En las embajadas se brinda mucho. Suponen la representación de un país en el exterior y es normal que cada delegación diplomática tenga sus compromisos oficiales con comidas y cenas. España tiene actualmente cerca de 200 embajadas y oficinas consulares repartidas por medio mundo. El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación licitó el pasado mes de septiembre un contrato para dotar de cristalería de gala a sus representaciones fuera de España. Porque la imagen importa.
Tres meses después, el contrato sigue sin adjudicarse. Un portavoz del ministerio se limita a señalar que “la licitación del mismo está siguiendo los trámites previstos en la normativa vigente y dentro de los plazos habituales. El anuncio de formalización del contrato se publicará en la Plataforma de Contratación del Sector Público cuando se firme el contrato”. Y eso que esa misma plataforma de contratación señala que las empresas que quisieran pujar por el contrato tenían hasta el 10 de octubre para presentar sus ofertas. Exteriores no ha querido especificar por qué este retraso.
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Ha pasado el plazo y nada se sabe de la firma que suministrará la cristalería a nuestras embajadas. El contrato está valorado en 99.000 euros, que con impuestos se eleva a los 120.000 euros. La orden 7/2018 del ministerio actualizó hace años la normativa sobre el suministro de enseres de hogar a las residencias oficiales de embajadores y delegados consulares, estableciendo que cada vez que un representante español organice un evento, cada “servicio incluirá las siguientes piezas de la cristalería oficial de gala: una copa de agua, una copa de vino tinto, otra de vino blanco y una de cava”. Cuatro en total. Cada copa deberá llevar grabada además el escudo real de la Orden de Carlos III.
La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III fue establecida, como su nombre indica, por el rey Carlos III en 1771 con la finalidad de condecorar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona. Desde su creación, es la más distinguida condecoración civil que otorga nuestro país. Las últimas personas condecoradas con esta distinción han sido la princesa Leonor, heredera al trono, y Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Las cantidades previstas para su adquisición durante el plazo de ejecución del contrato son: 1.500 copas de agua, 1.500 copas de vino tinto, 1.250 copas de vino blanco y 1.250 copas de cava. Por lo que Exteriores está dispuesto a pagar un máximo de 22,8 euros por copa. El ministerio exige que la cristalería, destinada a un uso institucional, “será en cristal de primera calidad y carácter homogéneo, sin variaciones de tonalidad, brillo o colorido, sin cordadas, aguas y ausencias de otras deformaciones, poros y burbujas”.
Cada pieza llevará un anagrama con el escudo real de la Orden de Carlos III grabado mediante rueda y chorro de arena, de forma que resulte nítido e indeleble. Además, deberá cumplir con la normativa sobre recipientes para uso alimentario. “Será resistente a la rotura y a la acción corrosiva del lavavajillas por abrasión y corrosión por detergentes o ácidos. En la elaboración de las copas, al tratarse de una producción tradicional, puede existir ciertas tolerancias en las medidas del pie, siendo la altura total la dimensión que permanecerá constante”, señala el pliego de condiciones técnicas. En la copa de vino blanco, por ejemplo, se pide que su altura sea de 140 mm, el ancho de boca de 75 mm y la altura del pie de 60 mm.