Hubo un tiempo en el que Si no estás no era conocida por ser el tema viral de Íñigo Quintero, sino una canción de El sueño de Morfeo, uno de los grupos más famosos de la década de los 2000. Al frente de aquel grupo de origen asturiano estaba una canaria, Raquel del Rosario quien durante más de once años fue la vocalista de la banda, que terminaría por disolverse en 2013 tras su actuación en el Festival de Eurovisión. La carrera de Rosario desde entonces ha dado muchas vueltas, pero después de diez años parece que por fin retoma el sendero musical.
La cantante de Teror ha roto su silencio musical estos días con La voz olvidada, su primer tema en más de diez años y con el que se ha ganado una gran acogida por parte de los fans que esperaban con ahínco tener noticias de ella. Entre esos fans estaba, ni más ni menos, que su exmarido y piloto de Fórmula 1, Fernando Alonso, quien también felicitaba en redes sociales a la artista por su retorno a la música. Sin embargo cabe preguntarse una cosa, ¿qué había estado haciendo Raquel del Rosario hasta este momento?
Te puede interesar: El mensaje de Fernando Alonso a su exmujer Raquel del Rosario tras publicar una canción 10 años después
Pues bien, primero hay que tener en cuenta lo que sucedió en 2013, el punto culminante para El sueño de Morfeo después de varios años siendo uno de los grupos pop más famosos en nuestro país. La banda representó a España en el Festival de Eurovisión de 2013, y tras tocar Contigo hasta el final, acabaron penúltimos, en el puesto 25 y con solo 8 puntos, tres más que la colista Irlanda. Ese fue el punto final tanto para Raquel del Rosario como para la banda, que se tomó unos meses de descanso para terminar anunciando su separación definitiva a finales de 2014.
Por su parte, la cantante decidió mudarse a Estados Unidos y dejar temporalmente el mundo de la música. Unos meses antes había contraído matrimonio con el fotógrafo Pedro Castro, después de haber estado previamente casada con el mundialmente conocido piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, con quien mantuvo relación entre 2005 y 2011. Con Castro, al que conoció grabando algunos de sus videoclips, ha tenido dos hijos, Leo y Mael.
Una vida bohemia con algún sobresalto
Antes de regresar al mundo de la música con la publicación de La voz olvidada, la cantante ha pasado un tiempo desconectada de la música, aunque no de sus fans. Basta con entrar en su perfil de Instagram para comprobar que la canaria tiene una gran actividad y participación en redes sociales, con publicaciones semanales y un amplio y variado contenido de fotos y vídeos. La mayoría de ellos tienen que ver con lugares paradisíacos y demás viajes, pero también con su familia; su marido y especialmente sus dos hijos.
La cantante ha pasado sus últimos años criando a sus dos hijos, con un modo de vida muy relajado, practicando varios deportes, meditación y yoga, cuya práctica admite que le ha cambiado la vida. No obstante, dentro de esta apacible vida también ha tenido algún que otro sobresalto. En su día confesó haber superado un pre cáncer de útero, una enfermedad provocada por el virus del papiloma humano, pero no ha sido la única dificultad a la que ha tenido que hacer frente en su vida. El mayor de sus hijos, Leo, padece TEA (Trastorno del Espectro Autista), si bien para su madre nunca ha sido un problema ni mucho menos: “Creo que venimos al mundo con el alma llena de puertas cerradas, y que todas las personas que la vida nos va presentando vienen para ayudarnos a abrirlas. Ojalá y yo pueda abrirle tantas como las que me está derribando él. Leo, tu presencia en este mundo es un regalo. TEA-MO”, escribiría sobre él Del Rosario en su perfil.
Además, la artista musical también vivió un episodio de lo más traumático con el menor de sus hijos, cuando este fue atacado nada menos que por un puma. Tal y como desvelaba la propia cantante en su perfil, el pequeño Mael fue brutalmente atacado por un puma, que por poco no le arrebató la vida pero sí le dejó grandes heridas en la espalda. De hecho, fue la propia Raquel del Rosario la que salvó a su hijo de un desastre mayor, abalanzándose sobre el puma que arañaba a su hijo y propinándole una serie de puñetazos para que dejase al pequeño. “Unos milímetros más y no lo hubiese logrado”, cuenta que le dijo el doctor en el hospital.