A Pedro Sánchez se le ha roto la mayoría a dos meses de estrenarla, atado a Junts y Podemos: 10 lecturas de la votación que condiciona su futuro

El presidente del Gobierno suda y paga cara cada norma, pero sigue teniendo la llave para un mandato largo. El pleno del miércoles en el Senado da pistas de cómo será el camino

Guardar
Junts salva los decretos de Justicia y anticrisis y Podemos tumba el de empleo.

Nada era lo que parecía en el pleno para el debate y aprobación de los decretos anticrisis en el Congreso de los Diputados, partiendo de que se celebró en el Senado. Alberto Núñez Feijóo, en la política desde 1991, acabó diciendo que no se habría dedicado a ella “de haber sabido que consistía en esto”. El PP, en busca de una explicación y una estrategia, ha terminado la semana de retiro en Toledo. Porque la última entrega de la saga acabó como las anteriores, con Pedro Sánchez saliendo de la negra humareda tras la explosión con una sonrisa y el traje impecables, cierto que esta vez con algún rasguño: “Bien está lo que bien acaba. (...) La legislatura y la democracia pluripartidista en la que estamos tienen estos azares”, minimizó el presidente.

Bien del todo no acabó porque Podemos se la mantiene jurada a Yolanda Díaz. El único escudo social que cayó lleva la firma del partido que sobre el papel lidera Ione Belarra, que votó junto a PP y Vox. El resultado, no el mediático, no el político, sino el real y fáctico, a pie de calle, es que priva a 730.000 personas en desempleo de un extra de 90 euros mensuales al subsidio que reciben. Podemos abandonó Sumar para tener voz y voto y no esperó para exhibirlo, se desconoce si en un error de cálculo ya que contaban con que Junts también votaría ‘no’ a los decretos. No fue así. Fue Podemos quien desbarató los planes del Gobierno y de la izquierda a costa de la aspiración de esos 730.000 compatriotas que pasan por un mal momento.

Junts se pasó el día argumentando su rechazo a los decretos. Diputados de esta fuerza filtraron a los medios que habían emitido su voto telemático y en contra, mintiendo. El día se encaminaba a lo que apuntaba a la primera gran derrota parlamentaria de Sánchez, pero atropelladas negociaciones telefónicas dieron su fruto. Negociaciones sobre materias que nada tienen que ver con lo que en el Senado se abordaba, como la competencia en Inmigración. El partido de Carles Puigdemont vende que ha conseguido la gestión “integral”, incluidos los permisos de residencia y la expedición de documentos, así como los “flujos migratorios”. El PSOE rebaja el entusiasmo independentista porque no firmó nada. La cuestión, enormemente compleja, gana peso y temperatura.

Pedro Sánchez, su gobierno y diputados celebran la aprobación de dos de los tres decretos anticrisis el miércoles en el Senado. (Fernando Villar/EFE)
Pedro Sánchez, su gobierno y diputados celebran la aprobación de dos de los tres decretos anticrisis el miércoles en el Senado. (Fernando Villar/EFE)

Te puede interesar: El último pacto con Junts, ¿un brindis al sol?: el Gobierno rebaja el alcance de casi todos los acuerdos

El PP ha anunciado una ofensiva sin “cuartel ni descanso” contra la “extorsión” de Junts a Sánchez. Los populares aprovecharon la anomalía del pleno para intentar un golpe de efecto. No habría tenido esta oportunidad de no ser por Gerardo Pisarello, diputado de En Comú y para mayor gravedad, secretario de la Mesa del Congreso. No ratificó su voto telemático y una de las votaciones terminó en empate, lo que obligaba a repetirla. Junts no había votado. Así que el PP, también Vox, reclamaron que esa repetición ya no fuera telemática, sino por llamamiento, confiando en que los independentistas pudieran confundirse o de viva voz no osaran a facilitar los decretos al Gobierno. Esto no ocurrió.

