Sin fórmulas mágicas: la investigación española da una nueva esperanza para salvar aves en peligro de extinción

El estudio de Juan Carlos Illera y la Universidad de Oviedo ha conseguido aumentar la población del pinzón azul, especie amenazada en Gran Canaria

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Pinzón azul, especie de Canarias en peligro de extinción (Universidad de Oviedo)
Pinzón azul, especie de Canarias en peligro de extinción (Universidad de Oviedo)

No existen fórmulas mágicas cuando hablamos de salvar a un animal en peligro de extinción. Pero una nueva esperanza ha surgido en la conservación de aves gracias a la última investigación de la Universidad de Oviedo, que ha demostrado como efectivas diversas acciones para la conservación de especies de aves en riesgo de extinguirse. A través de técnicas de traslocación, es decir, el traspaso de ejemplares de un animal de un lugar a otro, estos investigadores han conseguido aumentar el número de parejas reproductoras de las aves.

En concreto, explica a Infobae España el profesor Juan Carlos Illera, el estudio se ha realizado con el pinzón azul, una especie endémica en la isla de Gran Canaria que se encuentra en peligro de extinción despues de que el ser humano sobreexplotara durante años los bosques de pinar en la isla, hábitat natural de este animal, lo que ha reducido su extensión de forma considerable.

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Un incendio acabó con la mitad de su población

El pinzón azul se ha mantenido principalmente en la localidad de Inagua, uno de los grandes espacios naturales de la isla. La motivación de este estudio, comenta, se debe a las casualidades de las últimas décadas: el bosque de pinos de Inagua sufrió en 2007 un gran incendio que arrasó gran parte de esta reserva. “La población (de pinzón azul) disminuyó a la mitad, se quedó prácticamente en poco más de 100 individuos”, señala Illera. El fuego causó que un par de parejas de pinzón azul se instalasen en La Cumbre, un pinar más reducido donde no se tenía constancia de que viviera esta especie.

“En ese momento se vio la posibilidad de intentar crear una segunda población, de tal manera que pudiera ser resistente a eventos catastróficos, como pudiera ser otro gran incendio”, recuerda Illera.

El proyecto se ha basado en la traslocación de individuos de pinzón azul en esta zona. Unos provenían de un programa de cría en cautividad por parte del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria. Los otros, del propio núcleo de Inagua, siempre dentro de un margen para no “dejar a la población original sin individuos juveniles”.

Un “referente” para futuras acciones de conservación

Juan Carlos Illera, profesor del área de Ecología de la Universidad de Oviedo e investigador en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo)
Juan Carlos Illera, profesor del área de Ecología de la Universidad de Oviedo e investigador en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo)

El proceso se ha hecho en varias fases desde el 2010 y los resultados a corto plazo son esperanzadores. Después de diez años, el número de parejas reproductoras ha aumentado de dos a 29, según los últimos datos. La nueva población se mantiene además sin perder variabilidad genética, que dificultaría su persistencia. “Lo que nosotros hemos puesto de manifiesto en este trabajo es que por lo menos acciones de este calibre funcionan. Con lo cual esto sí que puede servir a otros investigadores que estén trabajando con especies amenazadas a seguir los mismos pasos”, explica. Aunque aclara que habrá que continuar observando los efectos a largo plazo.

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Una particularidad, además, es que la nueva población se ha situado a una mayor altitud de lo normal. Se trata de una casualidad interesante “dentro de la situación actual de cambio climático, donde en los meses estivales se alcanzan temperaturas muy altas y esto puede poner en peligro a las poblaciones de esta especie a cotas más bajas”.

“En esta nueva población lo que hemos visto es que el estrés térmico es mucho menor. Por tanto, entendemos que en un futuro, cuando la población siga creciendo, pues tendría una mayor probabilidad de persistir con el tiempo”, explica Illera.

Avisa, no obstante, de que la respuesta puede no ser universal pues “no existe la receta mágica para todas las especies”. Utilizar sus técnicas o no “es una cuestión que tienen que valorar los investigadores, pero por lo menos tienen nuestro estudio como referencia para, de alguna manera, guiarles”.

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