La Dirección General de Tráfico ha confirmado que, en el territorio español, existen más de 2.100 puntos de control de velocidad, si se tienen en cuenta todas las variedades de dispositivos actualmente en servicio en las carreteras, incluyendo los radares móviles, fijos y de tramo. Cabe mencionar que esta cifra no incluye los dispositivos del País Vasco y Cataluña, donde las competencias en materia de tráfico están transferidas. Además de estos radares terrestres, también se ha incorporado la vigilancia aérea a través del uso de drones y helicópteros, con dispositivos Pegasus que, solo en el último año, emitieron más de 20.000 propuestas de sanción. A estos medios se suman las recientes furgonetas y motocicletas camufladas que patrullan y controlan las vías.
Este impresionante conjunto de herramientas de vigilancia ha resultado en una recaudación récord de multas durante el año 2022, alcanzando los 507 millones de euros, según datos de Automovilistas Europeos Asociados. Con un total de 5,5 millones de sanciones impuestas, un incremento del 15,6% respecto al año anterior, el exceso de velocidad sigue siendo la falta más común, representando dos tercios de las multas tramitadas por la DGT.
Te puede interesar: Más radares en las carreteras en 2024: este es el nuevo plan de la DGT para aumentar las multas
Con el paso del tiempo, los radares han evolucionado considerablemente. Inicialmente, se utilizó la tecnología Doppler en los radares fijos, que mediante la emisión de ondas de microondas calculaba la velocidad de los vehículos en movimiento. Hoy día, se ha incrementado el uso de dispositivos móviles y portátiles, que en su gran mayoría operan mediante tecnología láser para determinar la velocidad de los vehículos al ‘cortar’ las líneas proyectadas.
Muchos de estos radares láser móviles son manejados por agentes de la Guardia Civil y en años recientes, se han popularizado los denominados Veloláser: dispositivos portátiles bastante pequeños y ligeros que se pueden instalar casi en cualquier lugar y son operados de manera inalámbrica, capaces de funcionar de forma autónoma durante un lapso de tiempo considerable.
Te puede interesar: Los coches con etiqueta B son los siguientes: las restricciones a las que se enfrentarán
La DGT subraya que la mejora tecnológica ha sido clave para aumentar la capacidad de control en las carreteras. En el pasado, la ubicación de los radares estaba limitada por la necesidad de tener una fuente de energía y conexión a redes de datos cercanas. Actualmente, con la autonomía proporcionada por la energía solar y las conexiones móviles 3G, 4G y 5G, estos límites han sido superados.
A pesar de que la DGT afirma que los lugares de instalación de los radares se eligen basándose en estudios de accidentalidad, no faltan voces críticas que sostienen que muchos dispositivos se colocan con fines recaudatorios. Sin embargo, la DGT defiende que estos están instalados donde realmente se requiere para incrementar la seguridad vial.
Te puede interesar: Noche de Navidad complicada en Madrid: un atropello grave en Ferraz, un accidente de patinete en Vallecas y otro de moto en la Castellana
La sofisticación tecnológica permite incluso capturar imágenes en condiciones de baja luz, posibilitando el control de velocidad nocturna y en túneles, gracias al avance de cámaras y sistemas de iluminación, como los infrarrojos, invisibles al ojo humano.
La DGT está priorizando el uso de radares de tramo, que registran la velocidad promedio de los vehículos a lo largo de distancias considerables, y que ya calculan la velocidad media en trayectos de hasta 23 km. Con una implementación de 150 nuevos radares de este tipo en los próximos 3 años, el 80% se destinará a carreteras convencionales y el resto a grandes vías de tránsito. Estos dispositivos, ya sea en carretera o en túnel, están cambiando significativamente el paisaje del control de la velocidad en España.