Entretanto, barullo en la cámara, numerosas interrupciones y llamadas al orden en una sesión en la que los distintos actores se centraron en marcar terreno y obrar más en contra que a favor de, con un rival político en la diana. Es la primera de diez conclusiones que se pueden extraer del trascendente pleno:

1. El partido primero: los equilibrios parlamentarios ya no solo pueden leerse en clave izquierda-derecha, salvo quizá en la unidad de voto, con pocas excepciones, de PP, Vox y UPN frente a toda iniciativa de PSOE y Sumar. Pero hay más derecha que estas tres fuerzas, como PNV o, sin ir más lejos, Junts. La estrategia de Junts no se entiende sin la rivalidad con ERC y viceversa, ni la del PNV, también y viceversa, con la de EH Bildu en el año que habrá nuevo lehendakari. Ya mencionada la de Podemos con Sumar, que ha llegado a desbaratar un avance social.

2. No, no hay mayoría progresista: en ningún momento la hubo una vez la suma PP, Vox, UPN y Junts supera la mayoría absoluta. Pedro Sánchez va a tener que sudar cada iniciativa de corte progresista, si bien las negociaciones están dejando la ideología en la puerta para enfocarse en la cesión de competencias o en inversiones, no en matices de las propias normas en confección. Los últimos cuatro años, Sánchez, al frente de la primera fuerza, tuvo consigo un bloque mayoritario de investidura y de legislatura sólido, con PP y Vox como pegamento de esos socios. Hoy, encabezando la segunda, es rehén de terceros y de un inesperado Pablo Iglesias. Podemos integrado/conforme en Sumar fue solo un sueño pasajero.

Pedro Sánchez mostró su satisfacción al término del pleno del Congreso (celebrado en el Senado) que aprobó dos de los tres decretos anticrisis del Gobierno.

3. Junts se jacta de poder cargarse a Sánchez... y a golpe de cesión quiere exhibir fuerza frente a ERC, que en último término se ha encontrado con un supuesto acuerdo en materia de Inmigración que como partido en el Govern le tocaría desplegar. Ciertamente Carles Puigdemont incide en la política española y se jacta de ello, pero su vocación no es España, sino Cataluña, además del interés personal de aterrizar en El Prat sin ser detenido y libre de cargos pese a ser el principal responsable del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, por el que varios de sus compañeros pagaron con la cárcel.

4 ... pero no puede romper la cuerda precisamente por esto: si Sánchez cae, también lo hace la amnistía. Y el pleno del miércoles en el Senado fue el más claro ejemplo de que Junts puede tensar la cuerda, pero no romperla porque desconoce qué podrían deparar unas nuevas elecciones generales. Las últimas le han colocado en el centro y dado una oportunidad histórica, pero quién garantiza que esto volvería a ocurrir. Solo un gobierno de coalición PSOE-Sumar y que llegue a término, y ni esto lo asegura, permitiría a Puigdemont poner fin a su fuga.

5. Cesiones hasta cuándo: no ha hecho más que empezar la legislatura y ya es difícil hacer la cuenta de los logros de Junts frente al PSOE, si bien la mayoría no se han materializado, otros han sido matizados y otros ni se han concretado aún o puesto sobre un papel. Pero Junts los ha anunciado y han salido en todas las portadas, han calado y armado y fortalecido a la oposición. En cualquier caso, si este ha sido el inicio y ante el escenario de ese mandato largo o a término, con leyes de gran calado por aprobar, incluidos sucesivos presupuestos generales del Estado, cabe preguntarse si las cesiones son finitas y dónde está el límite. No menor el enfado en el resto de comunidades autónomas que contemplan Cataluña.

Ione Belarra, secretaria general de Podemos, este miércoles en el Senado. (Alejandro Martínez Vélez/Europa Press)
Ione Belarra, secretaria general de Podemos, este miércoles en el Senado. (Alejandro Martínez Vélez/Europa Press)

Te puede interesar: Los negociadores de Carles Puigdemont que permiten a Junts anotarse los principales ‘goles’ al Gobierno

6. Sin Podemos no se puede: acertado o no, Podemos ha hecho una apuesta. Parasitando o no a Sumar para lograr cinco y no uno o ningún escaño en caso de haber concurrido en solitario en generales, el partido ha logrado lo que pretendía, que es autonomía e influencia en el Congreso. En adelante, para aprobar una norma habrá que sentar a Belarra en la mesa, sin dar por descontado su apoyo en medidas eminentemente sociales, como cabía esperar. Un todo o nada morado con el fin de sobrevivir, lo que pasa por al menos un asiento, el de Irene Montero, en el Parlamento Europeo.

