“Ahora podríamos identificarlo como un artista global a la altura de Lady Gaga o Miley Cyrus. Era muy manierista y forzado, vivía estéticamente y su personaje era también la persona. La imagen para él no es intrascendente y prescindible, es obligatoria, y hubiera disfrutado mucho con una cuenta de Instagram”. Puede que no haya mejor resumen para definir cómo percibiríamos a día de hoy a un artista como Tino Casal, puesto en palabras por uno de los comisarios de la exposición en torno al artista que pasó por Madrid hace unos años. El cantante fue en su momento uno de los músicos más destacados de su época, de los ochenta, de la Movida Madrileña, pero había algo en torno a él que lo hacía diferente del resto, como si realmente hubiera nacido en la época incorrecta.
“Tino Casal es un artista fascinante que podía gustar por igual a alguien nacido en los 80 que a alguien nacido en los 2.000″, secunda otra voz, una de las muchas opiniones de amigos, familiares y periodistas que pueden escucharse en la serie documental que ahora estrena Atresplayer, y que repasa la breve pero intensa vida de un artista que se marchó de este mundo estando prácticamente en la cúspide de su carrera.
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El asturiano se convirtió en uno de los grandes representantes de la corriente new wave en España, una música prácticamente inédita en nuestro país y que él, entre otros artistas de la Movida, comenzó a popularizar. Su peculiar estética y su particular voz, sumado a las letras tan pegadizas hicieron que Casal escalase pronto hasta los primeros puestos del pop español, primero con su álbum debut Neocasal y sobre todo con su segundo disco, Etiqueta Negra, en el que se encontraban temas como Póker para un perdedor o especialmente Embrujada, una de las canciones más conocidas del cantante. Entre medias, Casal también tenía tiempo para colaborar con buenos amigos y representantes también de la Movida Madrileña, como Pedro Almodóvar, al que le ayudó a financiar su película Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, para la que además cedería parte de su vestuario como la icónica chaqueta roja que lleva Imanol Arias.
Un parón, una reaparición y un accidente mortal
Tras el éxito de Etiqueta Negra y comenzando a exportar su música al extranjero, Tino Casal realizaría una gira en 1985 en la que sufrió un esguince. Desoyendo los consejos de los médicos, el cantante decidió continuar la gira estando convaleciente, haciendo uso de analgésicos que lo llevaron al borde de la muerte por una necrosis. Casal hubo de parar durante varios meses y estar en silla de ruedas durante tantos otros, pero volvería en 1987 con fuerza como para lanzar uno de sus mejores álbumes, Lágrimas de cocodrilo, en el que se encontraba su icónico tema Eloise.
Casal estaba de vuelta en los escenarios, haciendo música que triunfaba y recuperándose de sus afecciones, pero un accidente de tráfico lo cambiaría todo. El cantante viajaba como copiloto de Gonzalo García, su baterista, pero con el cinturón del coche desabrochado, el cual ocasionaría que perdiera la vida la noche del 22 de septiembre de 1991, privándonos para siempre de haber conocido más a uno de los grandes artistas españoles de la música pop. Un legado que ahora recupera Atresplayer a través de la serie documental de tres episodios, que repasa la figura del cantante con sus luces y sus sombras, sus incógnitas y, sobre todo, su música.