Son las 11 de la mañana en Madrid del día 31 de diciembre y, por lo tanto, ya es año nuevo. No en esta ciudad, ni en París, Berlín o Roma. Tampoco en Londres o Lisboa y, desde luego, no en Nueva York o Buenos Aires. Pero sí en Kiribati y Samoa, los lugares poblados que saludan primero a cada nuevo día. Kiribati es un lugar recóndito, como poco más de 120.000 habitantes, una isla soleada, con bandera curiosa donde todos los días empiezan su labor.
Son los primeros y desde ahí comienza la carrera. Poco a poco los territorios del mundo irán desechando la última página del calendario de 2023. Tras Samoa, las Islas Chatham, un territorio neozelandés que, por absurdo que parezca, van un cuarto de hora más tarde. Porque los husos horarios tienen vericuetos y curiosidades.
Te puede interesar: Los beneficios para la salud de las 12 uvas
El sol se va moviendo de este a oeste y a cada paso que da nuevos territorios entran en un nuevo año. Aunque antes de todo eso hay que decir que el fin del año no deja de ser una convención social, un evento propio de la cultura occidental que, por cuestiones históricas que van desde el colonialismo a la globalización, se ha tomado como referencia casi universal. Años nuevos hay muchos en realidad, porque también hay diversos calendarios, desde el chino (que verá su cambio de año el 10 de febrero) hasta las distintas fechas que manejan en India dependiendo de la región y la religión.
El año nuevo da para cientos de curiosidades que pirran a los locos de la geografía. Algunas de ellas se pueden ver en el archivo del blog de Fronteras, donde desde hace años se hace acopio de curiosidades geográficas y también temporales. Su autor, además, suele acompañar el año nuevo de cada lugar en twitter, anunciando el cambio de año desde Kiribati a la Isla Howland, las últimas resistentes de cada día, que comenzará el día nuevo justo cuando en la primera isla del año sea ya 2 de enero.
Un detalle curioso más sobre esto. En contra de lo que pueda decir la intuición, la Islas Baker y Howland en realidad están al oeste de Kiribati. Porque al final los husos horarios no dejan de ser una decisión política y por eso mismo se dan rarezas varias, como el hecho de que los 1.300 de China pasen al 1 de enero justo en el mismo momento. El país, por su extensión, debería tener cinco horarios diferentes, pero por ley solo utilizan el horario de Pekín. Eso provoca problemas importantes en las regiones fronterizas con Asia central. En la frontera de Tayikistán, cuando sea ya año nuevo en el lado chino, todavía faltarán tres horas para que en el otro lado de la raya cambien de fecha.
El cambio horario de Pekín se da las cinco de la tarde hora española. Junto con el país entero entran también otros como Filipinas o Malasia. Entre los locos de la geografía quizá los que más en serio se lo toman son aquellos que, cada año, tratan de ver el año nuevo varias veces. Algo que en España puede ser muy factible, si se está en la frontera con Portugal no hay más que cruzarla para lograrlo.
Tradiciones de todos los colores
Es obvio que no es un día más. El mundo se para, la gente se viste de noche, aguanta hasta las 12 y se abraza con los suyos para representar que este cambio de fecha, desde luego, no es uno más. Empiezan en estos días el rosario de promesas que se cumplirán o no, y también el balance de todo aquello que ha quedado atrás. Eso es común en casi todo el mundo, pero la manera de hacerlo en cada pueblo es peculiar. En España son las uvas, 12, al ritmo del reloj de la Puerta del Sol y con Ramón García o Cristina Pedroche en la televisión. Es una de las tradiciones más curiosas, lo de las uvas es bastante singular, pero lo de hacer coincidir la alegría con el sonido de un reloj no es nada raro. En Times Square, en Nueva York, por ejemplo, se escucha fuerte una cuenta atrás que termina con un montón de gente besándose. Que da suerte, se supone, porque la llamada a la fortuna también es algo constante sin importar demasiado los husos horarios.
El ruido es algo muy del género humano en estas fechas. En Japón reciben al año nuevo (a las 16.00 hora peninsular española) con 108 tañidos de campana y en Copenhage, que comparte horario con Madrid, la tradición dicta romper platos antiguos para dar la bienvenida al cambio de calendario. A lo ancho y largo del mundo es también bastante frecuente la pirotecnia para celebrar la fecha.
El ruido y la comida, que también es tradición. En España son uvas y en Italia lentejas, que simbolizan riqueza y abundancia. En algunos países de hispanoamérica se estila tener la maleta hecha para cambiar de año, porque todo esto no deja de ser un gran viaje. Porque el día uno de enero es uno más, sí, pero tiene sus rarezas.