En las profundidades del océano, más allá de dónde la meente es capaz de imaginar, se encuentran los vestigios de cientos de historias olvidada, donde poblaciones completas yacen sumergidas en el misterio del tiempo.
Entre las aguas serenas emergen los restos de lo que en su día fueron bulliciosos centros urbanos, ahora convertidos en siluetas es que susurran antiguos relatos. Así, el reflejo de la Antártida brilla entre otros municipios. Uno de ellos es el pueblo de Sant Romà de Sau, una población que formaba parte de Vilanova de Sau, ubicado en la provincia de Barcelona.
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Esta es la historia de Sant Romà de Sau
La historia de Sant Romà de Sau es larga. La vida en la zona se remonta al siglo X y podría decirse que su hundimiento forma parte de un imperativo estatal. Fue a principios de los años 40 del pasado siglo cuando la tranquilidad de un centenar de residentes fue interrumpida por un mensajero. La información era clara: estaban obligados a mudarse.
Con todo ello, los ciudadanos de Sant Romá cogieron sus pertenencias y se asentaron en la población vecina de Vilanova de Sau. Tras la advertencia, había un motivo. Y es que por aquel entonces el gobierno franquista iba a construir un dique en el Rio Ter para hacer un embalse, un embalse que inundaría el pueblo.
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Las obras culminaron en la década de los sesenta, y fue en 1965 cuando el pueblo quedó completamente sumergido, un suceso que no tiene comparación en miles de kilómetros a la redonda. Pero a pesar de todo, el pueblo sumergido y su campanario desafiaron tenazmente la sumersión. De esta forma, en tiempos de sequía, el campanario de la iglesia, que está fechada en el año 1062, aún es visible.
La iglesia puede visitarse en la actualidad
La iglesia de Sant Romà de Sau, conocida por ser un símbolo de la sequía, ha ganado notoriedad en los medios de comunicación. De hecho, en la primavera de 2023, cuando este fenómeno atmosférico cobró fuerza en la península ibérica, fueron muchos los curiosos que decidieron acercarse a visitar la zona. Tanto, que las autoridades tuvieron que tomar medidas en el control del acceso al lugar para evitar posibles daños.
No obstante, su atractivo turístico es más que evidente. El estado de conservación de la iglesia a pesar del paso del tiempo y de la erosión del agua, es digno de asombro. De hecho, y en relación con un estudio llevado a cabo por Official World Records en colaboración con la Universidad de Barcelona, esta iglesia se considera la iglesia sumergida más antigua del mundo que aún se erige en pie.
Una alternativa turística es disfrutar de las vistas que presta el valle que abraza a Sant Romà de Sau. Para ello, la mejor opción es desplazarse hasta Tavertet, una localidad vecina que se superpone al pueblo. Es en este punto donde se puede admirar la indescriptible belleza de la zona, al tiempo que se recrean posibles historias alternativas para este territorio.