Ventura Pons, un icono de la libertad sexual y la reivindicación LGTBI. Su legado y lo que significaron sus películas desde ‘Ocaña, retrato intermitente’

El director catalán fue decisivo en la Transición con sus historias que retrataban las identidades diversas. Destacó en la comedia, en el drama y las adaptaciones de obras teatrales. Su autoría y personalidad marcó siempre todas sus películas desde su mítica ópera prima

En la imagen, el director español Ventura Pons. EFE/Cati Cladera/Archivo

Ha muerto Ventura Pons a los 78 años y, a sus espaldas, ha dejado una trayectoria repleta de títulos en los que vertió algunas de sus grandes pasiones, entre ellas, el teatro, y la ciudad de Barcelona, escenario de buena parte de sus películas.

Además, Ventura Pons fue un adelantado a su tiempo a la hora de establecer en nuestro país la temática LGTBIQ+, sirviendo de referente a un buen puñado de generaciones que vinieron después, abriéndoles camino para la expresión de su identidad.

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En la época post franquista se atrevió a rodar un documental que se convertiría en icónico, Ocaña, retrato intermitente, sobre la figura de José Pérez Ocaña, pintor andaluz que se travestía y que formaba parte de la contracultura catalana y que tenía un espíritu performativo y provocador.

'Ocaña, retrato intermitente', de Ventura Pons (1978)

Por esa razón, su paseo por las Ramblas de Barcelona vestido de mujer es una de las imágenes más potentes y subversivas que han quedado incrustadas en el subconsciente colectivo gracias a la cámara de Ventura Pons, abrazando el nuevo espíritu libertario y las reivindicaciones sexuales que estaban por venir.

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El director Benja de La Rosa (responsable de Terror y feria y de toda una serie de trabajos de espíritu queer), conoció el cine de Ventura Pons cuando era joven y para él se convirtió en todo un referente, influenciándolo de forma fundamental. “Una vez, Berlanga le dijo a Jesús Franco: para hacer una película solo necesitas una cámara y libertad. Y era un poco lo que él hacía Ventura Pons. Su cine era muy libre, él era muy libre, muy vital. Y con Ocaña pasa eso, pone delante la cámara de Ocaña y ya está. Y aunque eso parezca fácil, es dificilísimo. Ahora todo el mundo, con las plataformas, necesita millones de euros, y sin embargo, él con muy pocos elementos, extraía verdad de sus personajes”

Comedias picaronas de los años 80

Rosa María Sardà fue fiel desde el principio a Ventura Pons. Aquí en 'El vicario de Olot'

A partir de los años ochenta, firmó una serie de comedias que obtuvieron un gran éxito en Cataluña, entre ellas, El vicario de Olot o La rubia del bar, ambientada en el Barrio Chino de Barcelona y en la que se escarbaba en clave de humor los bajos fondos. En ella aparecía Loles León y el cantante Ramoncín, así como la mítica Mary Santpere. Le siguió ¡Puta miseria!, con Antoni Ferrandis y ¿Qué te juegas, Mari Pili?, con su actriz fetiche del momento, Nuria Hosta.

“Eran unas comedias muy vivas, con mucha picardía y cada vez que se estrenaba una, en Barcelona se convertían en auténticos acontecimientos. Y en ellas introducía toda la cultura gay de la época, del mariconeo, plasmando unas realidades que hasta ese momento habían estado excluidas del cine”, continúa Benja de La Rosa. “Era un cineasta con una gran libertad, un autor enorme, que tenía todo un imaginario propio”

En todas ellas, plasmó los cambios que se estaban produciendo en la ciudad desde la Transición a la reconversión pre-Olimpica, convirtiéndose en uno de los grandes retratistas urbanos de Barcelona.

Adaptaciones literarias y teatrales de los años 90

Sergi López y Naim Thomas en 'Caricias', de Ventura Pons (1998)

Los años noventa estuvieron marcadas por las adaptaciones literarias, entre ellas El por qué de las cosas, basada en el libro de relatos de Quim Monzó, protagonizada por Lluís Homar, Álex Casanovas, Pere Ponce y Mercé Pons, con la que volvió a colaborar en Actrices, sobre la obra de teatro de Josep Maria Benet i Jornet, duelo interpretativo entre Nuria Espert y Rosa María Sardà. Le siguió Caricias, de otro dramaturgo, Sergi Belbel, con un reparto coral en el que se encontraba de nuevo Sardà, Pons, junto a Julieta Serrano, Sergi López, David Selvas o Jordi Dauder.

Fue la época de las historias cruzadas, de las que se convirtió en un experto. Volvió a adaptar a Benet i Jornet en Amic / Amat, y a Belbel en Morir (o no).

Los años 2000: grandes repartos y buenos documentales

Rosa María Sardà en 'Anita no pierde el tren', de Ventura Pons

Después de Anita no pierde el tren, con Rosa María Sardà y José Coronado, comenzó una etapa en la que todos los grandes actores del momento, querían rodar con él. Sin embargo, también constituyó un periodo de paulatino decaimiento en su consideración por parte de la crítica y el público. A esa época pertenecen Amor idiota, Animales heridos, otras dos adaptaciones, de Luis Anton-Baulenas y Jordi Puntí. Durante esa época trabajó con su trouppe habitual y también añadió nombres como el de Aitana Sánchez-Gijón, Cayetana Guillén Cuervo, Santi Millán y Oriol Pla.

Pero destacaron sobre todo sus documentales: El Gran Gato, sobre la figura del compositor y cantante, así como Cola, Colita Colaasa (Oda a Barcelona), sobre la fotógrafa que tan bien retrató Barcelona y a sus gentes.

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