Con sufrimiento y enfado por el tiempo añadido, el Barça evitó en Barbastro uno de esos fracasos que, por su tamaño, acaban en ‘azo’. Fue en un partido tan polar como la noche. Con canteranos y los menos habituales sobre el campo bacheado y con un juego sin brillo que desembocó en el Barça pidiendo la hora y el Barbastro apurando hasta el último segundo del tiempo añadido, que, por cierto, enfadó a Xavi. Esta vez el motivo no fue el estado del terreno de juego, que él mismo salió a comprobar una hora antes del inicio, sino la prolongación de Pulido Santana.
Hasta más de un minuto sobre los cuatro que había añadido en primera instancia. Pero el gol de Marc Prat sobre la bocina desde los once metros, obligó a ello. Finalmente los goles de Fermín López, Raphinha y Lewandowski fueron demasiado para un Barbastro que plantó cara a los de Xavi y se llevan el orgullo intacto. El Barça no sabe ganar un partido de forma tranquila, ni por más de un gol. Tras ponerse 0-2 parecía que éste podía serlo, pero tuvo que sufrir hasta el final para sellar su pase a los octavos, de nuevo por un sólo gol de renta como en las últimas once victorias pasadas.
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Rotaciones titulares
“Sabíamos que nos iba a costar porque ellos iban a ir a muerte. Pero hemos ganado, que es lo importante”. Valgan estas palabras de Fermín López, uno de los goleadores, para comprender el estado de incertidumbre en el que vive instalado el Barça. En busca aún de su mejor nivel de juego y sin dominar ninguna de las áreas, especialmente la propia, a la que no ha echado el cerrojo en los últimos cinco partidos.
Dentro de las rotaciones, que son casi obligatorias en estos partidos, Xavi fue a por lo seguro y se tomó muy en serio al Barbastro alineando un once con muchos titulares. Tanto fue así, que Vitor Roque, una de las supuestas atracciones de la alineación inicial, se quedó en el banquillo con más mantas que una castañera mientras que la línea de ataque la integraban Raphinha, Ferran Torres y João Félix. En defensa, Xavi mantuvo a Koundé y Araújo y en la medular a Frenkie de Jong al lado de Romeu y de Fermín, que fue el mejor del Barcelona desde el inicio. Fort, en el lateral, fue la única sorpresa.
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Nueva relajación
Desde el pitido inicial, los de Xavi salieron a por todas buscando un gol rápido que enfriara las ansias del Barbastro y de los 6.000 entregados espectadores que había en las gradas del Municipal. Antes del minuto 10, Ferran, Raphinha y Oriol Romeu habían errado ocasiones para inaugurar el marcador. Fermín no lo hizo. Recogió el centro lateral de Raphinha, desviado levemente por un defensor, y batió a un Arnau que pese a los tres goles encajados cuajó un meritorio partido. No tanto por paradas imposibles, sino por la gran lectura que hizo del partido.
Atento a salir para anticiparse a Ferran, con sangre fría para arrebatar el balón de los pies a Lewandowski cuando el polaco le intentaba regatear y demostrando que también tiene un más que buen juego de pies. La sentencia del Barça debió ser un gol de Joao Félix anulado incorrecta, pero es lo que tiene la ausencia de VAR hasta cuartos de final. No se produjo y el Barbastro salió de vestuarios con otra cara. Subió la línea y presionó cada balón como si fuera el último, ni siquiera el gol de Raphinha les hizo bajar los brazos.
De Mesa fue el más listo en un embrollo dentro del área y recortó distancias. Xavi no quería ni mirar cada vez que un jugador del Barbastro acudía a la esquina a sacar un córner. Los maños subieron la intensidad y las líneas, provocando mayores desajustes en su defensa y el gol de Lewandowski desde los once metros que fue contrarrestado con otro de Prat desde la misma distancia. Aunque ya era tarde, apenas quedaban dos minutos para la hazaña maña. El Barbastro cae con honores y el Barça renueva la suscripción al sufrimiento.