana, Bernarda Pera (6-3, 2-6, 3-6). Aunque, viniendo de donde viene, la propia interesada se quedó más o menos conforme con lo demostrado: “Jugué a un nivel alto y yo me sentí competitiva. Lo que pasa es que a las dos horas de partido mi físico se agotó y no me quedaba tanta energía. El dolor en la espalda se me fue apenas hace un mes. A partir de entonces, he estado haciendo entrenamientos de máxima intensidad con jugadoras que no han parado de jugar. A mí me va a costar coger el ritmo competitivo, pero ojalá llegue aquí”.
El freno es inevitable, salvo sorpresa, en estos momentos. De hecho, el cuadro que le esperaría sería realmente temible: a partir de la cuarta ronda, se las vería con Aryna Sabalenka, Ons Jabeur y Coco Gauff, de forma consecutiva. “Ahora estoy aquí para competir y me gustaría no estar donde estoy de ranking y mentalmente me cuesta asimilarlo, verlo… Soy competitiva y orgullosa y quizás no lo pase tan bien al verme en esta situación”, admite Paula Badosa. Si todo va bien, quizá sea más factible soñar con un buen papel suyo en Roland Garros, los Juegos Olímpicos (en las pistas del grande parisino) y Madrid. Allí donde fue semifinalista (2021) cuando las mejores semanas, y no las peores, eran tendencia en su caso.