Carles Puigdemont i Casamajó se ha convertido inesperadamente en una figura clave para la legislatura. Junts tiene en su mano torpedear o impulsar la agenda legislativa del Gobierno. Y el expresident catalán, pese a que no ejerce actualmente ningún cargo en el partido, dirige su estrategia y a la formación independentista desde Waterloo (Bélgica) y toma decisiones que afectan a la gobernabilidad, como este miércoles en el Senado, donde se votarán los decretos anticrisis. Se trata de medidas para contener la inflación (la subvención al transporte público, la rebaja del IVA de los alimentos o la revalorización de las pensiones), la reforma del subsidio por desempleo o las reformas comprometidas para recibir 10.000 millones de euros de los fondos europeos.
La palabra del expresident de la Generalitat, el “president” para Junts, marca la línea de actuación del partido en Madrid. Es habitual que reciba visitas de independentistas que se desplazan hasta Bruselas para hacerse fotos. No se puede decir que el dirigente procedente de Girona tenga una mala vida en el exilio. Vive en una mansión con seis habitaciones, tres baños, cocina equipada, garaje con capacidad para cuatro coches y terraza de 100 metros cuadrados.
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En 2017, cuando huyó tras la declaración unilateral de independencia de Cataluña, inauguró la conocida como la Casa de la República, situada en la Avenue del Abogado número 34, en Waterloo. Este espacio de 500 metros cuadrados no es solo su hogar, sino que también se ha convertido en la sede central donde “se trabaja la internacionalización del conflicto catalán en todo el mundo” y donde se pretende representar “un espacio libre” en el que defender los “derechos de los catalanes y catalanas”, según queda reflejado en la web de esta institución. En ningún caso se trata de un organismo público, sino que se financia exclusivamente con aportaciones privadas.
Cuánto gana Puigdemont desde Bruselas
Y aunque el conflicto catalán se lucre a través de este tipo de aportaciones, no se puede decir que el sueldo de Puigdemont sea bajo. El Parlamento Europeo establece una asignación mensual para sus diputados de 9.975,42 euros, sufragada por el presupuesto de la institución, la cual configura el salario nominal de Carles Puigdemont. Tras deducciones obligatorias como impuestos y seguro de accidentes, el emolumento neto del eurodiputado catalán se reduce a 7.776,06 euros.
Además, el esquema de compensaciones parlamentarias contempla ingresos adicionales por concepto de desplazamientos y estancias fuera del país. Puigdemont tiene derecho a una dieta diaria de 338 euros.
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Asimismo, para costear gastos operativos como alquiler de oficinas, comunicaciones y suscripciones, el político percibe una cuantía mensual de 4.778 euros. Con la inclusión de estas cantidades, el total de las percepciones de Puigdemont podría exceder los 10.000 euros mensuales. Estos datos reflejan la estructura salarial y de compensaciones vigentes para los miembros del Parlamento Europeo, entre ellos el representante catalán.
Cómo ir a visitar la casa de Puigdemont
Además del salario, su mansión, situada en una zona residencial alejada del centro de Bruselas, está abierta al público. Desde la propia Casa de la República se organizan encuentros con él. Los interesados pueden enviar una petición detallada al siguiente correo: 130president@gencat.cat. A partir de ahí, analizan la viabilidad de la visita y pueden darte cita.
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Es fácil reconocer cuál es su vivienda. Dos grandes mástiles de unos cinco metros de altura lucen en el jardín, que tiene una superficie de 1.000 metros cuadrados, según publicó el diario belga ‘L’Echo’. Lo que más sorprende es que no hay ni rastro de banderas de la república catalana. En su día las hubo: una de Cataluña —no la estelada, sino la oficial— y otra de la Unión Europea, pero se retiraron.
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Sí que se puede leer un distintivo a la derecha de la puerta principal en el que pone “Casa de la República”, pero ni rastro de la pancarta que reclamaba en inglés “libertad para presos políticos y exiliados”. Y es que Puigdemont, pese a las numerosas visitas que recibe, quiere ser discreto. Uno de sus vecinos, Yannkic, aseguró a Efe en 2018 que eligió ese barrio para vivir con su familia por la tranquilidad, pero que se ha convertido en un lugar concurrido. “Su club de fans viene a menudo, a hacerse fotos, a tomar el sol. Estamos pensando en venderles helados y picoteo para sacar algo de dinero. Es un poco como un zoo a cielo abierto”, apuntó.