7. Podemos se aleja de ERC y EH Bildu, con los que hasta la fecha había tenido sintonía en el voto. Oskar Matute, diputado de los abertzales, recriminó esta deriva a los de Belarra pidiendo “tener en la memoria hoy y los días que vengan de esta legislatura” presente la siguiente cita de Daniel Bensaïd, pensador francés y activista de Mayo del 68: “Nos hemos equivocado a veces, incluso a menudo, y sobre bastantes cosas, pero al menos no nos hemos equivocado ni de estrategia ni de enemigos”.

8. Yolanda Díaz tiene un problema: Vox es una línea roja para la izquierda como Sumar lo es para Podemos, que votó lo mismo que Santiago Abascal sobre el subsidio. Y toda iniciativa laboral ha de tener el visto bueno de los cinco diputados de Podemos... siendo Díaz la ministra. Los morados no van a bloquear, pero sí quieren tener la última palabra, como en esos subsidios, para mermar a la vicepresidenta segunda, objeto de los aguijones de Canal Red, el medio de Pablo Iglesias, por el que a día de hoy se pueden anticipar las novedades, reacciones y los próximos pasos de Podemos mejor que a través de sus portavoces. Concurrir por separado en Galicia daña también a Sumar, pero no solo. El PSOE ve más lejos el anhelo de arrebatar la Xunta al PP.

9. La vía decreto ley, seriamente tocada: constitucionalmente, esta figura solo ha de usarse “en caso de extraordinaria y urgente necesidad”. Además, y no es nuevo, el Gobierno ha introducido en ellos asuntos que poco o nada tienen que ver con los capitales de este paquete anticrisis. Por la puerta de atrás. La ventaja -para el ejecutivo-, que se votan en bloque. Paradójicamente, el primer gobierno de coalición, PSOE-Podemos, solo falló una vez con esta fórmula. Sacó adelante 96 de 97. Ha tenido que ser Podemos quien, ya fuera, rompa la tendencia.

Solo una pista en el mencionado Canal Red. Editorial y advertencia de esta semana: “La época de los trágala y las imposiciones ha acabado y solamente se van a poder armar mayorías en el Parlamento desde el respeto a los posibles socios y la negociación honesta con ellos, preferiblemente antes de aprobar los textos en el Consejo de Ministros y evitando la artimaña de la acumulación de temas dispares en una misma norma según el esquema ómnibus. Si el Gobierno interioriza estas enseñanzas y modifica su táctica negociadora, podrá ganar las votaciones. Si no, volveremos a ver muchos días como el día de ayer”.

Alberto Núñez Feijóo se expresó claro tras el pleno que aprobó dos de los tres decretos anticrisis: "No me habría dedicado a la política de haber sabido que consistía en esto".

10. El PP, ‘no’ a todo, que no deja de ser ADN del partido que se opuso al divorcio, al matrimonio homosexual o a la ley antitabaco, por apuntar solo tres. Oposición en un sentido literal. Preguntó dos y hasta en tres ocasiones la periodista Silvia Intxaurrondo a Miguel Tellado “cuál de las medidas de las que se sometían a votación, como subir las pensiones, que el IVA no fuese tan alto o bonificar el transporte”, le parecían mal al PP, del que es portavoz. Apenas logró que Tellado opinara que eran “insuficientes”. De modo que el PP, como Vox, como Podemos en una de las votaciones clave, rechazó -legítimamente- el avance.

Reflexionó Unai Sordo, secretario general de CCOO, al término de la jornada: “La metapolítica es un diálogo político sobre la política misma, prescindiendo de los intereses de aquellos a quienes se dice representar. Lamentable espectáculo que solo puede provocar desafección y fortalecer a la reacción”.

Guardar