La polarización como droga: los españoles somos cada vez más ‘adictos’

En los últimos cinco años la polarización aumentó un 40% a nivel global y en España lo hizo un 35%

España, adicta a la polarización. EUROPA PRESS

La polarización afectiva sigue ganando terreno entre las élites políticas y, lo que es más preocupante, entre los ciudadanos. Toma más importancia si consideramos a este fenómeno de división ideológica irreconciliable una experiencia que genera en el cerebro efectos similares a los de las drogas.

La consultora Llorente y Cuenca, junto a la plataforma Más Democracia, presentaron las conclusiones de un estudio sobre la polarización en 12 países, en los últimos 5 años en el que ponen datos y cifras a esta adicción a la confrontación.

Según su análisis, en los últimos 5 años la polarización aumentó un 40% en los 12 países en los que se llevó a cabo el estudio. En España, la polarización se incrementó en 35 puntos porcentuales. FundéuRAE, que la eligió palabra del año, considera que este término alude a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas (en referencia a los polos), en ocasiones con las ideas implícitas de crispación.

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España no cuenta con una polarización tan alta como en Estados Unidos o Reino Unido, pero vive una situación anómala con respecto al resto de países de nuestro entorno. En Alemania, la cultura de las coaliciones ha contribuido a que el fenómeno de la polarización no haya conquistado tantos espacios públicos y políticos como en España. En Italia, a pesar de compartir multitud de elementos políticos y culturales, la clase política italiana ha registrado históricamente multitud de momentos en los que han cerrado filas en favor de la unidad. Por su parte, Francia se encuentra en un contexto político tripolar. Con el aumento del apoyo electoral a Macron, las opciones encarnadas por Marie Le Pen y Jean-Luc Mélenchon se han visto opacadas por la entrada en competición de un tercer actor.

Entre las causas del aumento a la ‘adicción’ a esta ‘droga’ se produce, según apunta Lidia Núñez, politóloga de Ideas en Guerra, porque “nos exponen mañana, tarde y noche a opiniones, hechos y circunstancias relacionados con la política”, “estamos sobreestimulados”, completa.

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Los memes políticos reemplazan a los de La isla de las tentaciones

Para Luis Miller, sociólogo e investigador del CSIC, “no creo que sea tanto un problema de adicción a la polarización sino que somos adictos a la política”. “No nos iría mal tratarnos”, ironiza en una entrevista con Infobae España. “La política ha colonizado medios de comunicación, series de televisión, [...] ha entrado de lleno en nuestra vida diaria, tenemos hiperinflación de política y estamos empezando a tener una relación tóxica con ella”, afirma.

Cientos de personas durante una manifestación contra la amnistía. (Diego Radamés - Europa Press)

“¿Te has dado cuenta de los memes que recibimos esta Navidad?, este año el hit es como no discutir con tu familia, este es otro síntoma de la polarización que hay en nuestro país”, subraya Carmen Torres, profesora de Comunicación Política de la Universidad Nebrija.

“El auge de los programas de infoentretenimiento, la necesidad de crear personajes de nuestros políticos, conocer a que restaurantes van, cuál es su comida favorita... claro que somos adictos a la política”. “Yo lo veo a diario en mis clases, hace unos años los ejemplos que ponían mis alumnos eran de series de televisión o de La Isla de las Tentaciones, que fue un hit, pero ahora es todo política, es increíble”, enfatiza.

Acabar con el círculo vicioso

Como ciudadanos “deberíamos, en primer lugar, pedir a las élites políticas parar de aplicar esta estrategia de polarización” y luego, como individuos “deberíamos luchar contra nuestros sesgos cognitivos, es decir, antes de discutir de forma desacerbada, deberíamos pararnos y pensar”, señala el politólogo Pablo Pardavila.

Las redes sociales “han contribuido, sin duda, a la existencia de este clima de alta polarización”, reconoce Torres. “Las redes sociales se han convertido en cajas de resonancia de los argumentarios políticos”, apunta la profesora. Por eso, “es imprescindible que le dejemos de dar bola a los mensajes hiperbólicos para acabar con este circulo vicioso”, explica Pardavila.

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