La Copa del Rey es sinónimo de terrenos de juego irregulares, embarrados, gradas supletorias, ilusión, méritos hasta las cejas y un fútbol del de antes. Con los futbolistas bajándose al barro y los árbitros sin el margen de error que les brinda el VAR. En Copa del Rey no habrá tecnología hasta los cuartos de final, tal y como recogen las bases de competición. Y la ausencia de esta ha generado un caudal de polémicas de esas que copan las tertulias deportivas y generan un bullicio interminable en los bares. Fueras de juego y tarjetas rojas inexistentes, penaltis no señalados y partidos fuera de control.
El Cartagena-Valencia fue un ejemplo de ello. Ortuño adelantó al cuadro murciano con un tempranero tanto que encendió Cartagonova y puso cuesta arriba la clasificación al Valencia, aunque un accidentado final de primer tiempo dio vida al cuadro de Baraja. Calero realizó una entrada sobre Fran Pérez, cuyo contacto y peligrosidad fueron prácticamente inexistentes, que le costó la expulsión. Así lo decidió Figueroa Vázquez y así sucedió, ya que la ausencia de VAR impidió la intervención en una jugada llena de grises, el famoso color que da pie a la llamada del videoarbitraje.
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“Si me apuras no es ni amarilla”, aseguraba Calero tras el partido. Hoy no estaba el VAR para corregirlo porque si llega a estar, estoy convencido de que lo corrige. Lo que me duele realmente es que me diga en el descanso que ha visto el vídeo y me diga que es roja. Ahí es cuando me ha cabreado de verdad, porque estamos en otro mundo entonces”, sentenciaba.
Un gol birlado al Barça y otro a Unionistas
De Cartagena a Barbastro, pasando por Salamanca. La polémica recorrió toda la península. El Unionistas-Villarreal, última eliminatoria en terminar debido al problema eléctrico, vivió una de las jugadas más polémicas. Ekaitz cayó dentro del área, la jugada continúo y el desenlace acabó en gol. Celebrado en la grada, pero anulado sobre el campo al entender el colegiado que Ekaitz simuló. Se zanjó con tarjeta amarilla para el jugador de Unionistas y con la afición echada encima de Busquets Ferrer.
Mismo intangible, aunque con menos incidencia en el resultado, se vivió en Barbastro. Joao Félix encandenó su tercer partido sin ver puerta. Así queda reflejado, aunque es cierto que anotó en Copa. El delantero portugués marcó de cabeza al filo del descanso tras un gran centro de Fermín desde la derecha, pero el árbitro lo anuló por un fuera de juego que no era. Félix no daba crédito al estar bastante por detrás del balón y del último defensor.
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De un posible penalti a encajar un gol
Sólo contra el mundo.
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) January 6, 2024
La pelea, la gana y la clava donde más le duele a Oblak.
𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐭𝐭𝐢 desata la locura en el Anxo Carro. @CDeportivoLugo#LaCopaMola pic.twitter.com/P77PTjBeMS
El Atlético echó de menos el VAR en Lugo. Comenzó mandando en el marcador, pero los gallegos fueron despertaron poco a poco hasta empatar gracias a un gran gol de Antonetti. El murciano, nacionalizado puertorriqueño, recibió el pase largo de su portero, aguantó el cuerpo con Giménez y dejó sentado a Soyuncu antes de ajustar el disparo a la cepa del poste. El gol, golazo, vino precedido a una polémica de esas que rellena tertulias y que, de no ser por el doblete de Memphis Depay, hubiera podido complicar el pase a octavos del Atlético.
Tabuaço, portero del Lugo, jugó la pelota con los pies en el área, Azpilicueta se la robó, y luso salió con la plancha sobre el lateral de los colchoneros para intentar recuperar el balón. González Fuertes no consideró que fuera infracción y el Lugo golpeó al contragolpe por mediación de Leandro Antonetti. Un gran gol, pero los rojiblancos pidieron un penalti previo en el tanto. De hecho, el colegiado se marchó al descanso conversando con Azpilicueta que le estuvo explicando cómo sucedió la jugada. Una jugada que pasó del posible 0-2 al 1-1. Es la Copa del Rey, que sin VAR se asemeja al fútbol de antes, con sus virtudes y sus defectos.