2023 siempre será un año para recordar en la selección española femenina de fútbol. El Mundial conquistado en verano ha puesto a las futbolistas en un primer plano desconocido, llevándoles incluso, en algunos casos, a presentar las Campanadas de Fin de Año. Se trata de la principal gesta que ha celebrado nuestro deporte en los últimos meses, liderada en el campo por una Aitana Bonmatí que logró su primer Balón de Oro gracias, en buena medida, a su actuación con el equipo nacional en Australia y Nueva Zelanda.
Otras jugadoras, como Jenni Hermoso, Olga Carmona y Alexia Putellas, entre otras, también han sido objeto de un interés superlativo y nunca antes visto en su caso. El buen hacer deportivo se ha mantenido tras conquistar el título mundialista, ya que España estará en la Final Four de la Nations League y tiene la clasificación para sus primeros Juegos Olímpicos, París 2024, a tiro. Habrá que esperar hasta febrero para saber si se obtiene o no el billete para la madre de todas las citas deportivas.
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El único ‘pero’ que se le puede poner a la absoluta una vez consumada la primera estrella (segunda en el global de la RFEF tras la de 2010 en términos masculinos) es que las polémicas han llegado a empañar un tanto su actuación. Primero, por culpa del beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la celebración del éxito, que acabó derivando en la posterior dimisión y suspensión del hasta entonces presidente de la Federación. Después, por la llegada al cargo de seleccionadora de Montse Tomé, con una primera concentración convulsa en la que el CSD (Consejo Superior de Deportes) tuvo que mediar para desbloquear el conflicto entre las chicas y el ente federativo. Por último, ante los errores de bulto que costaron ausencias y goles en algunos partidos recientes.
A pesar de todo, el balance ha sido positivo, pero la primera mujer al frente del combinado español no puede evitar enfrentarse a preguntas incómodas cuando atiende a los medios. Ha sido así en una entrevista para MARCA en la que repasa todo lo que ha dado de sí el curso.
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Montse Tomé se desmarca de la anterior era
“Yo me enteré en el vestuario porque las jugadoras, la gente, empezaron a comentar lo que había pasado. Fue cuando empecé a darme cuenta de lo ocurrido”, confiesa Tomé al periódico deportivo sobre la escena entre Rubiales y Hermoso. “Cuando vimos lo que ocurría en la Asamblea me sentí sorprendida por todo y fue después cuando tomé una decisión (poner su cargo a disposición de la RFEF) que realmente sentía sin mirar si me quedaba sin trabajo. Hice lo que tenía que hacer como persona sin pensar en lo profesional”, añade.
“¡Pero si no tengo ni el título!”, asegura al ser cuestionada por la proposición de asumir la dirección deportiva, que se le hizo en un primer momento. Más tarde, sí se vio “preparada” para coger las riendas de la Roja, sucediendo a un Jorge Vilda con el que quiere marcar distancias de forma rotunda: “Las relaciones cambian. Es verdad que yo llegué a la Federación porque Jorge me llamó y apostó por mí, pero a lo largo de estos cinco años hemos ido pensando cada vez más diferente”.
En estos momentos, la preparadora asturiana ya no quiere alinearse de ninguna manera con el que fuera su jefe. “Cuando me nombraron seleccionadora dije que no era Jorge Vilda porque es lo que siento. Soy una persona diferente, que transmite de forma diferente, que veo el fútbol de otra forma, que lidera a su staff a su manera y que quería tener una proyección como entrenadora partiendo de cero”, reconoce.
De hecho, Tomé ha querido alejarse, además, de las internacionales, para poder desarrollar mejor su trabajo. “A muchas las conozco desde hace mucho tiempo porque incluso he sido su compañera de equipo. Me gusta ser cercana, pero sobre todo profesional. Para que ellas entendieran que mi rol había cambiado, puse distancia, y es algo que hemos ido adaptando con el tiempo. El verdadero cambio es a nivel de responsabilidad, que ahora es exclusivamente mía, y que ellas saben que quien toma las decisiones soy yo”, afirma.
“Yo no necesito ser amiga de las jugadoras, lo que necesito es que las jugadoras entiendan lo que queremos de ellas, que sientan que las podemos mejorar, que estamos dedicando 24 horas al día por un bien común y que eso forma parte de estar en un clima profesional que tiene que ser sano y positivo”, completa. En menos de dos meses, el reto será mayúsculo, y la intención de todos es dar la talla.