El Ministerio del Interior anunció este viernes la apertura de nuevos espacios en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas para atender a los solicitantes de asilo. La medida busca paliar la sobreocupación de las salas de inadmitidos denunciada por asociaciones y juristas ante el cúmulo de llegadas a la frontera en los últimos meses.
Mientras comienza la implantación de esta directiva en coordinación con las autoridades judiciales, el Defensor del Pueblo y Aena; organizaciones y letrados tienen claro que no será la solución que buscan. Así, la abogada de extranjería Nessrin El Hachlaf Bensaid denuncia a Infobae España que “no solo se necesita espacio, se necesita una atención integral en todos los aspectos”.
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Hacinados en condiciones insalubres en el aeropuerto de Madrid
Desde el mes de agosto, el incremento de solicitudes de asilo en frontera ha sido exponencial: han llegado un total de 1.357 peticiones tan solo en el periodo de agosto a noviembre de 2023, un aumento considerable respecto al mismo periodo del año anterior (767 solicitudes en el 2022).
Esto ha provocado una situación de sobreocupación en las salas de solicitantes de protección internacional del aeropuerto madrileño, destinadas a dar cobijo a aquellas personas que llegan a la frontera pidiendo asilo en España.
Así, si existen cuatro salas de alojamiento entre la T1 y la T4, con una capacidad total de 156 personas, actualmente hay alrededor de 250 migrantes, entre ellos 19 menores de edad. Según ha denunciado CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), estos migrantes acabaron durmiendo en el suelo, con escasez de comida y en “situaciones de higiene preocupantes”, pues la sobrecapacidad de las salas provocó una menor limpieza y mayor acumulación de basuras.
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Esta situación extrema provocó que varios Juzgados de Instrucción en Madrid instasen al Ministerio del Interior a adoptar “con carácter urgente” las medidas necesarias “para poner fin a la situación de hacinamiento actualmente existente” en Barajas.
Retrasos que agravan el “colapso” del sistema de asilo
“Lo que llevamos viendo desde agosto para acá es una cosa increíble”, asegura Bensaid, si bien insiste en que “el colapso que se viven en el proceso de protección internacional lo llevamos denunciando años”.
La abogada explica que la protección internacional en frontera debe seguir un procedimiento preferente, debido a la urgencia de la situación. Desde el momento en que la persona extranjera expresa que desea solicitar asilo, no debería pasar más una semana para resolver su caso. Sin embargo, la falta de medios hace que los plazos se alarguen hasta 20 días hasta realizar la primera entrevista, paso inicial para evaluar si se tiene derecho a asilo.
“Todo este tiempo lo pasan en una única sala fría y desoladora”, relata la letrada. Añade que contactar con sus clientes tampoco es una tarea sencilla y que en ocasiones ha de esperar más de ocho horas para ver a un retenido.
La medida aprobada por el Gobierno podrá paliar la sobreocupación en Barajas, pero desde CEAR recalcan en que los nuevos espacios deben cumplir las condiciones de acogida que establece la legislación, así como “garantizar la intimidad de las familias”.
“Más allá de las condiciones de espacio, también se necesita una mejor coordinación entre todos los actores para intentar evitar los retrasos en la tramitación de las solicitudes de protección internacional y alargar la estancia de las personas en esa sala”, insiste Elena Muñoz, portavoz de la organización.
Ambas resaltan la falta de personal para atender a los solicitantes. Entre ellos, los intérpretes, trabajadores clave a la hora de realizar las entrevistas. En ocasiones, según explica Muñoz, solo se tiene un traductor para cincuenta personas que hablan el mismo idioma.
En la comunidad árabe el problema se agrava, explica Bensaid: “En muchas ocasiones, en vez de traerles un traductor de árabe, les traen un señor turco. Y en Turquía no se habla árabe”. También se presentan problemas con los distintos dialectos presentes en Argelia o Marruecos. Y en cuanto a otros idiomas hablados en el continente africano, como el tamazight o el rifeño, señala que las traducciones no suelen ser adecuadas.
La abogada denuncia falta de personal en otras áreas, como los servicios médicos que “tardan tres o cuatro horas en atenderte” o propios agentes de policía fronterizos, que “se quejan de que ellos no dan abasto”. A su vez, alerta de comportamientos abusivos y prejuicios racistas por parte del personal.
“No solamente se necesita espacio, se necesita, insisto, una atención integral en todos los aspectos: más trabajadores sociales, más funcionarios que tengan una formación adecuada en solicitudes de protección internacional, en temas de género o de diversidad -que no se tiene-. Y también una cierta empatía y una formación con respecto a la comunidad migrante”, concluye.