Las personas con movilidad reducida obligadas a vivir confinadas en sus edificios sin ascensor: “He llegado a subir las escaleras sentada”

Dos millones de personas en España se enfrentan a serias dificultades para salir de sus hogares debido a problemas de movilidad y falta de accesibilidad en sus edificios

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Imagen de recurso de un ascensor. (Europa Press)
Imagen de recurso de un ascensor. (Europa Press)

Dos millones de personas en España enfrentan serias dificultades para salir de sus hogares debido a problemas de movilidad y falta de accesibilidad en sus edificios. Nuria, de 44 años, es una de ellas. Padece la enfermedad de Sudeck desde 2014, lo cual le ha reducido la movilidad en sus rodillas y la ha obligado a depender de muletas y una silla de ruedas para desplazamientos extensos. Vive en un cuarto piso sin ascensor y requiere asistencia constante para subir y bajar. “Algunas veces, cuando he estado bastante mal, sobre todo cuando salía más a menudo, que tenía que ir al centro, a la oficina o a trabajar, había veces que es que ya ni lo hacía. Me dolía muchísimo por el esfuerzo que había hecho durante el día”, cuenta la muere, que añade que no puede hacer una vida “normal” y que un ascensor le quitaría “mucha ansiedad de encima”.

A pesar de su clara necesidad, su comunidad de vecinos se encuentra incapacitada para afrontar la instalación de un ascensor. La normativa actual, contenida en la Ley de Propiedad Horizontal, les exonera si los costes exceden las doce mensualidades ordinarias. En su caso, una votación concluyó con escaso apoyo para realizar las obras necesarias.

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La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) reclama una revisión urgente de la Ley de Propiedad Horizontal para garantizar el derecho a la vivienda accesible y adecuada para personas con discapacidad y mayores de 70 años, demandando que las comunidades de propietarios asuman los costes de tales adaptaciones con ayudas públicas que alivianen la carga económica.

Por su parte, Maruja, de 88 años, ha vivido una situación similar. Su esposo, padeciendo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), pasó tres años confinado en su casa debido a la inexistencia de una rampa que le permitiera el uso de una silla de ruedas para salir a la calle. “Estaba sin poder andar y yo le compré la silla de ruedas para que pudiera ir a la calle, pero resulta que hay escaleras y no hay rampa. Solicité que me pusieran algo para poderle bajar en 2019 y hasta la fecha no han hecho nada”, denucia.

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A pesar de las solicitudes realizadas en 2019 para mejorar la accesibilidad, indica que “hasta la fecha no han hecho nada”, y ahora es ella misma quien, con limitación de movimiento y apoyada en un bastón, sufre las consecuencias de los obstáculos arquitectónicos de su edificio.

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