La Dirección General de Tráfico (DGT) quiere invertir 975.000 euros (impuestos no incluidos) en adquirir 15 radares móviles. Para ello, el pasado 29 de diciembre anunció la licitación de un contrato para su compra. Según la memoria justificativa del mismo, “los cinemómetros dinámicos son muy eficaces. Presentan la ventaja a la hora de operar que además de su funcionalidad en modo estático, bien sobre vehículo o sobre trípode”, permiten su utilización en movimiento sobre todo en vías de alta concentración de vehículos como autopistas o autovías.
“A pesar de haberse contenido de manera importante las cifras de siniestralidad, se sigue estando todavía muy lejos del objetivo pretendido”, señala la DGT. En aras de lograr dicho objetivo se han producido cambios de estrategia en lo que al control de velocidad se refiere, ampliándose la incidencia de dichos controles especialmente en vías secundarias. Precisamente, el ministerio del Interior presentó la semana pasada los datos de siniestralidad vial de 2023: 1.145 fallecimientos en las carreteras españolas, tres menos que en 2022. La cifra que se dispara es la de motoristas fallecidos, que pasa de 254 a 299.
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“Por todo lo expuesto se hace necesario contar con un cinemómetro de altas prestaciones, así como los conjuntos de soportes necesarios, capaz de medir las velocidades en varios carriles y que pueda ser utilizado en varias modalidades de funcionamiento”: en estático dentro de un vehículo de la DGT, en trípode en una carretera, o en dinámico en un coche en movimiento.
El radar es un dispositivo capaz de detectar la velocidad de los vehículos que circulan por un área de control y de medirla con extrema precisión en caso de que esa velocidad medida sobrepase un límite preestablecido, de manera que la imagen del vehículo y otros datos relevantes queden registrados en un formato de archivo digital encriptado y a prueba de falsificaciones. “La función del cinemómetro es, por tanto, identificar con absoluta fiabilidad los excesos de velocidad y documentarlos, mediante la prueba de toma fotográfica”, señala el pliego de condiciones del contrato.
Las características de los nuevos radares
La DGT quiere que cada radar incluya sensor, cámara fotográfica y unidad procesadora, así como sistema de flash, sujeciones mecánicas, trípode y ordenador tipo tableta. El coste previsto de cada unidad asciende a 78.650 euros. Hay que tener en cuenta además que estos radares pueden instalarse en cualquier tipo de vehículo empleado por los agentes, como coches patrullas o camuflados, pero también en soportes, trípodes, guardarraíles e incluso ocultos en espacios como farolas. Nuevas furgonetas y motos camufladas también podrían esconderlos.
Esos radares deben detectar la presencia de los vehículos que atraviesan la zona de medición que cubre los carriles de circulación en los dos sentidos (alejamiento y acercamiento) de forma simultánea o individual y hasta seis carriles de circulación. “Determinará e identificará el carril por el que circula el vehículo objeto de la medición, incluso si aparece más de un vehículo en la fotografía”, señala el pliego de condiciones técnicas. El cinemómetro clasificará “entre vehículos ligeros y pesados, los cuales pueden estar sometidos a distintos límites de velocidad máxima permitida, según la longitud mínima elegida por el usuario, a partir del cual un vehículo se considera turismo o camión”.
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La DGT ya tiene entre su equipamiento centenares de radares móviles. Entre ellos los ‘Veloláser’, conocidos como los radares invisibles. De muy pequeño tamaño y muy ligeros (pesan como máximo 3 kg), pueden instalarse para esconderse y multar en casi cualquier rincón posible. Además, entre las últimas tecnologías figuran sistemas láser, con conectividad 4G o Wi-Fi, capaces de multar a distancias incluso de más de 50 metros y con hasta cinco horas de autonomía de uso. En 2022 (últimos datos), la DGT puso 5,54 millones de multas, de las que 1,12 millones (el 20%) se tramitaron por exceso de velocidad gracias a un radar móvil.