De votantes a hooligans: de paseo por la polarización en España

Este fenómeno, según los estudios, seguirá aumentando en España

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Javier Ortega Smith, se encara
Javier Ortega Smith, se encara y tira unos papeles y una botella de agua vacía a Eduardo Rubiño.

“¿Con quién te gustaría que se casara tu hija?”, se preguntó en Estados Unidos en 1958. Un 18% de los estadounidenses prefería que fuera demócrata, un 10% republicanos y para un 72% carecía de importancia. En 2016 se realizó el mismo estudio: el 28% de los encuestados prefería que fuera demócrata, un 27% republicano y menos de la mitad de la población, un 45%, reconoció que carecía de importancia. En 2020, tan solo el 3% de los matrimonios estaba formado por una pareja de ideologías diferentes.

Este ejemplo demuestra como en Estados Unidos la población se ha polarizado, pero ¿y en España?, parece que también. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, la autodefinición ideológica se ha ido escorando a un lado u otro de la tabla. Considerando la posición 0 como extrema izquierda y la 10 extrema derecha, en 2010 alrededor del 60% de la población se situaba en las posiciones centrales, es decir, 4, 5 y 6. En 2023, el porcentaje de población se ha reducido en veinte puntos.

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Con estos y otros datos, Luis Miller, sociólogo, investigador del CSIC y autor de “Polarizados. La política que nos divide” (Ed. Deusto) confirma que “En España hay una polarización afectiva media-alta”. Miller, aunque no quiere ser alarmista, cree que “en los próximos años aumentará en la sociedad”, “las élites políticas están excesivamente polarizadas”, completa. Además, “se junta con que a nivel global también estamos viviendo este fenómeno”, señala por teléfono, desde Navarra, el analista político, Víctor García de la Vega.

La polarización afectiva podríamos definirla como aquella provocada por las emociones, dejando a un lado lo racional. “En España, parece, que todos tenemos muy claro a que bloque político pertenecemos y en que bloque no estaríamos nunca”, explica Lidia Núñez, politóloga de Ideas en Guerra. “Al final se está haciendo política desde lo visceral, desde las emociones, así se establecen posturas que se vuelven irreconciliables”, señala Carmen Torres, profesora de Comunicación Política de la Universidad Nebrija

“Sánchez o España”, “derogar el Sanchismo”, “nos están colando una dictadura por la puerta de atrás”, “hijo de puta” o “la mejor España, frente a la peor derecha”, son algunos de los mensajes que los ciudadanos han ido consumiendo a lo largo de este 2023. Para García de la Vega, “tan solo son síntomas de una creciente polarización”, “un ejemplo claro es la normalización que hemos hecho de que se llame hijo de puta al presidente del Gobierno, ¿en qué momento?”, se pregunta.

Una manifestante con la bandera
Una manifestante con la bandera de España y el texto "Que te vote Txapote". (Alejandro Martínez Vélez - Europa Press)

El autor de “Polarizados. La política que nos divide” considera que el momento clave está en que “la polarización se ha convertido en una estrategia política para conseguir votos”. Para Miller, un político tiene dos opciones: “o intentar alcanzar una masa de votantes transversal, con mensajes matizados y lidiar con sus contradicciones, o dirigirse a una base de votantes más pequeña, pero más homogénea. Esta última es la estrategia que están aplicando los agentes políticos en España”, subraya.

“Esta estrategia lo que permite es crear un sentimiento de pertenencia que nos obliga a asumir los postulados de nuestros líderes políticos, hasta tal punto que nos vemos atacados si atacan a nosotros personalmente”, explica Torres, y ejemplifica: “Esto es como cuando se meten con tu hermano, que tú sí lo puedes hacer, pero que lo haga el resto te molesta, al final estamos actuando de forma irracional”.

Ahora, “aunque quien activa a los votantes son las élites políticas, los ciudadanos también tenemos responsabilidad en esto”, recuerda el politólogo Pablo Pardavila. “Debemos dejar de contribuir a la deshumanización de la política, pensar que el adversario político es el mal, debemos de dejar de disfrutar de la cultura del zasca”, sigue.

“Lo que polariza en España es el tema territorial”

Está claro que no hay una lista de causas inamovibles, sino que son el conjunto de todas ellas las que dan pie a este escenario de polarización. No obstante, “hay algunas que están claras”, reconoce Luis Miller, que considera que “el principal tema que polariza en España es el problema territorial”. El sociólogo del CSIC explica que en nuestro país “además del eje tradicional izquierda-derecha, también está muy presente el eje territorial, un asunto que cuando se superponen, como está ocurriendo ahora, se da un fenómeno en el que se habla todo el rato de lo que más polariza”, “es una especie de bucle”, apunta.

También se apunta al viraje de ambos ejes -izquierda, derecha- en la última década. Para Miller, la izquierda ha adoptado postulados “más progresistas, centrados en el aumento de impuestos y la protección económica”, mientras que la derecha “se ha movido a posturas más libertarias”, cuestión que también ha favorecido que “el acuerdo entre agentes políticos distintos sea más complicado”.

El expresidente de la Generalitat
El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont. (Europa Press)

Otra de las causas es el contexto político internacional. El viraje de instituciones internacionales hacia posturas más keynesianas, es decir, más socialdemócratas, ha obligado a la derecha a dejar a un lado el tradicional argumentario liberal, y a subirse al caballo de la guerra cultural, según explica Victor Lapuente en un reportaje en el diario El País.

“La guerra cultural tiene mucho que ver con la aparición de la ultraderecha, cuando se empieza a enmendar consensos que parecía que estaban cerrados”, reflexiona Torres. Una batalla que para la politóloga de Ideas en Guerra considera que “la está ganando la derecha cuando cuestiona cosas básicas como el feminismo”.

Polarización ¿asimétrica?

El presidente del Gobierno, durante su comparecencia para hacer balance del año político, introdujo un nuevo término en el panorama político nacional. Para Pedro Sánchez, “lo que hay es una polarización asimétrica”, un término que acuñó el partido demócrata en 2020 para evidenciar que la polarización estaba siendo provocada y azuzada por Trump.

La tesis de Sánchez es que la derecha es la responsable de este “medio alto” nivel de polarización. “Es cierto”, coincide Pardavila con el presidente. “Los datos lo demuestran”, sigue, “si preguntamos a votantes de derechas e izquierdas si se debe ilegalizar algún partido de los representados en el parlamento, los votantes de derechas apoyan, en mayor medida, esta iniciativa”, explica.

Pedro Sánchez, en su comparecencia
Pedro Sánchez, en su comparecencia de balance de 2023 en Moncloa. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Víctor García de la Vega también apunta en esta dirección, “la derecha ha tomado la polarización como estrategia, si la estrategia tiene resultados positivos, ¿por qué la vas a dejar de aplicar?”, se pregunta. “El ejemplo perfecto es Isabel Díaz Ayuso”, “llama hijo de puta al presidente porque cree que no la van a pillar, la pillan y como sabe que va a funcionar entre su electorado se saca de la manga el lema del ‘me gusta la fruta’. Al final a la derecha le interesa porque le funciona”, termina por explicar.

No mantiene una opinión tan clara Carmen Torres. Para la profesora de la Nebrija “sí que es cierto que cuando la derecha cree que va a Gobernar y luego no gobierna, aumenta la crispación”, “ya ocurrió en los 90 con Aznar, también en 2004 cuando ganó Zapatero y está ocurriendo ahora, pero no comparto que sea responsabilidad única de la derecha, hay otros factores como los medios de comunicación o las redes sociales”, recuerda.

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