En Sevilla no hay un día tranquilo. El club hispalense ha iniciado el 2024 de idéntica manera que finalizó el 2023: con derrota e inmerso en un río de tensión cuyo caudal desborda a los aficionados y futbolistas. El clima es irrespirable. “Directiva, dimisión” fue el cántico más escuchado en la derrota andaluza ante un Athletic muy superior durante todo el partido. El pitido final de Sánchez Martínez fue el pistoletazo de salida a la ira de la afición hispalense que mostró su descontento con una sonora pitada.
Sergio Ramos, capitán del equipo, tomó la palabra tras otro partido, y ya van ocho, sin conseguir ganar ante su público. El camero analizaba en el micrófono de DAZN el desarrollo del partido hasta que un aficionado le increpó llamándole cornudo y él interrumpió la charla para mandarle callar y recriminarle su comportamiento. “Ten un poco de respeto, que estamos hablando”, bramaba Sergio Ramos. “Ten respeto a la gente y al escudo”, repitió en varias ocasiones. “Estamos hablando, respeta y cállate ya, anda”, finalizó antes de retomar la entrevista. “Hay que aguantar de todo, esta es la situación y entendemos la frustración de la gente”.
blockquote class="twitter-tweet" data-media-max-width="560">"¡TEN UN POCO DE RESPETO! ¡RESPETA A LA GENTE!”
— DAZN España (@DAZN_ES) January 4, 2024
¡Qué enfado de Sergio Ramos!#LALIGAenDAZN ⚽️ pic.twitter.com/n0T2aRNBEa
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Ramos refleja la tensión que rodea al Sevilla
Cuando ni tu propia gente te reconoce, está claro que algo falla. Es lo que sucede en estos momentos en el seno de un Sevilla que quería mirar de tú a tú a los mejores y, de momento, vaga por la parte baja LaLiga y ya sin rumbo posible que encauzar en la Champions. Lo reconoció, sin paños calientes, el segundo entrenador que ha pasado por Nervión esta temporada, Diego Alonso: “Tenemos que respetarnos nosotros mismos”. Algo que no ha conseguido inculcar el sustituto de José Luis Mendilibar, ya que se marchó sin conocer la victoria con el club en ninguna de las dos competiciones de referencia. Lo cual, por tanto, no le hace inmune al mal de males para los hispalenses desde septiembre: ni un solo triunfo en el Ramón Sánchez-Pizjuán.
El agujero del Sevilla sería menor si las prestaciones mejorasen cuando se juega de local, pero no es el caso desde el pasado 26 de septiembre. Entonces, un 5-1 contra el Almería, aún con Mendilibar al frente de la nave, resultó, a día de hoy, la última cosecha de tres puntos ante la parroquia sevillista. “El equipo juega bien, pero no obtiene resultados, y es difícil sostener y repetir un discurso, pero la realidad es que hay que trabajar porque al equipo se le ven cosas buenas. El camino está ahí”, confiaba el ya destituido Diego Alonso.
Tres entrenadores en una misma temporada; cuatro en año natural
El uruguayo fue el último inquilino al que echan de un banquillo que ha estado habitado por Lopetegui, Samapaoli y Mendilibar en apenas un año natural. Las dos únicas victorias, ante Quintanar de la Orden y Atlético Astorga en Copa del Rey, son un bagaje muy triste para un equipo que no sale de la UCI. Quedó último en la fase de grupos de la Champions, por lo que ni siquiera disputarán Europa League. En Liga no sumó ninguna victoria y ha sumado ocho partidos sin ganar en la competición doméstica.
El testigo dejado por Diego Alonso lo recogió Quique Sánchez Flores, aunque, por el momento, sin demasiado éxito. Una victoria y dos derrotas son los resultados cosechados por el Sevilla desde la llegada del técnico madrileño. Con 16 puntos, los hispalenses superan el descenso por la mínima, acumulan casi cuatro meses sin ganar ante su público y la tensión desborda el feudo andaluz.