Durante la campaña de las generales, cuando las encuestas vaticinaban otro nuevo resultado adverso para Pedro Sánchez, en Ferraz temían nombrar siquiera la palabra “sucesión” ante la ausencia de un liderazgo fuerte que hiciera de contrapeso al secretario general de los socialistas. Si bien la posibilidad de que el partido quedara sumido en una profunda crisis quedó resuelta la noche del 23-J, cuando los resultados de las elecciones brindaron a Sánchez la posibilidad de seguir gobernando ante la insuficiente mayoría de la suma de la derecha.
Propulsado por el miedo a un gobierno de PP y Vox, el líder socialista no solo salvó los muebles: obtuvo un escaño más y ganó casi un millón de sufragios (cerca de 8 millones) con respecto a 2019, lo que supuso el respaldo a su gestión y a los pactos con Podemos, ERC o EH Bildu cuestionados por la derecha e, incluso, por la vieja guardia del PSOE y por los barones autonómicos críticos (con Emiliano García Page a la cabeza).
Te puede interesar: Pedro Sánchez vuelve a superar un pronóstico adverso y sale reforzado del 23-J
La conformación de un nuevo Gobierno de coalición liderado por Pedro Sánchez concede al partido un respiro de cara al futuro. En la reciente presentación de su nuevo libro, el propio secretario general del PSOE no cerró la puerta a un “cuarto mandato”, ya que volver a presentarse a unos comicios no se puede mirar desde el prisma de los años, sino de “las ganas y las ideas”. “Y hay proyecto político para largo”, avisó el presidente para revindicar su capacidad de resistencia: “Mi historia es la del mito de Sísifo”, apostilló.
No obstante, la complejidad de la mayoría que sustenta al Gobierno mantiene en vilo la duración de la legislatura y, por ende, no despeja la posibilidad de que se abra el melón de un cambio de liderazgo en el PSOE en el medio plazo. En este escenario, el nombre de María Jesús Montero se abre paso a medida que su influencia en el partido y el Gobierno sube un peldaño.
Te puede interesar: María Jesús Montero, mano derecha de Sánchez en el PSOE, y ahora del Gobierno
Su ascenso como vicepresidenta primera le convierte en la mano derecha del presidente del Ejecutivo, un lugar predominante que ya ostenta en el PSOE desde que en julio de 2022 se convirtiera en la vicesecretaria general del partido liderado por Sánchez. Con este nuevo rol en el nuevo Gobierno de coalición, Sánchez reconoce así el trabajo destacado de la ministra de Hacienda, cuyo papel ha sido clave en los diferentes gabinetes liderados por el secretario general de los socialistas desde que la dirigente sevillana llegara a Madrid hace cinco años y medio.
El bagaje que acumula en los diferentes gobiernos de Sánchez desde junio de 2018 habla por sí solo. Ha sido una de las principales artífices de los dos acuerdos para formar Gobierno de coalición y ha negociado de manera exitosa los tres últimos presupuestos. También, acumula una vasta experiencia en las conversaciones para aprobar en el Congreso los diferentes decretos del Estado de alarma por la pandemia y las medidas anticrisis para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania.
Un liderazgo feminista, la asignatura pendiente del PSOE
En los más de cinco años de experiencia como ministra de Hacienda –fue además la voz del Ejecutivo entre 2020 y 2021, y ha asumido la cartera de Función Pública desde julio de 2021 hasta este viernes, cuando pasa a manos del actual ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá–, la dirigente sevillana ha sido uno de los perfiles más destacados del Ejecutivo, donde ha tejido una red de contactos con los diferentes ministerios y grupos políticos del Congreso, pero también del partido, donde tiene buena acogida.
Junto a Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes de España, y Óscar López, director del Gabinete de la Presidencia, María Jesús Montero es de las personas más cercanas a Sánchez. Cuenta con la máxima confianza del presidente del Gobierno y sus ascensos progresivos le dan más tablas aún para que, dado el caso, pueda postularse como sucesora de Pedro Sánchez. Su doble refuerzo le sitúa como potencial relevo en el liderazgo de un partido que, a pesar de su carácter feminista, nunca ha sido comandado por una mujer.
Por otro lado, con la decisión de convertir a la ministra de Hacienda en la número dos del Gobierno, Sánchez enfila de manera clara uno de los grandes retos de la legislatura: la reforma del sistema de financiación autonómica, una cuestión pendiente desde 2014. Esta tarea se vuelve más compleja ante la hegemonía del PP, que controla 11 de las 17 comunidades autónomas.
En este contexto, Montero tendrá que sortear el reclamo de la “financiación singular” para Cataluña por parte de ERC y Junts, dos socios imprescindibles del Gobierno que compiten entre sí, así como la condonación de la deuda catalana por parte de la Administración General del Estado y que el Gobierno quiere hacer extensible al resto de autonomías del régimen común con deuda con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).