En España hay más mujeres que nunca con trabajo pero la igualdad aún queda lejos: “Las migrantes se llevan la peor parte”

España no solo cerró 2023 con un nuevo récord de empleo, al haber más de 20,8 millones de personas trabajando, sino también en cuanto al número de mujeres cotizantes, con un total de 9,8 millones, por lo que suponen el 47,3% del conjunto de trabajadores, según los datos publicados la semana pasada por la Seguridad Social y el SEPE. Es más, el 55% del empleo creado el año pasado correspondió a mujeres.

“Nunca antes ha habido tantas personas trabajando en el país”, destacó la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, que recordó que a lo largo del año pasado se crearon más de 530.000 empleos, al tiempo que puso el acento en la buena evolución del empleo femenino, con esos casi 10 millones de mujeres afiliadas cuando hace dos décadas eran poco más de seis millones, “una situación histórica como nunca conocida”, así como en la mejora de la empleabilidad de los jóvenes. De esta manera, indicó la ministra, se han reducido la brecha de género y las desigualdades, dos temas que “van a seguir estando muy presente en el 2024″.

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Pero a pesar de los avances sociales y de ese récord en el empleo femenino, aún queda mucho por recorrer en cuanto a la paridad real en el mercado de trabajo, ya que las mujeres siguen sufriendo más el desempleo que los hombres, así como la temporalidad y las jornadas parciales, además de que generalmente tienen salarios más bajos y menos posibilidades de progresar en su carrera profesional al estar condicionadas por la maternidad.

“Es cierto que hay más mujeres que nunca trabajando, pero aún hay una cantidad importante en situación de desempleo y, cada vez que hay una crisis, son ellas quienes tienden a perder antes el empleo”, dice a Infobae España Marifé Sastre, responsable de empleo de CCOO Madrid. Por eso, añade, no solo es importante que se cree empleo, sino “que sea de calidad”, pues son las mujeres quienes más contratos parciales firman y quienes tienen “condiciones más precarias”.

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Además, aunque se haya equiparado la jornada a tiempo parcial con la completa para acreditar los periodos de cotización para el reconocimiento de las pensiones, las de las mujeres siguen siendo, de media, un 33% más bajas que las de los hombres, ya que ellos perciben unos 1.439 euros frente a los 966 que cobran ellas.

En cuanto a los sueldos, según datos de los deciles salariales del empleo principal medidos por la Encuesta de Población Activa (EPA) relativos a 2022, el salario medio de las mujeres fue de 1.941 euros al mes, mientras que el de los hombres alcanzó los 2.303,5 euros. De acuerdo a esos datos, el 32% de los hombres ingresaron 2.373 euros o más mensualmente en 2022, frente al 27,2% de las mujeres, mientras que en los salarios bajos ocurrió lo contrario: el 40,0% de las mujeres tuvo un salario inferior a 1.440 euros, frente al 20,7% de los hombres.

Los salarios medios más bajos en 2022 correspondieron a actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico (981 euros) y hostelería (1.389), así como la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (1.477). Por el contrario, los más elevados se dieron en suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado (3.498 euros), actividades financieras y de seguros (3.393) y en información y comunicaciones (2.940).

En ese sentido, quienes también sufren una mayor precariedad y temporalidad son las mujeres migrantes. Según el Observatorio de Igualdad y Empleo, casi el 30% de las trabajadoras extranjeras tienen contratos a tiempo parcial y un 12% trabajan a través de contratos verbales, mientras que la temporalidad alcanza el 35%. Además, la falta de redes de apoyo, el aislamiento social y la carga de responsabilidades familiares adicionales también dificultan la búsqueda de trabajo, así como la falta de reconocimiento de cualificaciones.

Desde el colectivo Red Latinas recuerdan que la precariedad afecta especialmente a las mujeres migrantes empleadas del hogar y a aquellas que trabajan en sectores como la hostelería, atención a domicilio, limpiadoras en hospitales, cocineras o dependientas en tiendas, pues “son empleos precarizados de largas jornadas donde a veces se acepta una cotización de cuatro horas pero trabajan 12”.

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“Las personas migrantes a veces se ven obligadas a aceptar cualquier trabajo para poder renovar sus papeles de residencia, por lo que se convierte en un círculo que no se corta, pues la misma Ley de Extranjería te obliga a aceptar estos trabajos precarizados porque no queda otra alternativa y porque tampoco se acepta la homologación de títulos”, asegura Edith Espínola, portavoz de Red Latinas, que precisa que “las mujeres se llevan la peor parte”.

La brecha de género entre hombres y mujeres también es evidente en variables como la tasa de actividad, ya que según los últimos datos publicados por el INE relativos al tercer trimestre de 2023, la de las mujeres se sitúa en 54,7%, diez puntos menos que la de los hombres, que llega al 64,4%. Por otro lado, la tasa de paro femenina se sitúa en el 13,5% y la masculina queda en el 10,2%.

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En cuanto al número de trabajadoras y trabajadores autónomos afiliados también hay grandes diferencias. A 31 de octubre de 2023, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Economía, el 63%, un total de 2.117.365, son hombres y el 36,7% (1.227.405) son mujeres.