1964. Un pequeño pueblo en las faldas de la Sierra de la Culebra, en Zamora. José, cruza la calle principal de su Ferreras de Abajo natal con un Mercedes 450 que muchos de sus vecinos no han visto -ni verán- en su vida. 2023. María vuelve a casa de sus padres en Parla. Lleva ya dos años en un importante laboratorio en una pequeña ciudad del sur de Alemania. Tras dos carreras, un máster y 3 años en paro, salir de España era su única solución. Dos historias separadas por más de 60 años que siguen constatando una realidad: la fuga de talento tiene un alto precio para nuestro país.
El valor del capital humano que pierde España por el efecto de la emigración superó los 150.000 millones de euros en 2022, un 40% más que antes de la llegada de la pandemia, en 2019, según un estudio de la Fundación BBVA difundido este viernes. El número de personas que deciden abandonar España para buscar oportunidades laborales en otros países registró un nuevo incremento tras la irrupción del Covid y en el primer semestre de 2022 superó en un 11,7% las cifras de emigrantes del mismo periodo del año anterior.
Según una estimación realizada en este estudio, al proyectar este dato a finales del año, el valor del capital humano perdido en 2022 se calcula en 154.800 millones de euros, un 40% más que en 2019, y una cifra que representa el 0,93% del valor del capital humano total de España en el ejercicio. “Se muestra, por tanto, una pérdida de capital humano en tendencia creciente desde el fin de la pandemia, impulsada por la intensificación de la emigración al exterior de la población en edad de trabajar y su elevado nivel de formación”, señala el estudio.
El informe avisa de que esta dinámica resulta “preocupante” de cara a poder aumentar el bienestar social en un contexto de progresivo envejecimiento demográfico y con un escenario en el que se prevén descensos acumulados del valor del capital humano per cápita cercanos al 20% hasta 2050.
Según recoge el estudio, el valor económico del capital humano se situaría actualmente en torno a 14,8 billones de euros. Esa estimación representa sólo su capacidad de generar rentas laborales y producir bienes y servicios incluidos en las medidas tradicionales de Producto Interior Bruto (PIB). Por tanto, no tiene en cuenta que el capital humano también proporciona a los individuos y sociedades otros tipos de ventajas con impacto positivo en el bienestar, gracias a su efecto sobre la salud, la participación política, los valores sociales y la capacidad de disfrutar de los bienes culturales.
¿Tiene solución?
El informe advierte de que el valor económico del capital humano en España es menor ahora que a principios de siglo, con una caída acumulada del 3% en términos reales. “Esta evolución del capital humano contrasta con la dinámica seguida a lo largo del período 2000-2018 por otras magnitudes relevantes como la población, el PIB, el empleo o el stock de capital físico, y apunta a posibles dificultades en el futuro para seguir impulsando los niveles de renta per cápita de los españoles”, avisa el estudio.
Para contrarrestar esa tendencia negativa, ligada al aumento de la esperanza de vida y la “débil” natalidad, el informe apuesta por introducir mejoras en el mercado laboral y en materia de productividad o bien cambios en las pautas de jubilación de la población.
En este sentido, el estudio señala que la actual política de llevar progresivamente la edad de jubilación a los 67 años permitiría incrementar el capital humano per cápita, “pero en una cuantía insuficiente por sí sola para mantener los niveles actuales y compensar el envejecimiento”.
“La mejora sería más intensa retrasando la edad legal de jubilación a los 70 años o mediante incentivos con un impacto equivalente en la edad efectiva de jubilación, pero tampoco resultaría suficiente”, indica. En ese contexto, se pide lograr avances en materia de mercado laboral y productividad de la economía, especialmente en este último ámbito, “que es el único que ofrece oportunidades de mejora continua, al no enfrentarse a límites naturales como los que afectan a la reducción posible de la tasa de paro”.
En el primer caso, se apuesta por cambios estructurales, dado que las estimaciones de la tasa de paro de equilibrio de largo plazo disponibles para la economía española indican que son similares a las actuales. “Alcanzar el equilibrio de largo plazo apenas afectaría, por tanto, al capital humano per cápita. Sin embargo, conseguir las tasas de paro de equilibrio de largo plazo medias de la zona del euro o de la OCDE permitiría mejorar el capital humano per cápita un 8,5% y un 11,3%, respectivamente”, apunta el informe.
No obstante, considera que aún tendría un mayor impacto la convergencia en términos de productividad. Alcanzar los niveles medios actuales de remuneración por asalariado de la UE permitiría incrementos del 16,4%, y la magnitud de la mejora sería todavía mayor convergiendo con la media actual de la zona euro o con los países líderes en esa cuestión, sostiene el informe.
“En definitiva, el envejecimiento de la población supone en España un claro factor de riesgo que, por otra parte, puede contrarrestarse con medidas que propicien el retraso de la edad de jubilación, la reducción de las tasas de paro estructural y el incremento de la productividad”, concluye.