El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), de diciembre de 2023, lo deja claro. Un paupérrimo 1,1% de los encuestados señala a Podemos como el partido por el que más simpatías tiene. Y solo un 2,1% asegura que es la formación más cercana a sus ideas. Porcentajes muy pobres teniendo en cuenta que en este 2024 los morados cumplen una década desde que irrumpieron con fuerza en el panorama político, obteniendo cinco escaños en las elecciones europeas de 2004. Mucho ha llovido desde entonces, con éxitos importantes (formando parte de Gobiernos de coalición) y fracasos rotundos, escisiones y rupturas.
Curiosamente, serán otros comicios europeos, los de este año, los que marcarán el futuro de un partido que vino a asaltar los cielos y que lucha por renacer de sus cenizas. La gran esperanza de Podemos pasa precisamente por cita electoral del 9 de junio. Ese día, España votará a los representantes que se sentarán en el Parlamento europeo. No hay repartos de escaños por provincia. Esa jornada, España funciona como una única circunscripción. Y Podemos calcula que con unos 350.000 votos podría obtener un escaño, en función de la participación.
Te puede interesar: Fundan ‘Izquierda Española’, el nuevo partido del think tank El Jacobino que pretende hacerse con el voto de los socialistas descontentos
Sabedores de que las europeas son como una especie de última bala que les queda en la recámara, la candidatura de Podemos la encabeza la exministra Irene Montero, el principal activo político que tienen los morados. Irene Montero despierta odio y pasiones. Ha sido la principal protagonista del declive de Podemos, pero ahora puede encabezar el resurgir del partido en la lucha electoral que se librará en junio para ver quién lidera la izquierda a la izquierda del PSOE fuera de nuestras fronteras. Sumar, que aún no tiene candidato/a para estos comicios (aunque suena con fuerza el nombre de la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau), medirá sus fuerzas con Podemos.
Ese declive comenzó cuando Yolanda Díaz, la ungida por Pablo Iglesias para sucederle al frente de Podemos, decidió emanciparse y crear Sumar. Luego vetó a Montero en la candidatura de las últimas generales, con la aprobación de Pedro Sánchez. Fue el inicio de la ruptura. Podemos decidió integrarse en Sumar como mal menor para no desaparecer, pero tras sacar cinco diputados dentro de la amalgama de Sumar y denunciar públicamente varios desplantes, rompió definitivamente y se pasó al Grupo Mixto, una decisión anunciada en exclusiva en el nuevo medio de Pablo Iglesias. Podemos quería más autonomía y visibilidad y dentro de Sumar no les dejaban hacer política. Eso argumentaron.
Podemos entró entonces en una fase de descomposición, que se visibilizó, sobre todo, en Madrid. En diciembre abandonaron el partido Jesús Santos, coordinador autonómico; y Roberto Sotomayor, el último candidato de Podemos al Ayuntamiento de Madrid. También renunció a sus cargos orgánicos pero no a su militancia Carolina Alonso, otra dirigente autonómica. “Ya no se consulta ninguna decisión importante”, denunciaron públicamente los que se iban. En privado, señalaban que el partido lo controla, “y lo purga”, un grupo muy reducido dirigido por la influencia de Iglesias, todavía líder espiritual de Podemos. Previamente, también habían anunciado su marcha Jaume Asens, quien fuera presidente del grupo confederal de Podemos en el Congreso; y Jessica Albiach, líder de En Comú Podem en el Parlamento catalán.
La verdad es que la suerte política de Podemos se empezó a torcer tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Desde entonces el partido no ha superado el golpe de quedarse fuera de las Cortes Valencianas, de la Asamblea de Madrid y del Parlamento canario. También salió de los Gobiernos regionales de Baleares y Aragón. De contar con 47 diputados autonómicos en toda España, pasaron a apenas 15. Una debacle sin paliativos. Sin olvidar que hacía tiempo que no tenían representación en Galicia, Castilla-La Mancha y Cantabria.
Te puede interesar: Lo que cuesta una mayoría absoluta: Ayuso gastó 182.000 euros cada día en campaña tras pedir un préstamo de dos millones
Los malos resultados se tradujeron en guerras internas. Podemos decidió expulsar a su única diputada en Asturias, por poner un ejemplo. Este año tiene que haber primarias en las direcciones de ocho federaciones autonómicas: Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, Asturias, Canarias y Murcia (cinco de ellas hoy controladas por gestoras). Hubo incluso un ERE que afectó a 80 trabajadores de la organización estatal y de ocho federaciones autonómicas. Luego llegaron las generales de julio. Obligados a diluirse dentro de Sumar, los morados solo obtuvieron cinco escaños. Lejos quedaban ya los 69 diputados conseguidos en las generales de 2015.
Elecciones gallegas y vascas
Antes de las europeas, que marcarán el futuro de Podemos, hay otra cita electoral en febrero en Galicia. Aquí se ha vivido otro episodio surrealista. En principio, Podemos y Sumar iban a ir juntos a las elecciones fijadas para febrero. Pero Pablo Iglesias pidió a los militantes gallegos que no apoyarán esta alianza, que lo mejor para la izquierda era votar al BNG (Juan Carlos Monedero, en cambio, sí era partidario de esa coalición). Al final los inscritos hicieron caso a Iglesias y rechazaron este pacto. ‘Diario Red’, su nuevo altavoz mediático, publicó lo que realmente había detrás.
“Esta vez, no solamente se imponía el nombre de la candidatura —Sumar Galicia; eliminando toda referencia a Podemos— y se imponía también la cabeza de lista desde Madrid —Marta Lois—, ambas cosas de forma autoritaria y sin ningún tipo de proceso democrático. Esta vez, además, no se ofrecía a los morados en este proceso electoral concreto ningún puesto de salida en las papeletas; reservando las primeras posiciones de las circunscripciones de Pontevedra y A Coruña —las únicas con una pequeña probabilidad de resultar elegidas— para personas de Sumar”. Una exconcejala coruñesa, Isabel Faraldo, será pues la candidata de Podemos a la Xunta.
De momento las encuestas son muy malas para los morados en Galicia, que no obtendrían representación. Habrá que ver qué pasa en el País Vasco, donde también están previstas elecciones este año. Allí Sumar y Podemos siguen trabajando para una candidatura de unidad, a pesar de los desencuentros estatales y en Galicia. Europa, Galicia y el País Vasco dirimirán el futuro más inmediato de Podemos. Su resurgir de las cenizas o quemarse definitivamente para siempre, convirtiendo a los de Ione Belarra (y Pablo Iglesias) en una fuerza marginal. Eso sí, todavía con capacidad de influencia gracias a sus cinco diputados en el Congreso.