La convivencia en muchas ocasiones puede ser un punto de discusión entre familiares, pareja, amigos o compañeros de piso y, en especial, las laborales de la casa. Pero, a esta cuestión se añade otro punto a tener en cuenta y es el equilibrio entre eficiencia doméstica y buenas prácticas medioambientales, y un tema que puede despertar el debate entre los integrantes de una misma casa es: ¿es realmente necesario enjuagar los platos antes de colocarlos en el lavavajillas?
El debate ha estado presente en numerosas ocasiones, en medio de conversaciones casuales y pequeñas disputas domésticas. Sin embargo, un reciente experimento del periódico The Washington Post, aunque sin el rigor de un estudio científico, aporta argumentos que buscan esclarecer esta incógnita.
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Mari-Jane Williams, autora del artículo, señala que la recomendación generalizada por expertos es evitar el enjuague previo. Aducen que se trata de un derroche de agua y que los detergentes actuales, diseñados para adherirse a los residuos de comida, funcionan más eficazmente cuando estos están presentes. El Good Housekeeping Institute ya había dedicado recursos para explorar esta cuestión, empleando 374 horas en pruebas con 17 modelos de lavavajillas a lo largo de cuatro meses, y sus resultados respaldaban el no enjuagar.
A pesar de la evidencia, muchos persisten en esta práctica. Algunas personas justifican el enjuague en la calidad de los resultados, mientras que otros temen que los restos alimenticios puedan llegar a bloquear el filtro del electrodoméstico. Por otro lado, hay quienes, motivados por la sostenibilidad, han dejado de enjuagar, apoyando así la eficiencia del lavavajillas en su proceso completo de lavado, enjuague y secado.
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El experimento llevado a cabo por Williams solicitó a voluntarios de diferentes hogares que utilizaran sus lavavajillas con la misma marca de detergente. Organizados en dos grupos (aquellos que enjuagaban previamente y los que no), los resultados consistentemente mostraban que la vajilla salía limpia en ambos casos, con pequeñas excepciones usualmente debidas al alojamiento inapropiado de la misma dentro del lavavajillas.
No obstante, las anécdotas recogidas revelaron más que hábitos de limpieza; revelaron resistencia al cambio, negacionismo y tensiones familiares, haciendo patente que las costumbres adquiridas en el uso doméstico de aparatos pueden arraigarse profundamente.
¿Usar el lavavajillas inmediatamante después de comer o no?
Un argumento adicional que surgió durante la investigación se relacionó con una cuestión generacional. Muchos usan sus electrodomésticos inspirados en rutinas heredadas de años atrás, sin tomar en cuenta las mejoras y eficiencias de los modelos modernos. En este contexto, KC Davis, en declaraciones al The Washington Post, señala que los fabricantes no siempre tienen en cuenta los distintos tipos de hogares, como aquellos donde no se usa el lavavajillas inmediatamente después de comer, y sugiere el uso del programa de enjuagado en estos casos.
La reflexión final sobre cómo llenamos el lavavajillas se revela casi como una manifestación de nuestra personalidad. Sin embargo, las evidencias apuntan en una dirección práctica y sostenible: prescindir del enjuague previo significa una menor utilización del agua, y en el caso de que algún objeto requiera atención extra, no resulta demasiado engorroso volver a limpiarlo. A fin de cuentas, la selección del método queda a la discreción de cada usuario, aunque la recomendación ambiental y de eficiencia predomina: menos agua, menos esfuerzo, misma limpieza.