El 9 de enero de 2024 apunta a ser una fecha que marcará un antes y un después en la historia del Real Madrid en su conjunto, sin distinción por secciones. Es así porque Sergio Llull, a nada que salte a la cancha en clave Euroliga en Múnich para medirse al Bayern de su exentrenador Pablo Laso, se convertirá en el jugador con más partidos disputados en el club blanco. Pasará a serlo en solitario, con 1.047 choques oficiales que le permitirán desempatar con otro mito del equipo de baloncesto como Felipe Reyes y que nadie ha igualado, hasta el momento, en el fútbol: Raúl, con 741, es quien más se acerca al menorquín.
Hace tiempo que quedó claro que el capitán de la canasta merengue es toda una leyenda en activo, pero este nuevo hito lo acaba de confirmar por completo. Cuando la retirada empieza a ser una posibilidad real a sus 36 años (termina contrato este 2024), Llull parece empeñado en ser increíble para siempre. Al igual que Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, se agarra a su tremendo legado y a sus chispazos de genialidad (que los sigue teniendo) para no perder comba en un Madrid prácticamente intachable en lo que va de curso.
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Desde mayo de 2007 (aún tenía 19), Llull no ha conocido otra camiseta que la blanca. Su éxito en la capital española ha sido tal que le ha llevado incluso a desoír los cantos de sirena de toda una NBA: para él, lo mejor del mundo estaba en Madrid. El palmarés le da la razón absolutamente, con 26 títulos a nivel colectivo y 10 MVP en el plano individual que empiezan a convertirle en rey de reyes incluso a juicio de los más veteranos del lugar, que vieron jugar a Clifford Luyk.
El best seller de Llull en términos madridistas no podría entenderse sin sus acciones clave. Sinónimo de trofeos y de victorias, pero sobre todo de un delirio colectivo que pocos han provocado como él en el Viejo Continente. Aquí van cinco de esas canastas de fábula sobre la bocina. Una suerte que pocos dominan como el de Mahón.
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La Undécima Euroliga en 2023
En una final de la Copa de Europa de 2023 deliciosa frente al Olympiacos, y que cualquiera de los dos contendientes podría haberse llevado, Llull eclipsó todos los focos. Con el Madrid uno abajo y escasos segundos para la conclusión, se sacó de la chistera uno de sus tiros característicos, de mecánica inigualable, para esquivar el tapón de Moustapha Fall y convertir un 78-79 memorable. A falta de tres segundos, un ‘23′ que bien puede competir en capacidad de resolución con el más grande de todos los tiempos, Michael Jordan, rompía el encuentro.
2023. La más importante de todas.
— Edu Salán (@SalanEdu) May 22, 2023
Su única canasta en el partido. La que vale una Euroliga.
Cómo acorta la mecánica para evitar el tapón…
(10/11) pic.twitter.com/9XpQNBVWfD
La Copa de 2014
El tiro ganador por excelencia de Llull hasta que rompió la baraja, en la Euroliga, nueve años más tarde. En una final copera con el FC Barcelona al otro lado de la cancha, el balón más caliente le llegó a él, con los suyos perdiendo y el reloj muriendo. El triple que convirtió con una sangre fría de otro planeta, a pase del Chacho, resultó imposible de responder: quedaba una décima por disputarse y aquel 76-78 le dio la Copa del Rey al Madrid. Qué noche la de aquel día en Málaga.
2014. El tiro que valió una Copa frente al Barça.
— Edu Salán (@SalanEdu) May 22, 2023
La magia de los Sergios.
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La madre de todas las ‘mandarinas’ en 2016
“Hay algunas que no tienen nada que ver con el tiro, lo tendrá que reconocer hasta él. Pero yo creo que, al final, es el momento: el estar preparado para tirarte el balón en esos momentos que no son fáciles […] Ha habido otras un poco más difíciles de anotar por todo: situación, tipo de tiro… Yo creo que es trabajo y la mentalidad de ‘aquí voy y la voy a meter’”, contaba José Manuel Calderón a Infobae España en junio. Puede que esta ‘mandarina’, en un partido liguero de febrero de 2016 ante el Valencia Basket, sea de las primeras resaltadas por él.
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De hecho, el propio Llull llegó a considerarla su favorita. La clavó, cuando todo parecía resuelto, desde mucho más allá del medio campo (más de 15 metros), silenciando a una Fonteta que prácticamente festejaba un triunfo taronja: 94-95 gracias a la que, con el tiempo, fue considerada mejor canasta de la década en la ACB.
2016. La mandarina por excelencia.
— Edu Salán (@SalanEdu) May 22, 2023
Poco más que añadir.
(7/11) pic.twitter.com/vizvyaLK9A
El Barça también le sufrió a la hora de la verdad en 2017
En un WiZink Center lleno hasta la bandera, Llull decidió castigar de nuevo al eterno rival. Le tocó bailar con la más fea para decidir ese Clásico de la fase regular de la ACB, pero, como tantas y tantas veces antes y después, no tembló. Con el Barça por delante y la posibilidad de evitar su victoria, entró a la zona, se detuvo, lanzó con marca registrada y encestó. 74-76 para incredulidad de Luka Doncic, que todavía era su compañero, y de todos. La duda ofende: el Palacio se cayó.
2017. Canasta de mucha difilcutad para ganar un Clásico.
— Edu Salán (@SalanEdu) May 22, 2023
Y Doncic a su lado.
(8/11) pic.twitter.com/nTz8DYBd9w
Llull ya era Llull en 2010
La era Laso ha hecho olvidar el oasis en el desierto que supuso Joan Plaza para el banquillo de un Madrid abonado a la tragedia en el ámbito baloncestístico durante demasiado tiempo. Pero, sobre todo, los éxitos de la última década han servido para ahogar hasta la extenuación las penas del fracaso de Ettore Messina como preparador madridista. Llull estaba allí en el primer caso y también en el segundo. Incluso en momentos tan delicados como los vividos con el italiano a los mandos, dio pasos adelante de enjundia. Un 3+1 final contra el Montepaschi Siena en el Top 16 de la Euroliga permitió salvar el average y mantener aspiraciones de liderato.
2010. La primera de muchas… La he dejado para el final.
— Edu Salán (@SalanEdu) May 22, 2023
Con este 3+1, el Madrid salvaba el average al Montepaschi.
Estuve como espectador en la grada y ya se veía que Llull era un jugador diferente.
(11/11) pic.twitter.com/sAxitEC3qd
Las cosas han cambiado bastante desde 2010, pero hay algo que no lo ha hecho: Llull, entonces y ahora, es dueño y señor de los finales apretados.