El pueblo español construido entre las rocas gigantes de una montaña

La villa está perfectamente integrada en la roca, de hecho, en muchas de sus casas la misma piedra forma parte de su arquitectura. Además, su entorno natural es perfecto para practicar deportes de aventura como escalada o senderismo

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Margalef, en Tarragona (femturisme.cat).
Margalef, en Tarragona (femturisme.cat).

¿Se imaginan un pueblo donde la montaña esté fundida con las casas y las calles? Parece algo difícil de creer, pero existe una localidad donde la roca es la fiel acompañante de cada palmo de su entramado urbano. Este sorprende a cualquiera que lo visite, pues ve como las calles se abren en la piedra y muestran sus numerosos monumentos y puntos de interés.

Estamos hablando de Margalef, un pequeño pueblo situado en la comarca del Priorat, en Tarragona. Su enclave es de lo más privilegiado, pues se incrusta en la parte derecha del valle del río Monsant, el cual da lugar a un imponente desfiladero entre el macizo del Montsant y la Serra La Llena. Este paraje hace que su situación esté un poco aislada, lo que “ha originado el dicho popular “Margalef en un agujero”, pero también muy privilegiada para disfrutar de la abundancia de agua del río”, cuentan desde femturisme.cat.

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Una orografía peculiar y rico patrimonio

Margalef, en Tarragona (Wikimedia).
Margalef, en Tarragona (Wikimedia).

Con poco más de 100 habitantes, Margalef es uno de los rincones más especiales de Tarragona. Su orografía es toda una aventura, pues sorprende de una forma inesperada. La mejor manera de disfrutar de ella es dar un paseo por las estrechas calles, las cuales muchas de ellas se ven bajo el abrigo de la montaña. De esta forma, el pueblo está perfectamente integrado en la roca, de hecho, en muchas de sus casas la misma piedra forma parte de su arquitectura.

Igualmente, algunas calles se abren paso entre la roca, siendo alguno de sus lados la pared de la montaña. Este es el caso de la calle Covetes, en la que el viajero puede apreciar a su paso como parece que la montaña se le va a echar encima. Sin embargo, más allá de esta imponente disposición, Margalef cuenta con un rico patrimonio arquitectónico y cultural. De todos sus monumentos destaca la iglesia parroquial de San Miguel, la cual se construyó en el siglo XVIII y presenta un estilo neoclásico.

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A esta se le suma el Centro de interpretación del aceite y las economías productivas de Montsant, “espacio que está dedicado a la divulgación del patrimonio natural y cultural del Montsant así como al fomento de la cultura del aceite”, señalan desde Turismo del Priorat.

Y es que, la región se caracteriza por una gastronomía amparada bajo la Dominación de Origen Monsant, produciendo principalmente almendras, melocotones y aceite. Por otro lado, el viajero puede encontrar a unos tres kilómetros de la villa la ermita de San Salvador, un edificio del siglo XVI que está incrustada en la roca.

Escalada y senderismo

Reserva de Margalef en el parque natural de Monsant, en Tarragina (Shutterstock).
Reserva de Margalef en el parque natural de Monsant, en Tarragina (Shutterstock).

Por si fuera poco, el entorno natural que rodea a Margalef es perfecto para los amantes de la naturaleza y los deportes de aventura. Así, la escalada es uno de los más practicados, ya que gracias a la orografía permite realizar multitud de programas de todo tipo, ya sea para gente experta o principiantes.

Asimismo, las rutas de senderismo son el otro gran atractivo, pues la sierra cuenta con multitud de caminos que permiten descubrir todos sus rincones. De esta forma, el visitante puede ascender hasta los picos de Les Espadelles o la Pileta, así como visitar alguna cueva como la de la Taverna o la d’en Ximet.

Se enclava en uno de los parajes más impresionantes de Barcelona y alguno de los saltos de agua llegan a los 100 metros de altura

Cómo llegar

Desde Tarragona, el viaje hasta Margalef es de alrededor de 1 hora y 20 minutos por la carretera N-420. Por su parte, desde Lleida el trayecto tiene una duración estimada de 50 minutos por la vía L-700.

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