Este sábado se ha cumplido un mes del primer avistamiento de pellets en las costas gallegas. Aparecidas en 13 diciembre, estas pequeñas bolas de plástico se han extendido por el litoral de Galicia y hacia otras comunidades bañadas por el Cantábrico. Son muchos los que han hecho memoria y han querido señalar las similitudes entre la crisis climática del Prestige y el caso de los pellets. La última en hacerlo ha sido Yolanda Díaz, que igualó la “marea negra” dejada por el petrolero con la “marea blanca de pellets”, en cuanto a la gestión de la Xunta se refiere.
Se ha podido ver durante el fin de semana a la líder de Sumar ayudando a limpiar pellets en la playa de A Pobra do Caramiñal (A Coruña), donde defendió que “da igual que hablemos de la marea negra del Prestige que de la marea blanca de los pellets, la forma de proceder es la misma: mentir, mentir y mentir”.
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No se pueden equiparar ambos casos en cuanto a la gravedad: uno ha dejado miles de kilos de microplásticos aún por localizar perdidos en el mar, el otro, vertió 77.000 toneladas de fuelóleo. Pero las comparaciones en cuanto a estrategia y tiempos de respuesta siguen llegando. Lo cierto es que, desde las mareas de voluntarios a las declaraciones políticas, hay elementos que hacen que volvamos a situarnos en el 2002.
Cronología del desastre: “Probablemente el fuel no toque la costa gallega”
El 13 de noviembre de 2002 a las 15:15 horas, el petrolero Prestige da la primera voz de alarma, a 27 millas náuticas al oeste del cabo de Touriñán. Apenas quince minutos después, la embarcación solicita la evacuación de sus tripulantes ante la situación de peligro. Las labores de rescate se desarrollan durante la tarde, quedando únicamente el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas. Serían evacuados el día 15. Para Manuel Fraga, presidente de la Xunta de Galicia, aquí ya había pasado “el peligro más grave”.
El 14 de noviembre, se consigue remolcar al petrolero, del que se hará cargo la empresa Smit Salvage. En estas fechas, políticos como Arsenio Fernández de Mesa, delegado del Gobierno en Galicia, decían que “probablemente el fuel no toque la costa gallega”. La rotura del barco por aquel entonces era ya de 35 metros y piden llevar el barco a un puerto seguro, para poder controlarlo. Pero nadie quiere acoger al Prestige. Acabaría hundiéndose definitivamente el 19 de noviembre.
Las suposiciones desde el Gobierno, por aquel entonces controlado por el PP, eran que el fuelóleo se convertiría en “adoquín” en el fondo del mar y que la marea negra de petróleo (aunque descartaban esta terminología) lo alcanzaría las Rías Baixas. “Si hace falta, me vuelvo a bañar, como en Palomares”, aseguró Fraga un 21 de noviembre. Ese mismo día surgía la plataforma ciudadana Nunca Máis.
El Prestige siguió perdiendo fuelóleo. El entonces vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, alertaba un 5 de diciembre de que salían “unos pequeños hilitos” que tenían “aspecto de plastilina”. Se convirtieron en 125 toneladas de petróleo al día, que salían por sus 14 grietas.
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El vertido provocado por el accidente y el hundimiento del buque Prestige afectó a un total de 786 playas, según cifras del Ministerio de Transición Ecológica, la mayoría de ellas en Galicia. Quedaron dañados cerca de 3.000 kilómetros de costa y 450.000 metros cuadrados de superficie rocosa. En la limpieza de los vertidos, tanto en el mar como en tierra, fue clave la labor de los voluntarios.
La marea blanca de los pellets: 26,3 toneladas de plástico en el mar
La asociación medioambiental Noia Limpa sitúa la aparición de los pellets en las playas gallegas en el 13 de diciembre. Venían en bolsas de plástico de unos 15 kg y estaban repartidos por la comarca de Rías Baixas, especialmente en la ría de Muros y Noia. Los plásticos del buque Toconao, que el 8 de diciembre perdió seis contenedores en el océano, se repartían en 1.050 sacos de 25 kg cada uno, un total de 26,3 toneladas.
Tras semanas de voluntarios limpiando las playas, la Xunta de Galicia activaba el 5 de enero el nivel 1 de la fase de emergencia. Para el día 8 de enero, Asturias localizaba en su costa microplásticos procedentes del buque Toconao. Cinco días después, ya han recogido casi nueve kilos de estos materiales.
El martes 9 de enero, los pellets llegaban a Cantabria. Concretamente, se extendían por la playa de Portio, en el municipio de Piélagos; y en la de la Virgen del Mar, de Santander. También fueron localizados en zonas de en Suances, Ajo y San Vicente de la Barquera. El consejero de Medio Ambiente cántabro, Roberto Media, aseguraba no obstante que era “poca cantidad” y que apenas habían aparecido “ocho o diez” en las playas.
Los medios varían según la región, pero este sábado hay destinados dos helicópteros y siete barcos para localizar sacos de pellets en Galicia. Según ha precisado la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, unas 300 personas están implicadas en las labores de limpiezas de 54 playas de 35 municipios desde el amanecer hasta el atardecer.
En estos días, el rifirrafe entre Gobierno central y autonómico ha sido evidente. Diferencia clave este 2024 es que el Ejecutivo nacional y el gallego no comparten signo político esta vez. Mientras la Xunta asegura que ellos no son “los responsables del mar” y señala que recae en las competencias de Madrid, la ministra Teresa Ribera critica que se pidan “tres veces más (medios) de lo que pidió en el Prestige”. El ministro de Transportes, Óscar Puente, decía al respecto que le parece “sorprendente” que la Xunta reclame medios marítimos cuando no está usando los suyos propios.
En todo caso y mientras los investigadores alertan del peligro de que estos microplásticos entren en la cadena trófica y su componente contaminante, el presidente de la Xunta asegura que estos plásticos no son “tóxicos”. “Es un plástico y todo plástico tiene una parte contaminante, pero otra cosa es qué tipo de plástico”, matizó Alfonso Rueda.